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Reportaje:

El negocio de los textos escolares en Chile

Expertos en educación aseguran que no existen grandes diferencias entre los textos escolares que entrega el ministerio de Educación y los que venden las editoriales. A pesar de esto, los ejemplares de marca cuestan entre 10 a 20 veces más y en algunos colegios se obliga a comprarlos. Éstas son las críticas de los especialistas en torno al negocio de los libros, además de una posible solución vinculada con las nuevas herramientas tecnológicas.

Rodrigo Rojas

  Martes 3 de marzo 2015 19:55 hrs. 
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A un día de que empiece la entrada oficial de los escolares a los colegios, aparece una nueva controversia en el sector educacional. Esta vez relacionada con los textos de estudio, el mercado en donde transitan y una alternativa futura ante un modelo que ha prevalecido en los últimos años.

Según la coordinadora Nacional de Currículum y Evaluación, Alejandra Arratia, entre el 2010 y el 2015, el Ministerio de Educación desembolsó en promedio 23 mil 500 millones de pesos, entregando 18 millones 144 mil 293 ejemplares.
Una cifra mayor representa el total de recursos invertidos en esta materia en estos cinco años, en donde se han gastado 141 mil 367 millones de pesos en libros.

Solo en este año el Mineduc entregó 15 millones 120 mil textos escolares a los cerca de 3 millones de escolares que se encuentran desde prekínder a cuarto medio. Es necesario sumar a los 15 millones, dos millones de libros más, que se entregarán desde del 14 de marzo, para cubrir el número de ejemplares en los colegios donde se modificó la cantidad de alumnos. Para ello el Gobierno en la licitación desembolsó alrededor de 34 millones de pesos.

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Simplificando estas cifras se puede concluir que cada libro tuvo un costo aproximado de mil cuatrocientos pesos.

En relación al gasto de los apoderados en los textos escolares desarrollados por editoriales, Mario Waissbluth, presidente de la Fundación Educación 2020Eugenio Severin, director Ejecutivo de TuClase, afirmaron, en una columna de opinión, que los textos escolares de marca, virtualmente idénticos a los licitados por Mineduc, cuestan entre 10 a 20 veces más. También expusieron que “las editoriales, las mismas que le venden los textos al Ministerio, le agregan algunas páginas, un instructivo para los profesores, y así aducen que son textos de calidad superior”.

El mercado de los libros, en la actualidad, se mantiene con condiciones similares. Uno de los coautores de la columna y que actualmente se desempeña como consultor en educación, Eugenio Severin, explicó que con los textos escolares se han generado dos problemas. El primer inconveniente se relaciona con los colegios particulares subvencionados, quienes, en algunos casos a pesar de recibir libros desde el Ministerio, les exigen a los apoderados libros de editoriales similares a los otros aunque con un alto costo para las familias. El segundo problema se vincula con los recursos que cada año desembolsa el Gobierno en estos libros.

“Si lo observa como política pública, el Ministerio de Educación paga todos los años una cantidad enorme de recursos por textos escolares que son casi iguales que los del año anterior. Las preguntas que me hago son: ¿no habrá manera de optimizar los recursos públicos? ¿O si se puede considerar libros que tengan un uso por más de un año?”, preguntó Severin.

Para el director Ejecutivo de TuClase es necesario que los establecimientos que reciben recursos del Estado debieran tener prohibido exigir otros textos, a los entregados por el Ministerio. No obstante existen razones económicas para continuar con este requerimiento. Es más, en algunos de los 137 establecimientos particulares subvencionados que renuncian a los libros del Mineduc, incluso, se puede utilizar esta alternativa como método de discriminación de estudiantes.

La regulación del mercado

“Como director de colegio recibí a los vendedores de textos, muy interesados en hacer un convenio, para lo cual, efectivamente, nos ofrecieron hasta viajes al extranjero a los directivos y un montón de regalías adicionales, tales como talleres para profesores, material didáctico audiovisual, donación de libros, aportes para eventos, giras, agendas, aportes para premiaciones, entre otras cosas. Revisamos y comparamos con los textos Mineduc y eran prácticamente iguales. Finalmente el sostenedor decidió que debíamos adscribirnos a los textos comprados, rechazando los gratuitos del Mineduc, pese a nuestro informe, argumentando que de esta forma se filtra mejor al tipo de alumno que deseaban captar o sea,  se desarrollaba una segregación camuflada.”, explicitó un director a Mario Waissbluth, quien dio a conocer esta información aunque manteniendo la confidencialidad del autor.

Para analizar éstas y otras irregularidades en el mercado de textos escolares, la Fiscalía Nacional Económica desarrolló un documento en enero de este año llamado “Criterios de libre textoscompetencia en el mercado de uniformes, útiles y textos escolares”. En el informe se detalló que el Tribunal de Libre Competencia declara que: “[…] la editorial que posee los derechos de comercialización tiene incentivos para comportarse como un monopolista.” Teniendo en cuenta lo anterior, el TDLC estima que para que la relación precio-calidad se acerque a lo que ocurriría en una situación competitiva, “[…] es necesario que el proceso de selección de los mismos considere todas las variables relevantes, sin excluir el precio que terminarán pagando las familias.”

