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Que Isidora Aguirre haya vivido hasta más allá de los 90 años de vida y no se le haya concedido el Premio Nacional de Literatura es un despropósito de tal magnitud que deberíamos pagarlo con 90 y más años de homenajes y desagravios.
Tan poco sabemos de la más exitosas dramaturgas de nuestro país, que bien viene un pequeño ayuda memoria: le debe su nombre a Isidora Zegers, de quien era tataranieta y autora de la obra chilena de mayor taquilla del siglo XX, La Pérgola de las Flores, estrenada en 1960 y que, desde esa presentación original con el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica, se repitió, sólo entonces, 979 veces. Hasta la actualidad ese número se triplica con creces.
Fue una prolífica dramaturga cuyos textos son aún inencontrables puesto que se tratan, en su mayoría, de autoediciones. Su trayectoria se caracterizó por el profundo compromiso político y social que se revela en sus obras. Como Población Esperanza, que escribiera junto a su amigo Manuel Rojas. Como protagonistas prefiere a los sin voz y si no, a los personajes históricos. A pesar de ello, sus obras son las grandes ausentes de la escena teatral chilena, una situación que no se condice con el reconocimiento que tiene en el exterior. Tanto es así que muchas de las creaciones de Isidora Aguirre han sido presentadas y premiadas en el extranjero y nunca en Chile. Por ejemplo, la obra Diego de Almagro, por la fue invitada al Festival de Almagro, en España, y que no ha sido estrenada en Chile. Como tampoco Bolívar y Miranda, que obtuvo el premio del Fondo del Libro 1994, pero que no se ha montado aún, y sin embargo, fue estrenada en Bogotá. Con Retablo de Yumbel, escrita en 1985 por encargo del Teatro El Rostro de Concepción, recibió el Premio Casa de las Américas 1987, en Cuba, pero en Chile sólo hubo tres funciones, la última coincidió con el atentado a Pinochet y un Estado de Sitio que congeló todo. Su extraordinaria fuerza y vitalidad le permitieron, finalmente, en 1999, a los 80 años, viajar a California para presenciar una versión en inglés de Retablo de Yumbel en la Universidad de Hayward.
Un grupo de investigadores, concientes del maltrato que se le daba a Isidora Aguirre, emprendió un trabajo cuando ella aún estaba con vida. Así, un equipo multidisciplinario conformado por Fabiola Neira Rodríguez, Marcelo Gómez, Juan Carlos Vega, todos técnicos en Bibliotecología y Archivistas; Pía Gutiérrez Díaz, doctorada en Letras; y el trabajo de registro audiovisual de Nicolas Superbi, liderados por la escritora y académica Andrea Jeftanovic, tuvieron largas jornadas de conversación junto a Isidora Aguirre, recorriendo su vida, su trabajo y sus escritos. Fueron 18 meses junto a la escritora y artista y varios años más de trabajo que esta mañana son presentados como el Archivo Isidora Aguirre. “En esta primera etapa de construcción se han organizado 3.219 documentos correspondientes a más de 37 mil páginas, distribuidos en 79 cajas de documentos de diversa naturaleza (…) que fueron indexados en un inventario que ordena el material en las siguientes categorías: “documentos personales”, “literatura”, “teatro” (treinta obras estrenadas, diez sin estrenar, guiones de radio teatro y apuntes de teatro didáctico y político), “traducciones y adaptaciones” (entre Shakespeare, Molière, clásicos españoles y más), “docencia”, “bibliografía crítica”, “dibujos, pintura e ilustraciones”, “entrevistas”, “guiones y libretos cine, televisión y radio”, “música y letra”.
Un trabajo que está a la altura de nuestra gran Isidora Aguirre y que empieza a saldar esa deuda que tenemos con ella a través de esfuerzo realizado bajo el amparo del Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago.
Esta mañana a partir de las 10 horas se realizará la jornada Nuevas lecturas del Archivo Isidora Aguirre, en esa Casa de estudios, en el que se presentará el trabajo de catalogación pero además se conversará sobre su trabajo y se proyectará parte de esa tarea que fue registrada cuando estaba con vida.
Tenía que ser un día como este, en el que durante la mañana Isidora Aguirre estará presente con su compromiso por los más desposeídos y con los valores más esenciales, cuando por la tarde un grupo de Mujeres se dé cita en la FILSA para hablar de DDHH en dictadura, donde los fantasmas de una Gabriela Mistral o de una Isidora Aguirre acompañarán a esas Mujeres con memoria.