Verdades incómodas en Chiloé: Un puente para conversarlas


Miércoles 3 de septiembre 2014 12:22 hrs.


Compartir en

A finales del mes de agosto se realizó una marcha por las calles de Castro a la que asistieron ciudadanos, movimientos sociales representantes de distintas zonas del archipiélago de Chiloé, jóvenes estudiantes, actores, historiadores y dirigentes. Gente que representa parte de la cultura del archipiélago y que se congregó para manifestarse en contra la construcción del puente sobre el canal de Chacao cuyo valor asciende a los 700 millones de dólares.

La postura de la movilización y de los distintos ciudadanos que hicieron propias las calles y diversos espacios públicos, es que en la actualidad existen otras preocupaciones que sí debiesen ser prioridades para el Estado tales como: reforma en el área de salud, la construcción de hospitales y las mejoras en las condiciones hospitalarias, mayor conectividad interna, llámense puentes entre las distintas islas del archipiélago o la mejora de caminos rurales, más y mejores garantías en materia de educación y la institucionalidad que la representa, creación de universidades, protección de los recursos naturales, mayor contratación profesional para lograr abarcar las necesidades de toda la población, entre otras.

Desde hace un tiempo a la fecha en el archipiélago de Chiloé ha estado ocurriendo que el Estado chileno, de la mano de sus tentáculos comerciantes y amparado en una ética deshonrosa, ha estado robando los recursos naturales. Tal es el caso del borde costero, de la implementación de la industria salmonera que aparte de contaminar todo el borde marítimo ha dejado sin recursos a cientos de pescadores artesanales, la extracción de los recursos hídricos como el ponpón, los recursos forestales que se han comenzado a comercializar con cada vez más fuerza de la mano de la deforestación indiscriminada de los bosque nativo y la introducción de especies como el eucaliptus de más rápido crecimiento pero de mayor impacto en los suelos y recursos hídricos, o la instalación de parques eólicos para privatizar los recursos energéticos son sólo algunos ejemplos que dan cuenta de cómo paulatinamente el Estado le ha estado expropiando y vendiendo los recursos naturales al archipiélago de Chiloé y a la gente que lo habita.

En este sentido la construcción del puente se enmarca en un proyecto modernizador que pretende agilizar y facilitar la salida de los recursos naturales que se están vendiendo, aumentar la producción y la posterior entrada de capital. En efecto gran parte de los que están a favor de la construcción del puente son los mismos empresarios que han invertido en sus negocios.

Desde hace tiempo se están robando el archipiélago. Desde hace tiempo fracturaron la identidad de la zona, pasando por alto muchas de las tradiciones propias de la cultura y el sentir cotidiano de la gente del archipiélago.

En este sentido la construcción del puente vendría a coronar un proceso de modernización castrador y centralista por parte del Estado, al imponer con ello un modo de vida único basado en la privatización y consumo de la vida.

Es repudiable pensar que en el siglo XXI se sigan extendiendo procesos colonizadores, y más aún cuando estos son impulsados por el propio Estado. Es innombrable el hecho de que para la construcción de estos proyectos se violen tratados internacionales como el convenio 169 de la OIT el cual apela a la consulta de los pueblos indígenas por la implementación de este tipo de proyectos y conservación de sus territorios e identidades. ¡Es injusto!, un puente debería unir dos puntos que quieren ser unidos. Pero una medida así además de ser populista y barata, continua siendo dictatorial y unilateral. Es una medida privada de horizontes presentes y futuros.

Pero ¿por qué sucede esto acá en el archipiélago? Básicamente por dos cosas. Por una parte existe un Estado que no quiere ver. Un Estado que históricamente ha sido un mandado. No de la nada existen comparaciones entre la forma geográfica de Chile y un tubo de ensayo. Así es, Chile un ensayo mal escrito cuyo único favor es el de servir pese a cualquier cosa a sus dueños. Chile sigue siendo una colonia más de privados.

Mientras que por otra parte existe una cultura que si bien históricamente ha mantenido un estrecho lazo a través de la minga entre las distintas zonas geográficas, ha sido una cultura cuyos márgenes han estado siempre abiertos y expuestos a un ir y venir cultural. Chiloé ha sido la historia de un puerto cuyo destino ha sido apetecido por los viajeros y conquistadores, y que hoy cobra sentido en tanto es una fuente de riquezas prontas a ser vendidas y explotadas por los inversionistas y dueños del mundo.

Entonces ¿qué sucede con el diálogo entre estas dos partes que quieren ser unidas por un puente? Tristemente nada. Lo que sucede y sucederá es que seguirán robándose los recursos y la cultura del archipiélago. Hay un Estado ciego y gente acostumbrada a que lleguen y se vayan personas, recursos, capital.

Chiloé ha sido la historia de la construcción de un puente y todo se mantendrá de la misma manera hasta que no exista la voluntad por parte del Estado y el espacio para que la ciudadanía que habita este territorio sea considerada. Y juntos piensen y diferencien el crecimiento del desarrollo y en base a eso construyan un plan coherente con las necesidades locales, los recursos y los sentires cotidianos.

De modo que no se trata de una simple oposición a un puente; sino que de relevar y pensar el modelo de desarrollo que se está terminando de consagrar en el territorio.

Juan Pablo Morales                                                                                         Psicólogo de la ONG Vínculos.

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

Envíanos tu carta al director a: radio@uchile.cl

Presione Escape para Salir o haga clic en la X