La pregunta està en todos los labios y sin embargo la respuesta aparece siempre ambigua o insatisfactoria. Còmo es posible que los miembros de la Concertaciòn, hoy en dìa Nueva Mayorìa, hayan podido corromperse hasta el punto que conocemos y que los episodios Penta,Claval y Soquimich, entre otros , han venido actualizar.
La pregunta es lògica sobre todo si se piensa que la gran mayorìa de estos dirigentes habìan pertenecido al gobierno de la Unidad Popular en el que las pràcticas fraudulentas estuvieron casi completamente ausentes.
Una parte de la respuesta està sin dudas en el hecho de que la dictadura marcò un apogeo en materia de corrupciòn nacional y que los escàndalos que se disimularon durante mucho tiempo explican los enriquecimientos insòlitos del tirano, de sus familiares y de tantos màs que se apropiaron, entre otros, de los bienes del Estado y de las cotizaciones de los asalariados. La derecha polìtica y en particular sus componentes principales, RN y UDI, pudieron también participar ampliamente del suculento banquete que les ofrecìa el régimen militar .
En lugar de poner un término dràstico a la apropiaciòn personal de los bienes nacionales los dirgentes de la Concertaciòn adoptaron ràpidamente el modelo de las pràcticas polìticas en uso y esto fue asì tanto màs cuanto que ellos se dieron cuenta que para conservar el poder necesitaban unos recursos financieros que no podìan venir sino de las arcas del Estado. Posteriormente, una vez que la Coaliciòn de centro-izquierda les probò a las grandes empresas privadas que podìa gobernar para su beneficio, éstas comenzaron a alimentar jugosamenta sus cajas electorales, asì que sus patrimonios personales, como ya lo hacìan desde luego con la Alianza.
La corrupciòn, como muchos comportamientos delictuales, tiene algo de contagioso y ella se difundiò progresivamente a todo el cuerpo polìtico nacional cualquiera sea su nivel. Evidentemente, no todos los corruptos benefician de la misma manera , pero siempre sucede que los màs corrompidos obtienen una impunidad gracias al silencio de los que se venden por algunas chauchas.Por otra parte, como esto sucede con numerosas organizaciones que viven de actividades ilegìtimas, los actores de la corrupciòn incorporan en sus pràcticas a sus familiares, de preferencia esposas e hijos, lo que permite ampliar la escala de los beneficios.
Nuestras élites estàn pues profundalemente corrompidas y a uno le entre la duda de lo que puede ser el futuro de nuestro paìs. Parece cierto que con el personal polìtico actual no se puede contar y que algùn dìa , esperemos màs temprano que tarde, deberà ser enviado al desvàn de los trastos inùtiles. Pero ese momento no llegarà sino gracias a un despertar de nuestra ciudadanìa y a la intervenciòn de los raros jòvenes dirigentes que han aparecido en estos ùltimos años.
José Manuel Aguirre Cerda
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