Chile vs Bolivia: Regreso al origen

El segundo tiempo fue simplemente para disfrutarlo. El ingreso de Matías Fernández por Arturo Vidal y el de David Pizarro por Jara nos permitió ver un equipo atractivo, ofensivo, de buen toque y con una precisión inaudita. ¿Qué pasaría si jugáramos así desde el arranque?

El segundo tiempo fue simplemente para disfrutarlo. El ingreso de Matías Fernández por Arturo Vidal y el de David Pizarro por Jara nos permitió ver un equipo atractivo, ofensivo, de buen toque y con una precisión inaudita. ¿Qué pasaría si jugáramos así desde el arranque?

Después de unos días agitados tras la indisciplina y posterior accidente de Arturo Vidal, la Selección Nacional de fútbol enfrentaba la tercera fecha de la fase de grupos. Los chilenos, ya clasificados, disputaban el primer lugar de su zona contra el representativo boliviano, que había sorprendido gratamente en sus presentaciones anteriores y que también había asegurado ya su clasificación a cuartos de final por primera vez en dieciocho años.

La situación de Vidal merece una reflexión independiente. Sin embargo, respetando la decisión de los dirigentes, cuerpo técnico y compañeros de selección del jugador, esperaremos a que termine la participación en la Copa y el resultado de la comisión investigadora de la ANFP antes de emitir una opinión definitiva. Lo cierto es que este comportamiento extra deportivo vuelve a poner al fútbol chileno en boca de todos y eso no es, bajo ninguna óptica, positivo. Comparto proteger y resguardar al jugador en problemas pero no así su inclusión titular ni el borrón de antecedentes. Las reglas que determinan el comportamiento de cualquier seleccionado nacional en cualquier rama deben regir para todos y su aplicación debe ser estricta. Hay que ser cuidadosos porque flexibilizar su aplicación basándose en nombres propios o en el nivel de juego individual le hará un daño enorme al futuro de nuestro deporte. Ganar a cualquier precio tiene un costo muy elevado porque se antepone ese triunfo a valores y conductas definitivamente más nobles.

En lo futbolístico parece que las críticas sembradas tras los primeros partidos hicieron recapacitar al entrenador nacional quien decidió escuchar las voces que pedíamos desde hace rato una propuesta más arriesgada y ofensiva. Incluso los propios referentes del plantel habían manifestado su deseo de regresar al sistema utilizado durante el último mundial. Mayor vértigo, presión y ataque los convencía más que esa versión abúlica y precavida de las jornadas anteriores. Y con ese cambio de esquema y mentalidad Chile jugó un partido casi perfecto. Una excelente presentación en la que se dominaron todas las facetas del juego durante los noventa minutos. Al final terminó pasando por encima de su oponente y cerró notablemente la etapa inicial del torneo.

Y hay algunas claves para comprender la superioridad alcanzada. Esta vez el trabajo defensivo fue correcto y aunque el rival atacó poco y con escasa gente, no hubo errores importantes atribuibles al bloque posterior. La coordinación y los movimientos se ven mejor trabajados con cuatro defensas y da la impresión de que se ocupa y defiende mejor el terreno. Las espaldas están mejor cubiertas y eso les permite anticipar con mayor confianza y jugar más lejos del área propia.

Con la defensa de cuatro bien definida y con los laterales (Isla y Beausejour) defendiendo y sumándose al ataque constantemente, Vidal y Aranguiz volvieron a encontrar espacios para atacar el área y sumarse a la ofensiva. Los dos goles del volante del Gremio de Porto Alegre muestran el regreso de una faceta extraviada y que le hace un bien gigantesco a la selección. Por otro lado Marcelo Díaz tuvo un partido excelente y demostró que ya está retomando el nivel que acostumbraba antes de su lesión. El manejo de los tiempos de juego y la claridad para salir jugando permitieron que Chile trabajara más tranquilo en defensa y garantizara una construcción limpia desde el inicio. Además su buen trabajo liberó a los laterales y apoyó la llegada al área del resto de los volantes. El medio campo volvió a ser muy superior y determinó el ritmo y ubicación de la disputa de la pelota.

En ataque también se mejoró mucho. Con Vargas decididamente acompañando a Sánchez y con Valdivia libre entre ellos, el volumen ofensivo y la precisión del mismo fue mucho mayor. La sintonía del trío es elocuente y enaltece el ataque nacional. Los tres partidos iniciales les permitirán llegar con mejor ritmo a la dura competencia que se avecina y de su eficacia dependerá en gran medida el futuro de la selección en este campeonato.

El segundo tiempo fue simplemente para disfrutarlo. El ingreso de Matías Fernández por Arturo Vidal y el de David Pizarro por Jara ( el otro cambio fue Ángelo Henríquez por Alexis que se encontraba resentido) nos permitió ver un equipo atractivo, ofensivo, de buen toque y con una precisión inaudita. ¿Qué pasaría si jugáramos así desde el arranque? La construcción de los goles, el virtuosismo del juego y el dominio abrumador terminaron apagando cualquier intento rival y sellaron el triunfo local. De paso estableció un parámetro para medir el rendimiento que puede y debe alcanzar nuestra selección.

Fue una noche que sirvió para enmendar el camino y reencantar al público. Un regreso al origen que renueva la confianza y enciende las ilusiones de todo un país.





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