Una lección de la Copa América

  • 06-07-2015

Durante la Copa América sucedieron diversos hechos que dan para reflexionar e incitan a actuar. Gracias al logro de profesionales que hicieron bien su trabajo, hoy las y los habitantes de Chile debemos sacar muchas cosas en limpio y no sólo quedarnos en la anestesia del triunfo. La Copa América nos ha dejado una importante lección política sobre hechos aparentemente no relacionados, pero que muestran una estructura injusta en crisis que debiésemos abordar. Entre estos hechos quisiera destacar aquí el machismo, el sistema de privilegios y la inseguridad ciudadana. De las lecciones la más importante es que las acciones pueden cambiar el estado actual de las cosas.

La violación de una mujer en Vitacura; el femicidio de Carol Martínez Muñoz, junto al asesinato de su hijo de 11 años, y de su abuela Juana Carvajal, de 88 años[i], hace pocos días en La Granja por la pareja de Carol Martínez; el grito “Puto” adoptado por Chile del fútbol mexicano -donde es una agresión verbal contra la homosexualidad- y la mano del futbolista Jara en el trasero de su colega uruguayo son parte de la cultura machista para la cual estos temas aparentemente no tienen ninguna relación. Sin embargo, violentar otro cuerpo sexualmente -ya sea a través de actos verbales o físicos- de modo que el objetivo de la agresión es la feminización de la víctima nos indica el lugar subordinado y oprimido que las mujeres ocupan simbólica y corporalmente en relación a los hombres -no homosexuales- en nuestra sociedad. Por ejemplo, la misma FIFA tras denuncias, investigó a los hinchas mexicanos que gritaron insultos homofóbicos en el mundial de Brasil, puesto que expresiones “tradicionales” no pueden ir en contra de los derechos humanos ni tampoco apoyar la discriminación por sexo u orientación sexual. De hecho no es argumento que esos actos sean comunes aquí o en otras partes del mundo, puesto que la naturalización de la violencia y degradación sistemática que vivimos las mujeres -tanto a nivel discursivo como físico- sólo refuerza el hecho de que se basa en una valorización desigual entre los sexos que conforman la especie humana, la cual conlleva consecuencias inaceptables para las mujeres, incluida la violación y muerte. A la fecha en Chile 22 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o personas emocionalmente cercanas, sin contar las innumerables mujeres víctimas de violación, vejaciones e insultos ya sea por hombres cercanos -en la gran mayoría de casos- o desconocidos. Chile está en cuarto lugar de femicidios en América Latina.

Es por ello, que el cacerolazo que protagonizaron las mujeres en los sectores de las clases altas de nuestro país contra la delincuencia común que les provoca una inseguridad permanente, suena a un ruido extraño. ¿Qué es lo que se defiende al cacerolear en los barrios privilegiados? No cabe duda que la propiedad privada, la que en general está en manos de los hombres[ii]. Todo esto expresa un estructura sustentada en el privilegio que se cuela por todos los ámbitos. La violencia o delincuencia machista, da cuenta de una forma profundamente injusta de relacionarnos y concebirnos como sociedad, que no se sustenta en el tiempo, no sin mantener altos niveles opresión y represión contra las mujeres. Una sociedad donde la vida de algunas humanas no vale nada. Tanto es así que ni siquiera vemos estas terribles injusticias en su dimensión real y podemos defender el grito de “puto” en el estadio como si se tratara de una situación aislada y totalmente inofensiva.

Pero todo esto puede cambiar y esa es la lección del triunfo de la selección chilena. Quienes han entrado en la historia de su profesión ganando una final contra Argentina, algo impensable, aunque deseable, poco tiempo atrás. Sin duda, es una inspiración ante los hechos que parecen ser parte del “siempre ha sido así” -injusticias históricas. No es imposible generar cambios de modos inclusivos, no machistas y democráticos. La Copa América nos ha mostrado que la idea de la inviabilidad de las transformaciones que hoy se demandan en ámbitos estructurales de nuestra sociedad, como lo es el sistema de jerarquía y dominación sobre las mujeres y la explotación de sus cuerpos, es sólo un eufemismo de quienes creen que todo debe seguir igual.

[i]

Ver información sobre este femicidio y todos los del 2015 en https://portal.sernam.cl/?m=programa&i=67.

[ii]      Es el problema de la subalternidad de las mujeres como género, aun las de las clases altas, que hacen propio los intereses de los privilegiados hombres de clase alta. No se dan cuenta que la mayor inseguridad las mujeres, como género, la viven por parte del machismo, no de la delincuencia común. Otro dato de este sistema machista: se ha observado que las diferencias de sueldo entre hombres y mujeres -por igual trabajo y cualificación- aumentan mientras se sube en la estructura laboral en beneficio de los hombres y desmedro de las mujeres.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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