S&P critica el QE Europeo

S&P apunta como tales problemas estructurales a los desarrollos demográficos nacionales, cuyas curvas muestran un rápido envejecimiento de la población; una globalización que se ha desacelerado y, con ello, la pérdida de muchos de los beneficios que trae la especialización; un debilitamiento global de la productividad debido a los menores beneficios derivados de la revolución tecnológica; y un desplome de la inversión, debido al desapalancamiento financiero observado en los últimos años, tras la crisis de 2008.

S&P apunta como tales problemas estructurales a los desarrollos demográficos nacionales, cuyas curvas muestran un rápido envejecimiento de la población; una globalización que se ha desacelerado y, con ello, la pérdida de muchos de los beneficios que trae la especialización; un debilitamiento global de la productividad debido a los menores beneficios derivados de la revolución tecnológica; y un desplome de la inversión, debido al desapalancamiento financiero observado en los últimos años, tras la crisis de 2008.

Un reciente informe elaborado por la clasificadora de riesgos Standard and Poor’s (S&P) prevé que las políticas monetarias expansivas que a contar de este mes está poniendo en práctica el Banco Central Europeo (BCE) -conocidas como Quantitative Easing (QE)- y que a EE.UU. le han permitido activar su economía, en el caso europeo no restaurará el crecimiento .

En efecto, el trabajo señala diversos motivos estructurales por los que el QE del viejo continente no tendrá los resultados esperados, añadiendo que dichos obstáculos terminarán impactando negativamente los rating de riesgo de los bonos soberanos de los países, es decir, los costos de sus deudas.

S&P apunta como tales problemas estructurales a los desarrollos demográficos nacionales, cuyas curvas muestran un rápido envejecimiento de la población; una globalización que se ha desacelerado y, con ello, la pérdida de muchos de los beneficios que trae la especialización; un debilitamiento global de la productividad debido a los menores beneficios derivados de la revolución tecnológica; y un desplome de la inversión, debido al desapalancamiento financiero observado en los últimos años, tras la crisis de 2008.

Como se sabe, el QE europeo está programado a contar de este mes y hasta septiembre de 2016, es decir, por 18 meses, lapso en el cual el BCE comprará bonos de deuda por 60 mil millones de euros mensuales y un total de alrededor de 1,1 millón de millones entre marzo de 2015 y septiembre de 2016.

Pero para S&P, este aumento de la liquidez no es todo, no obstante que, en sus cálculos, estima que el Eurosistema (es decir, el BCE y los bancos centrales nacionales de los Estados miembros de la zona euro) comprará aproximadamente 500 mil millones de euros al año en bonos de los gobiernos de la zona euro, es decir, el doble de las necesidades netas de financiación de los Estados.

El trabajo explica que a pesar de esta facilitación de liquidez, la política monetaria no es un instrumento mediante el cual generar crecimiento duradero y empleo sostenible, razón por la que se requieren reformas estructurales para enfrentar cada uno de los obstáculos reales, dado que el QE será un alivio en el corto plazo. A mayor abundamiento, estima que el “veranito” de liquidez podría impulsar la tentación de considerar el repunte como fin del proceso de reactivación, desviando la atención política de la agenda de reformas microeconómicas indispensables.

S&P dice que aunque los paquetes de reformas son distintos de un país a otro, hay elementos comunes a toda la Eurozona, entre ellos, mejorar la competitividad y competencia; aumentar la eficiencia y equidad del sistema tributario; actualizar el sistema educativo y liberalizar los productos, seguridad social y mercados de trabajo, para fomentar la inversión y el empleo.

El informe concluye que, en el caso que las decisiones del BCE contribuyan involuntariamente a la autosatisfacción de gobiernos que estiman que ya han hecho su tarea en materia de reformas, los esfuerzos del Central para estabilizar la economía pueden ser contraproducentes en el largo plazo. En tal caso, el resultado sería que el estancamiento durará aún más de lo que debiera.

Operadores estiman que, por lo pronto, el QE de Draghi tendrá positivos efectos en los resultados de la banca, cuyos balances están cargados de bonos soberanos, los que mejorarán su cotización y, por consiguiente, el saldo patrimonial de las instituciones. Pero con gran parte de la curva de bonos soberanos de la eurozona en territorio negativo, inversores pagando por comprar deuda y rentabilidad media de menos de 1% para los bonos corporativos de alta calidad, a las aseguradoras, fondos de pensiones e instituciones que buscan comprar bonos para tener un flujo de ingresos predecible a largo plazo para financiar los compromisos con sus clientes, no les queda más que adquirir “bonos basura” para tener algún activo que genere rentabilidad, tendencia que en las últimas semanas, según estos operadores, se ha estado acelerando.

Este apetito por bonos de alto riesgo no ha pasado inadvertido para las empresas de todo el mundo que quieren colocar deuda, porque los bonos europeos están dando una renta media del 3,55 por ciento, contra la media de 6,3 por ciento de los bonos en EE.UU., es decir, cualquier firma que desee endeudarse sabe que en la Eurozona le costará la mitad que en Estados Unidos. El punto, empero, es el nivel de riesgo de esos bonos, si se pagarán o no y cómo aquello incidirá en las pensiones y ahorros de las capas medias en los próximos años.





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