El sábado recién pasado, en la ciudad de San Francisco en Estados Unidos, comenzó la preparación de la selección chilena de fútbol para la Copa América que se realizará el próximo año en nuestro país. El rival fue la selección mexicana, de buena actuación en el último mundial donde quedó eliminada en los minutos finales frente a Holanda por los octavos de final. Pese a la eliminación, los mexicanos fueron reconocidos por su buen juego, aplicación táctica y la excelente preparación física de sus jugadores. Estos atributos resultaban una verdadera prueba para seguir mejorando, permitir la incorporación de nuevos nombres y ver como pretende encarar el seleccionador nacional los desafíos venideros.
El partido debía servir para confirmar el buen juego mostrado en la competición mundial, apreciar la corrección de los errores y las nuevas alternativas tácticas. Y en todo Chile quedó a deber. No se trata de criticar gratuitamente o de sumarse a esta ola de juicios que ha recibido el cuerpo técnico nacional por sus decisiones dentro y fuera de la cancha. Sin embargo, tampoco se puede obviar que la selección es un tema público porque nos pertenece a todos los chilenos y porque es innegable que hay diferencias en las visiones deportivas, en los fundamentos técnicos a la hora de seleccionar los jugadores, de ordenarlos y de decidir sus funciones en el campo. Jorge Sampaoli es el entrenador y responsable de todas las decisiones que competen a esta área. Se respeta ese hecho y se apoya con entusiasmo su trabajo, pero también existe la obligación de revisar críticamente y de aportar ideas que puedan enriquecer el desarrollo de nuestro fútbol.
El tramite del partido fue parejo y con poca profundidad en ambos arcos. En ese sentido no sorprende el empate en ceros. Sin embargo México contó con las mejores oportunidades y de no ser por la lesión de Giovani Dos Santos hubiéramos perdido el partido. Es importante señalar que las mejores llegadas del rival coincidieron con errores defensivos groseros o con desordenen en la última linea lo cual merece una revisión profunda. También es importante asumir que no tuvimos ninguna llegada de riesgo y que la profundidad fue inexistente. Chile mantuvo la presión en campo rival pero una vez recuperado el balón no supo darle destino relevante. Los volantes se perdieron en vistosas combinaciones inocuas y los jugadores se vieron incómodos con el cambio de esquema. La intensidad por la recuperación se mantiene pero se hace con menos gente y muchas veces de forma desorganizada.
En defensa Chile viene siendo un desastre y es notoria (y dramática a estas alturas) la deficiencia de estatura. Todos corren mucho y la estrategia se reduce a juntar mucha gente en la zona central del área y pelear y reventar todo. Con esto se complica tener salidas limpias y el equipo queda muy largo cuando nos atacan, lo que facilita la neutralización de nuestros delanteros. Más todavía cuando se decide por el ingreso de uno solo de ellos, esto debe ser considerado por quienes quieren insistir en el carácter ofensivo de la propuesta de Sampaoli. Con un delantero (aunque este sea Alexis Sanchez) es imposible decir que se apostó a ganar el partido.
Se han tomado determinaciones incomprensibles que afectan a los jugadores. Francisco Silva no debe jugar en la selección porque la obsesión de su entrenador lo han convertido en un jugador errático, temeroso y sin confianza. Defensa por derecha necesita otras características técnicas y físicas dentro del esquema que se pretende. Silva tiene otras virtudes pero esas están desperdiciadas. Además permanentemente se usurpan funciones con Isla y en ello Silva queda relegado a un papel sin mucha participación. Siempre juega hacia atrás y complica al resto pues no esta cómodo nunca.
En el primer tiempo Eugenio Mena no llego a línea final en ninguna oportunidad lo que es importante de analizar. En el segundo eso no cambio ni tampoco se modifico de manera importante con el ingreso de Albornoz, lo cual habla de problemas en el esquema y la estructura. Chile ha mostrado durante los últimos años una profundidad ofensiva basada en el juego por esa zona, el desdoblamiento entre laterales y volantes permite descomprimir el centro obteniendo mayor dominio espacial y nos otorgaba la posibilidad de atacar con seis o más jugadores el área rival. Eso se perdió totalmente ante los mexicanos.
Tal vez los problemas físicos de algunos elementos cobraron mayor relevancia esta vez. Aranguiz y Vidal deben retomar su condición física pues sin ella parecen jugadores más normales. Lejos de las figuras que fueron en la primera mitad del año. Es de esperar que la recuperación definitiva de sus lesiones y la actividad en sus clubes les devuelva su merecido sitial. Deben ser motores inapagables para la selección y son fundamentales para el buen juego de la misma. Necesitamos resolver la función creativa y buscar alternativas. Millar es un buen jugador pero al usar la 10 solo nos recordó cuanto falta nos hace uno de verdad. No tuvimos pases sorpresivos entre líneas y extrañamos a alguien que ordenara y conectara los movimientos ofensivos.
Con los jugadores que tenemos es imposible jugar mal pero da la impresión que el rendimiento no va creciendo. Que los entrenamientos con la selección no los hacen mejores jugadores para el representativo nacional. Eso es preocupante y merece revisión. Ahora vienen nuevos compromisos y ojalá se saquen conclusiones acertadas para tener opciones en la Copa América. Lo importante es dejar de ser obstinados y reconocer los errores y los defectos. Solo de esa forma se puede mejorar. Corregir nunca será una debilidad y escuchar a quienes piensan diferente solo puede enriquecer nuestras propias convicciones.