Trabajo y mujer, diferencias transversales frente a las mismas tareas

Estudios dicen que en Latinoamérica solo un 33 por ciento de la fuerza laboral está compuesta por mujeres, en Chile aunque la cifra es un poco mejor, siguen existiendo grandes diferencias de género a la hora de postular a un puesto de trabajo, donde además hay pocas garantías sociales.

Estudios dicen que en Latinoamérica solo un 33 por ciento de la fuerza laboral está compuesta por mujeres, en Chile aunque la cifra es un poco mejor, siguen existiendo grandes diferencias de género a la hora de postular a un puesto de trabajo, donde además hay pocas garantías sociales.

Según datos de la consultora Mercer, en Latinoamérica, un 33 por ciento de la fuerza laboral está compuesta por mujeres. Esto, estaría muy por debajo de países como Estados Unidos o Canadá donde la participación cubre casi la mitad de las vacantes con un 48 por ciento.

En Chile el panorama es un poco mejor y cerca de un 42 por ciento de los puestos de trabajo están utilizados por alguna mujer, o sea  3 millones 259 mil tendrían alguna ocupación. Y aunque la cifra es mayor que en la región, no está al nivel de los países desarrollados.

En la Fundación Sol, confirman los datos, pero explican que más relevante es analizar las tasas de participación, es decir, cuántas mujeres y cuántos hombres en edad de trabajar efectivamente lo hacen. Ahí sí se producen diferencias sustanciales.

Benjamín Sáez, investigador de la Fundación, asegura que a pesar de que se ha incrementado la tasa de participación femenina, esta sigue siendo inferior que la de los hombres y que del resto de América Latina, que ya en 2010 alcanzaba un 52 por ciento.

Benjamín Sáez

Benjamín Sáez

“Según los últimos datos disponibles para Chile, que son agosto y octubre de este año, la tasa de participación femenina era aproximadamente un 48,61 por ciento, mientras que la tasa de participación masculina llegaba al 70, 88 porciento. Se sigue manteniendo una brecha importante, a pesar de que la tasa la participación femenina ha venido aumentando en los últimos 4 años pero de manera muy lenta (con 4, 26 puntos porcentuales prox. en los últimos 4 años)”, explicó.

Las causas de esto son múltiples, como la “división sexual del trabajo” que esta cruzado por aspectos económicos, culturales y las relaciones de poder entre hombres y mujeres, que determinan cuáles son las funciones que cumple cada uno en la economía del hogar, como el cuidado de niños y familiares, que están destinado preferentemente a mujeres, menguando la posibilidad de estas a trabajar.

Tanto hoy como en el pasado se ha reproducido la imagen de la mujer como dueña de casa

Tanto hoy como en el pasado se ha reproducido la imagen de la mujer como dueña de casa

La Organización Internacional del Trabajo, en su última conferencia estadística ha hecho énfasis para valorar todas las formas de trabajo incluso el doméstico, pero Chile aún no se ha desarrollado los instrumentos para medir ese tipo de fenómenos.

 

Diferencias de ingreso en todas partes

Ganar más dinero es un estímulo para trabajar, pero incluso en los cargos mejor remunerados se establecen diferencias de ingreso entre hombres y mujeres por realizar exactamente las mismas tareas. En los puestos ejecutivos, como CEO,  la brecha puede llegar hasta un 21 por ciento.

Pero las diferencias son transversales y hasta en los trabajos domésticos, un rubro predominante de la mujer con un 96% de presencia, los hombres ganan más.

“El ingreso promedio de una trabajadora doméstica es de 151. 271 pesos, mientras que para un hombre es 179.254 pesos. Esto sería a nivel general en los salarios. Los hombres que son proveedores del hogar, ganan más que las mujeres que tienen el mismo rol: 82.000 pesos más”, explica Benjamín Sáez de la Fundación Sol.

Paula Poblete directora de Estudios de ComunidadMujer subraya que el proceso de inserción laboral femenino ha sido lento, ya que las mujeres han estado recluidas al ámbito doméstico por más de dos mil años, y que recién en los últimos 50, se ha hecho de forma masiva.

Paula Poblete

Paula Poblete

En Chile donde ya se sabe que los salarios son bajos, por lo que la esperanza de obtener mayores ingresos esta siempre pensada en la educación. Pero aquí también existen anomalías.

Paula Poblete, dice que existe una paradoja donde a pesar de haber un alto “acceso” a la educación la tasa de participación femenina sigue siendo baja, sobre todo si no se completa la educación media.

“De las que tienen educación básica, un 25, un 35 por ciento participa, de las que tienen educación media un 30 a un 55 por ciento. Es distinta la realidad de inserción dependiendo del nivel de educación alcanzado. Las que estudian una carrera en la Universidad la participación alcanza un 40 por ciento”.

El mayor riesgo que destacan las especialistas respecto a esto, es que sin educación existe un mayor riesgo de tener un empleo precarizado y en América Latina las cifras son alarmantes, hecho que quedó en evidencia el pasado noviembre cuando la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) afirmó que casi la mitad de las mujeres que trabajan remuneradamente se desempeñan en empleos de baja productividad y con escasa protección social, o sea están precarizadas.

En Chile, una esperanza para que las políticas laborales puedan cambiar, mediante una mayor influencia de género,  radica en la futura ley de Cuotas que establecerá menores diferencias en la representación parlamentaria femenina, asegurando un 40 por ciento de los puestos para mujeres (la ley de cuotas establece que ninguna coalición o partido podrá presentar más de un 60% de los candidatos de un mismo sexo), llegando incluso a tener mayoría frente a los hombres.

Aunque existan países con mejores políticas que otros en cuanto al rol de la mujer, el diagnóstico final, aun no es del todo positivo, y se estima que no existe ningún lugar en el mundo donde exista una total igualdad. Tal vez habrá que esperar 50 años más.





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