Los empresarios chilenos habían gozado durante todo el siglo XX de la generosidad del Estado que les prestaba y regalaba recursos a manos llenas, y cuando llegó la Junta ésta les ofreció gratuitamente las empresas que la CORFO había adquirido con la plata de todos los chilenos.
Durante decenios en el siglo pasado los empresarios chilenos disfrutaron de las ventajas que les otorgaba la protección aduanera que encareciendo los productos extranjeros permitía a los patrones nacionales acumular ingentes ganancias con la comercialización de sus productos en un mercado cautivo, el nuestro, donde podían fijar los precios más caprichosos.
Los empresarios chilenos figuran también entre los beneficiarios del despilfarro que llevó a la crisis bancaria de 1983, una crisis que debió resolver el Estado de nuevo con el dinero de los contribuyentes y desde luego del cobre.
Desde la dictadura y sin ninguna interrupción los empresarios chilenos, según su especialidad, gozan de las prerrogativas que les otorgan las facilidades de importación y de las prerrogativas que les ofrecen las facilidades de exportación. El Estado chileno despilfarra nuestras reservas monetarias para mantener una paridad con el dólar que favorezca en primer lugar a estos empresarios.
Hay también los empresarios que utilizan las cotizaciones de todos los chilenos para ir a especular en los mercados extranjeros, metiéndose en el bolsillo las ganancias y cargando las pérdidas sobre los cotizantes. Así, a los abusos contra obreros y empleados que no disponen de ninguna protección jurídica ni social se agregan los abusos contra los futuros jubilados.
Y sin embargo, a pesar de todas estas ventajas los empresarios chilenos no están satisfechos pues cuando se descubren escándalos como el de las farmacias, el de los pollos, el de la Polar, entre otros. Se puede pensar que como los beneficios “legales” no bastan hay que buscar otros.
Sin duda que hay en Chile ciertos empresarios que no van a la Casa de Piedra para insultar a los Presidentes de la República y para hacer declaraciones demagógicas. Esos medianos y pequeños patrones trabajan, y hacen trabajar a su personal, en condiciones muchas veces deplorables para poder subsistir económicamente y no disfrutan del tratamiento especial con que los gobiernos serviles gratifican a los Matte, a los Angelini, a los Luksic, a los Solari, a los Ariztía y a tantos otros de la misma ralea.
José Cañas C.
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