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La muerte negra y criminal de una librería

Resulta paradojal que el fenómeno de ventas que registra el género policial no se haya asomado en las ventas de los libros que con tanto cuidado seleccionaban para un público exigente y acostumbrado a una atención como las de antes, de persona a persona. En Chile, son escasas las librerías que cuentan con un librero-dueño que sugiera y converse, para indagar qué libro es el que está esperando a ese lector.

Vivian Lavín

  Jueves 3 de septiembre 2015 12:12 hrs. 
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“No quiero que se rindan” es como tituló el escritor de novela negra Carlos Zanón su columna publicada en un medio español a propósito de la noticia que la librería Negra y Criminal cierra sus puertas en un mes más. Lo que a muchos no debiera extrañar, cuando es el pan de cada día o casi tres panes al día, si es que consideramos que en España el año 2014 cerraron 912 librerías. Pero el caso de la librería Negra y Criminal es emblemático por el trabajo que han venido desarrollando durante 13 años los libreros Paco Camarasa y Monse Clavé.

Una librería pequeña pero con un corazón enorme, cuando cada sábado recibía a sus clientes con “mejillones” y una copa de vino blanco. Los mejillones son lo que nosotros conocemos como “choritos” y han sido el “picoteo” de una tertulia sabatina que también muere con el cierre de la librería. Como dato curioso, en los 13 años en que la Negra y Criminal recibió a sus clientes, a quienes denomina como “cómplices” en la jerga de la literatura policial, ofreció 1.250 kilos de choritos para compartirlos con los 345 autores que estuvieron allí, disfrutando de una buena conversación en torno a uno de los géneros que más ha crecido en el último tiempo. A comienzos de año, estaba allí Isabel Allende firmando su último libro y el único del género policial, como lo estuvieron los consagrados Leonardo Padura o John Connolly.

¿Por qué le llamaron a su librería Negra y Criminal? Lo explican ellos mismos, los libreros, en una web que nació el 27 de mayo de 2003, cuando se cumplían 109 años del nacimiento de Dashiell Hammet, uno de los padres del género: “Términos como novela negra, novela policíaca y novela de intriga no son suficientes para describir todas las especialidades que nos gustan. Espías, crónica, crímenes reales, cine, una sección para introducir en lo negrocriminal a los más jóvenes, criminología, diccionarios y ensayos”, es parte de la oferta de esta librería también virtual.

Cada semana, llega un correo de estos libreros a sus cientos de cómplices-clientes con las novedades del género. No se trata de la foto de la portada del libro con lo que dice la contraportada, sino que una recomendación real, de quien se ha leído la obra, la ha disfrutado y quiere provocar la fascinación en otro adicto. Y los destinatarios hacían caso, compraban el libro, pero en otra librería, la de cadena, dejando sin los ingresos necesarios al librero para el sostenimiento de un negocio cultural, pero negocio al fin. Y resulta paradojal, que el fenómeno de ventas que registra el género policial y en el que Paco Camarasa y Monse Clavé tienen mucho que decir, no se haya asomado en las ventas de los libros que con tanto cuidado seleccionaban para un público exigente y acostumbrado a una atención como las de antes, de persona a persona. Pero parece que eso ya está desapareciendo de manera irremediable. En Chile, son escasas las librerías que cuentan con un librero-dueño que sugiera y converse, para indagar qué libro es el que está esperando a ese lector.

Es una cuestión de formas de relacionarnos donde más vale seguir el dato de moda, el libro superventas que lo compro en cualquier lugar, incluso un supermercado, entre las compras del mes, para así ser parte de esa conversación social, generalmente, algo frívola que se da en torno a cierta lectura. Que no es reprochable del todo, porque más vale que se esté leyendo algo que nada, pero que no permite profundizar y enraizar el hábito, formar a nuevos lectores en el gusto y no en las tendencias que la mayoría de las veces, vienen sostenidas por el marketing y la publicidad más que por la calidad y la temática o forma de abordar que tiene un libro en particular.

En el correo que enviaron el 1 de septiembre a sus cómplices, los libreros Paco Camarasa y Monse Clavé con el título de Gana el mercado, pierden los lectores decían: “Ahora que la novela negra esta más de moda que nunca, Negra y Criminal cierra.

Cuando las librerías generalistas  tenían recluida o ausente la novela negra, en diciembre 2002,  apostamos por ella.  Así comenzó la única librería que ha habido totalmente especializada en el género, Negra y Criminal.

Ahora, la novela negra está de moda, ahora la novela negra ocupa colecciones editoriales y grandes superficies, librerías y gasolineras, pero muy pocos de los lectores que apostaban por llegar hasta la Barceloneta a dejarse recomendar alguna que otra rareza y llevarse el último Camilleri, nos visitan. Ya no somos necesarios”.

Y a quienes estamos al otro lado del océano, nos produce tristeza por la muerte de un proyecto que nos daba la esperanza de que era posible torcerle la nariz al modelo, que al menos, ellos eran la prueba de que se podía. Los despedimos agradecidos por la pasión que le imprimieron a su trabajo que logró contagiarnos y dejarnos la tarea y el compromiso de ir al rescate de nuestros propios libreros.

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