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Política de las herramientas

Columna de opinión por Roberto Meza
Lunes 25 de agosto 2014 17:09 hrs.


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Una vieja leyenda cuenta -y con razón- que marinos enojados con taladros en la mano son clara advertencia de que la embarcación podría sufrir percances, aunque, al mismo tiempo, nos dice que hacer hoyos en la nave en que vamos todos porque se discrepa de la dirección del capitán, no es aconsejable.

En efecto, otra de las caras de la lamentable política de las herramientas instalada en Chile desde hace unos meses, es que la sana discusión para resolver problemas que surgen en una economía libre –por tanto sujeta a millones de decisiones privadas-, se ha estado confundiendo con la adolescente polémica de quién tiene la culpa o quién está “más picado”, es decir, esgrimiendo taladros.

Así, semanalmente asistimos a una vergonzosa disputa verbal en la que –por esa necesidad de espectáculo de la TV- terminamos escuchando las frases más rimbombantes, aunque vacuas, de dichos actores. Y como, palabras sacan palabras, la política nos presenta su peor cara, la más rechazada por las encuestas, las que sin excepción, nos invitan a soluciones conjunta, unidad y no a grescas inútiles.

La última de estas ha sido sobre el curso de la economía. Es evidente que la economía chilena se ha estado ralentizando desde hace más de 12 meses, aunque también que las reformas anunciadas (tributaria, educacional, previsional, de salud, laboral, constitucional) y su especial verbalización, han llevado a un aumento de la incertidumbre, porque naturalmente, cuando cambian las reglas, se hace difícil calcular resultados de eventuales negocios. Y cuando se habla en serio, se habla con los bolsillos. Entonces baja la inversión y aumenta el desempleo, como ha ocurrido en los últimos meses.

De esta forma, por más que el Central baje la tasa de interés, si las razones que están afectando la actividad son básicamente las expectativas y el pesimismo cunde por los taladros que enarbolan los principales marinos y que comentan diariamente los mensajeros, hasta lo barato genera desconfianza. Por eso, la economía se ha estado ajustando a esas malas perspectivas que hemos creado y va tan rápido como el alza del tipo de cambio y el IPC. Conclusión: Chile crecerá este año a un ritmo cercano a la mitad de años anteriores.

Tal escenario es, pues, ¿culpa del Gobierno o de la Oposición? Pero ¿será tan urgente responder a esa pregunta? ¿No será más sensato buscar acuerdos rápidos que reduzcan las incertidumbres e iniciar así la aplicación de medidas contracíclicas que permitan enfrentar con los menos efectos posibles la caída de la economía nacional en lo que nos toca?

Una buena noticia en esa línea ha sido la capitalización de Codelco. Algo similar se debería hacer en energía respecto de Enap y en finanzas con el Banco Estado, acelerando el funcionamiento del Fogape. También, destrabando concesiones en OO.PP, construyendo nuevas rutas, embalses, puertos, pavimentando caminos de sectores rurales productivos, avanzando en los pasillos exclusivos para el Transantiago, otorgando subsidios al empleo en las Pymes, pagando las deudas del Estado en la salud y educación, activando proyectos de Chile Innova y las start-up; transfiriendo los recursos a las Universidades públicas, entre otros.

De esta forma, el sector privado, que ha perdido confianza producto de las reformas y la caída de la actividad económica internacional, pudiera ir cambiando sus expectativas y sumándose de a poco al esfuerzo de recuperación de la actividad económica. Pero si hay agentes políticos y económicos que siguen enarbolando taladros, entonces ni la baja de tasas, ni las decisiones contracíclicas del Estado permitirán que el barco avance. Y así vamos a terminar todos en el agua. Porque ¿le importará a don Juan que perdió su empleo de quién es la culpa, quién está más picado o quién echó andar el motor para poder volver a trabajar?

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.