El terreno de la comedia romántica no es tan fácil como parece. Armar una película ligera pero emocionante, que te haga reír pero cuyos personajes de alguna manera importen al espectador es un desafío. Desafío con el que el cine chileno se ha atrevido poco, y que tiene en “Alma” un ejercicio de buenas intenciones.
El elenco de la exitosa versión criolla de “Casado con hijos” se reúne acá confiando en que la química ya probada entre sus actores podrá sostener una historia dulce, pero superficial. Y algo de eso hay. Mucho de la película funciona gracias al encanto de Javiera Contador, que le otorga mucha gracia a un personaje que podría ser difícil de tolerar. Su coprotagonista Fernando Larraín, no se aleja mucho del tono que le conocemos -y que no hace mucho vimos en “El incontrolable mundo del azar”- pero logra convencer como hombre irremediablemente enamorado de su mujer bipolar.
Este conflicto central, básico de la comedia romántica – chico conoce a chica, la enamora, la pierde, lucha por recuperarla, la recupera, fin- es ordenadamente presentado en la película, sazonado con muchos secundarios que irregularmente aportan –o no- al ritmo del filme. Allí aparecen viejos conocidos del equipo “Casado con hijos” como Marcial Tagle, Dayana Amigo, Fernando Godoy más una larga lista de rostros como María Izquierdo, Luis Dubó, Paz Bascuñán, Ramón Llao y Angélica Castro, entre otros e incluso un cameo de Stefan Kramer, haciendo de él mismo. La banda sonora también cuenta con el talento de dos reconocidos músicos: Pablo Ilabaca (Chancho en piedra, 31 minutos) y Camilo Salinas (Los Petinellis, Inti Illimani Histórico).
Si bien la película no logra muchas escenas de buena comedia, si mantiene un ritmo amable que la hace fácil de ver. Su director Diego Rugier –también responsable de la película “Sal” (2012)- tiene una larga experiencia en televisión y como director de video clips, tanto en Argentina como en Chile. Ambas experiencias aparecen en la construcción de la película. Probablemente lo más interesante sean algunos juego visuales –más cercanos al video musical-, pero en general la propuesta se mantiene en un tipo de narración bastante clásica y cercana a la comedia televisiva.
Probablemente lo más débil de “Alma” es que no logra acercarse al área más compleja del mismo tema que propone. La apuesta por contar como el amor al interior de una pareja puede soportar incluso que uno de ellos tenga una grave enfermedad mental, aparece como una anécdota ligera y relativamente fácil. El personaje de Alma se define a sí misma como maniaca depresiva bipolar, y durante parte importante de la historia abandona sus medicamentos, y todo lo que vemos es a una mujer excéntrica, algo infantil, muy libre, pero siempre muy atractiva. Sabemos que ese mismo diagnostico que la película entrega deriva en situaciones mucho más difíciles que las que la película se atreve a mostrarnos, y en su intención de mantener la levedad de la comedia, se pierde encontrarse allí donde la empatía funciona, la honestidad de la fragilidad humana.
“Alma” se queda en un espacio muy accesible al público televisivo, se sostiene en el encanto y la química de sus actores logrando una dinámica que la hace grata de ver, pero que no deja mucho para recordar luego que finaliza. Es que ese equilibrio entre la grácil levedad de la comedia y la invitación a adentrarnos en las complejidades del hacer humano –especialmente cuando hablamos de amor- es la clave de la comedia romántica y es lo que separa las grandes películas del género de las buenas intenciones.