En el cuadragésimo aniversario de la elección del presidente Eduardo Frei Montalva por mayoría absoluta de votos, me parece pertinente recordar que durante la dictadura cívico militar de Augusto Pinochet y en vísperas del plebiscito de 1980 -cuya denuncia como un proceso viciado y fraudulento carente de toda seriedad le costó el exilio a Andrés Zaldívar-, el expresidente Eduardo Frei Montalva en su discurso del teatro Caupolicán (con el futuro presidente Sebastián Piñera en la audiencia), llamó a una Asamblea Constituyente para la elaboración de una nueva Constitución sobre la que refundar nuestra destruida democracia.
Dicha aspiración del expresidente Frei Montalva, conserva plena vigencia hasta el presente y así lo ha entendido la ciudadanía y la militancia de los partidos de la Concertación de Partidos por la Democracia en su momento.
El Congreso Ideológico del Partido Socialista se pronunció por una Asamblea Constituyente para darnos una nueva Constitución. Lo mismo acordó el último Congreso Ideológico de la Democracia Cristiana, así como los restantes partidos de la Concertación de Partidos por la Democracia.
Todo ello demuestra que el obstruccionismo hacia el ejercicio del poder constituyente originario, no está en la militancia concertacionista, sino en las cúpulas partidarias, conformadas estas por una oligarquía de caciques, operadores y mandamases de los partidos de la Nueva Mayoría, que no representa para nada a su militancia ni a quienes votan, como lo demuestra el sonado fracaso de candidaturas esperpénticas en el último proceso de renovación legislativa, como la del cacique caído Camilo Escalona en el PS, la de Hosaín Sabag en la DC o de Víctor Manuel Rebolledo en el PPD.
Rafael Enrique Cárdenas Ortega
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