A pesar de que Radio Universidad de Chile se contactó con la Fiscalía Nacional Económica para aclarar ciertos puntos de su investigación, ningún encargado accedió a entregar una respuesta. Inquietudes como si se logró determinar la existencia de un duopolio o un monopolio en el mercado de textos. O si atenta con la libre competencia cuando los colegios privados y un 1 por ciento de los particulares subvencionados, exigen a los apoderados comprar los textos de una editorial exclusiva.

Por el momento, solo entregaron una conclusión en el informe en donde detallan que: “en relación a los textos escolares, no se divisan mayores desafíos desde el punto de vista de la libre competencia cuando éstos son adquiridos por el Ministerio de Educación en una licitación pública y competitiva y entregados gratuitamente a los alumnos de colegios. Distinta es la situación si se trata de textos para alumnos de colegios que deben pagar por ellos, en donde quien decide sobre el texto a utilizar no es quien en definitiva lo paga.”

Textos del Ministerio para todos

La directora de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, Pelusa Orellana, investigó los ejemplares escolares entre los años 2000 y 2010. El libro “Textos escolares y calidad educativa”, que escribió la académica en conjunto con Raquel Soaje, manifestó el escaso contenido de los libros tanto de las editoriales como de los que fueron licitados por el ministerio de Educación. De esta forma, los resultados reflejaron que la calidad de los textos escolares eran deficientes en comparación a otros países.

Pelulsa-Orellana-600x600La investigadora reconoce que en los 10 años de análisis existió un notorio contraste entre los libros que exigen los colegios privados, y algunos particulares subvencionados, con los que son licitados por el Gobierno. Diferencias en la cantidad de páginas, en la diagramación, en la cobertura de contenidos o en las instancias de ejercitación fueron parte de las divergencias.

No obstante desde que se llevó a cabo esta investigación hasta hoy, los textos escolares han tenido un avance importante, asegura Pelusa Orellana. La académica asevera que con este progreso, los colegios privados y particulares subvencionados podrían entregar como alternativa los libros que utilizan los establecimientos municipales, sin evidenciar una pérdida en términos de calidad.

“Yo hice una comparación el año pasado. Si uno contrasta los textos del Ministerio, por lo menos en el caso de lenguaje, con los que entregan las editoriales privadas, uno se puede dar cuenta de la importante mejora y avance que ha tenido el ministerio de Educación. Se ha modificado la cantidad de páginas de lectura y la selección de ésta, la diagramación e incluso la calidad del papel. Esto porque las bases de la licitaciones obligaron a las editoriales a mejorar la calidad. Asimismo, hubo un reordenamiento de las bases curriculares, ordenándose los contenidos y los objetivos.”, revalidó la directora de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes.

El futuro de los libros

Es posible que en 10, en 20, 30 o 40 años los textos escolares dejen de usarse. Patricio Rodríguez, investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) afirmó que el modelo de impresión de ejemplares es antiguo. De la misma forma, manifestó que nos encontramos en un buen momento para desarrollar la educación de otra manera, con una nueva mirada.

“Los textos no son interactivos actualmente. Cambiar esto nos da la oportunidad de cambiar la educación, a una mucho más personalizada. Es más, la inteligencia que se le puede agregar al dispositivo permite entregarle mayor información al profesor de cómo trabajar con cada uno de los alumnos.”, aseveró Rodríguez.

Asimismo el académico del CIAE especificó que si los libros se digitalizaran, al momento de realizar las tareas, los profesores podrían tener un reporte de cada trabajo, analizar cuáles son los errores más recurrentes y qué materias son las que se pueden reforzar. Desde ya, el especialista en diseño, desarrollo y evaluación de ambientes de enseñanza de aprendizaje apoyados por TICs declara que la Reforma Educacional puede ser una oportunidad de instalar esta materia en la agenda.

rana“Con un dispositivo además se le podría quitar trabajo al profesor. Porque él ya no tiene que revisar las tareas y el libro sería una aplicación, en donde los alumnos interactúan para que luego los docentes reciban un reporte. Es una oportunidad. Entregándoles a los niños una tableta que contenga todos los libros escolares remplazaríamos la impresión de hojas.
Entendiendo que en línea se podría saber qué están aprendiendo los niños y si usáramos una herramienta interactiva y estandarizada, ¿necesitaríamos evaluaciones como el Simce?”, preguntó el investigador.

Desde el Mineduc, la coordinadora Nacional de Currículum y Evaluación, Alejandra Arratia, analizó los avances del Gobierno en esta materia, adelantando que para el próximo año se añadirán recursos digitales en la elaboración de textos.

“El reemplazo de los textos por libros electrónicos es una decisión que se debe analizar desde una perspectiva pedagógica, económica y de posibilidad de implementación. Por otra parte, el Mineduc considera que ciertamente es necesario fortalecer el uso de Recursos Digitales Complementarios al texto escolar, de modo de reforzar y diversificar las estrategias pedagógicas, por eso en la elaboración de textos para el año 2016 se incorporarán recursos digitales complementarios a los textos escolares.”, testificó Arratia.

Los expertos coinciden en que la implementación de la tecnología en la educación debe ser gradual, a través de una política incremental y con un rediseño curricular. De la misma forma, asumen que las nuevas tecnologías deberían considerar no solo los textos escolares en una versión digital. Para los investigadores esta medida se tiene que repensar, desarrollando aplicaciones, con el currículo y con los trabajos de la sala de clases adaptados a un software.

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