Señor Director:
En los años 60, el entonces senador del Partido Conservador Francisco Bulnes Sanfuentes, más conocido en esa época por su apodo del Marqués, declaró que los chilenos teníamos vocación de esclavos, refiriéndose desde luego a los chilenos ordinarios y, en especial, a los trabajadores y a los compatriotas más modestos.
Esta declaración estaba lejos de ser el exabrupto de un representante de la burguesía criolla pues ella ilustraba bastante bien lo que esta clase siempre ha pensado de nuestro país y de nuestro pueblo.
La burguesía chilena siempre se ha comportado como la heredera directa de los colonos españoles que nos dominaron durante todo el imperio hispánico. Como para éstos, los burgueses de nuestro país consideran que nuestro pueblo es una mano de obra que existe solo para hacer usufructuar sus negocios, los recursos de nuestro territorio la base económica para desarrollar sus industrias y nuestra nación una especie de encomienda colonial en la que todo le es permitido a los que la dominan. De allí, la violencia de esta clase cuando se ha pretendido en el pasado poner en entredicho su poder sin límites.
La lógica de esta clase, que no tiene de nacional más que el nombre de sus partidos, es la lógica de la depredación. Depredación de nuestras riquezas hasta su agotamiento, pero sobre todo depredación de nuestro pueblo al que siempre ha sometido al chantaje de la explotación para obtener sus medios de vida o a la amenaza de los pretorianos cuando la más mínima contestación asoma.
Depredación y avidez, pues el afán del lucro lo respiran por todos los poros los empresarios de este mundo burgués en el que no es raro que a la explotación de sus trabajadores se añadan las prácticas turbias del engaño y de la prevaricación con los recursos del Estado.
No puede haber pues ninguna sensibilidad por la suerte de nuestros compatriotas de la parte de los miembros de esta clase neocolonial que es la burguesía de nuestro país, una clase que se identifica más facilmente con sus padrinos extranjeros, del gran norte especialmente.
La burguesía no jugará pues ningún rol histórico en un proyecto de emancipación nacional. Su historia y su comportamiento actual lo prueban hasta la saciedad. Solo la Constitución de nuevas corrientes sociales sólidamente articuladas con la realidad de nuestras grandes mayorías podrán algún día abrir las alamedas con que algunos soñaron.
José Manuel Aguirre Cerda
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