Günter Grass (Dantzig, 1927) falleció este lunes en una clínica de la ciudad de Lübeck, en el norte de Alemania a causa de una infección. El premio Nobel de Literatura (1999) se encontraba débil, un año después de haber abandonado la escritura, y envejecía rápidamente.
Su obra que más impacto produjo fue la novela El tambor de hojalata (1959), llevada al cine por Volker Schlöndorff y ganadora de la Palma de Oro de Cannes y del Oscar a la mejor película extranjera en 1979. Le siguieron El gato y el ratón, Años de perro, El diario de un caracol, El rodaballo, Encuentro en Telgte, Es cuento largo, La ratesa y Mi siglo.
Cuando se publicó esta obra, el semanario Der Spiegel escribió: “Dio origen, en un libro, a la literatura alemana de posguerra”. Sin las intervenciones incesantes de Grass en el debate público “Alemania sería otra Alemania”, agregó.
Grass vivió por dentro la máquina de muerte del nazismo. A los once años ingresó en las juventudes hitlerianas, antes de combatir en la Segunda Guerra Mundial. Fue hecho prisionero por los estadounidenses al final del conflicto y liberado en 1946.
En 2006, confesó en Pelando la cebolla, una obra que forma parte de sus memorias, que formó parte en su juventud de las Waffen SS, una unidad de élite del régimen nazi de Adolf Hitler.
“Seguramente veía a la Waffen-SS como unidad de élite (…) La doble runa en el cuello del uniforme no me repugnaba”, afirmaba en este libro, que causó gran revuelo en Alemania.
Hasta entonces se lo conocía sobre todo como un exponente de la intelectualidad de izquierda, de pasado bohemio, caracterizado por su espeso bigote y su infaltable pipa en las fotos que lo retratan.
En los años 50 empezó su carrera literaria como miembro del Grupo 47, que aspiraba a revitalizar la literatura de su país después de la guerra.
Luego, como ciudadano, supo intervenir en el debate público. Se opuso en su momento a la reunificación de Alemania en una serie de textos recopilados bajo el título Alemania: una unificación insensata.
En los últimos años, se destacó su compromiso a favor de la coalición rojo-verde que aliaba a los socialdemócratas del canciller Gerhard Schroeder a los ecologistas o contra la “cruzada” del presidente George W. Bush contra Irak.
En 2012, se encontró en medio de una nueva polémica tras publicar en la prensa alemana “Lo que hay que decir”, un poema en el que criticaba a Israel y acusaba a ese país de “amenazar la paz mundial”. El Estado hebreo lo declaró entonces persona non grata.
Este lunes saludaba su memoria el gobierno alemán, en primer lugar. El jefe de la diplomacia alemana, Frank Walter Steinmeier, expresó su conmoción por la muerte de un gran ciudadano.
Entretanto, el escritor británico Salman Rushdie expresó en Twitter su “tristeza”. Era “un verdadero gigante, un inspirador, un amigo”. “Toca el tambor por él, pequeño Oskar”, escribió, en alusión al héroe de El tambor de hojalata.