Frecuencia cardíaca y tensión muscular son parte del lenguaje que el cuerpo usa para expresar lo que sentimos. Y son esas señales con las que se construye Emovere.  Esta obra experimental capta las señales fisiológicas de los bailarines y sus variaciones modifican sonidos e imágenes a través de nuevas tecnologías: en escena los bailarines se mueven con un sensor en su muslo, dos en sus brazos y uno en su corazón.

Ciencia, danza, artes visuales y sonoras se unen para explorar la relación entre emoción y cuerpo. La autoría de esta obra es compartida, entre los aportes de cada integrante en su respectiva disciplina y la de los bailarines que modifican la obra en escena.

La creación implicó una metodología con reglas, estructuras aleatorias, premisas de improvisación-composición y algoritmos que permitieran responder a las señales corporales de las emociones.

Los bailarines entrenaron a partir del método Alba Emoting, que permite la inducción, modelación y vivencia de las emociones desde patrones posturales y respiratorios. Las voces de los bailarines Poly Rodríguez, Pablo Zamorano, Eduardo Osorio y Francisca Morand son parte de los objetos sonoros de la obra.

“No concibo esta obra como algo que puedo escuchar en mi casa solamente desde el punto de vista sonoro y lo mismo pasa con el movimiento, es algo que solamente funciona cuando está unido”, explica el director Javier Jaimovich.

“Entras en un estado emocional y te mueves y a veces no es muy controlable y eso de alguna manera está reflejado en este viaje. A pesar de toda la estructura que le hemos tratado de meter siempre hay algo que no podemos controlar. Es hablar de la vida misma”, cuenta la bailarina y creadora Francisca Morand.

La obra se presentará hasta el 28 de octubre en el Centro Cultural Gabriela Mistral. La entrada tiene un valor de $5000 (general) y $3000 (estudiantes y tercera edad).