Tiene razón el senador Jaime Quintana al solicitar atención respecto de los exagentes de inteligencia de la dictadura en la investigación de la explosión junto a la estación Escuela Militar del metro. También habría que considerar que la DGAC se llenó de exagentes tras el fin de dicho régimen de facto y bien pudiesen tener algo que decir sobre el reciente e insólito robo multimillonario ejecutado en plena loza del aeropuerto Pudahuel. Asimismo, debiese investigarse sobre la autoría intelectual del asesinato de Jaime Guzmán. Éste se produjo cuando la agenda en los medios estaba absolutamente copada por las reacciones ante el Informe Rettig, del que nunca más se habló tras el crimen, sino que, por el contrario, el Informe Rettig fue retirado de las librerías con la mayor celeridad. Con posterioridad, se investigó, se acusó y se condenó a los autores materiales del homicidio de Guzmán, pero luego fueron objeto de un insólito rescate en helicóptero, propio de fuerzas especiales, desde el patio de la cárcel donde cumplían su condena. Nunca ha habido mayor indagación ni aclaración de las obvias y naturales sospechas que suscitan tan rocambolescas situaciones ni ninguna información periodística sobre la situación, el destino y actividad posterior de quienes ejecutaron el terrorismo de Estado que la dictadura de Pinochet practicó por 17 largos años.

Rafael Enrique Cárdenas Ortega