Argentina elige entre las conquistas sociales y la recuperación macroeconómica

Éstas son las banderas que los dos candidatos, Daniel Scioli y Mauricio Macri, han agitado para ganar la segunda vuelta de este domingo. Ambos marcan posición, también, con la profundidad del cambio respecto al ciclo kirchnerista.

Éstas son las banderas que los dos candidatos, Daniel Scioli y Mauricio Macri, han agitado para ganar la segunda vuelta de este domingo. Ambos marcan posición, también, con la profundidad del cambio respecto al ciclo kirchnerista.

Prueba de ello es que en el país más futbolizado del mundo (que no lean esto los brasileños) el debate presidencial de este domingo tuvo más rating que la final del mundial del año pasado, donde la selección albiceleste perdió por la cuenta mínima ante Alemania. Daniel Scioli, en torno al cual se ha creado una imagen de desventaja, estaba convencido de poder desnudar el proyecto neoliberal de Mauricio Macri, pero el candidato de la derecha tuvo la capacidad de recibir el golpe sin caer knock out. En un país donde las encuestas han fracasado varias veces y en donde los grandes medios están jugando de lleno contra el oficialismo, no se puede aún saber si es cierto que Macri gana este fin de semana.

Si así fuera, sería una excelente noticia para el eje constituido por países como Colombia, México, Perú y Chile, donde ha habido una política de Estado neoliberal continuada por los gobiernos de turno. Sería, además, un acicate para oposiciones como la brasileña y venezolana, que ante los momentos de debilidad de los gobiernos de sus países podrían sentirse impulsados por la sensación de fin de un ciclo político. Hay que recordar que, en el último, caso, el 6 de diciembre hay elecciones parlamentarias cruciales donde el Chavismo enfrenta, como nunca antes, el riesgo cierto de perder la mayoría electoral y la mayoría parlamentaria con las que ha llevado a cabo su proceso.

​La amenaza para el Frente para la Victoria es real y, queriéndolo o no, los votantes entienden que lo que está en juego es el fin o la continuidad remozada de una época. Justo mientras este artículo se escribe, la presidenta Cristina Fernández ha escrito una ráfaga extensa de twitts que reflejan lo que, en el relato del Gobierno, será el eje de la elección:

“Hace 43 años, Perón retornaba a la Patria tras 17 años de exilio forzado por el Golpe del ’55 y sus sucesivas réplicas/ Su regreso no fue un fenómeno de la naturaleza, ni tampoco una graciosa concesión de la Dictadura/ Regresaba por el despliegue histórico de los militantes organizados a lo largo y a lo ancho del país/ En las fábricas, en la universidades, en los barrios, en la villas y, sobre todo, en la calle/ La calle: geografía preferida de las grandes gestas populares nacionales y democráticas/ La calle: territorio natural de la militancia/ En los días que corren y en éste último sábado, en distintas plazas de la República y también en el mítico Obelisco. / La calle volvió a ser protagonista. Pero en esta oportunidad no sólo había militantes. Hombres y mujeres, jóvenes y mayores/ familias con sus niños que no van a ningún local partidario. Con carteles hechos a mano, con fotos recortadas y pegadas en sus casas. / Docentes, científicos, trabajadores. / Pequeños comerciantes y un solo objetivo: defender conquistas y derechos logrados en estos 12 años y medio. / Están saliendo a defender los derechos y conquistas: su trabajo y las paritarias, la universidad pública y gratuita. / La ciencia y la tecnología, los satélites @ARSATSA 1 y 2, las netbook de sus hijos, las jubilaciones, escuelas. / La Argentina desendeudada, el rechazo a la usura de los Fondos Buitres, rutas, viviendas, centrales nucleares. / Gasoductos, centrales eléctricas, hospitales, PROCREAR, PROGRESAR…. Qué se yo, podría seguir por horas”.

Macri, por su parte, ha hecho todo lo posible por alejarse de la imagen de sepulturero de conquistas sociales. De hecho, durante la campaña el candidato del PRO ha debido ser explícito en reconocer un cambio de respecto de algunas políticas del gobierno nacional y afirmó que “creemos en un rol del Estado fuerte”. Y agregó que “lo que descoloca al kirchnerismo es que quiso trazar una idea de lo que éramos como alguien ideológico con un programa oculto, que no es cierto”. Es decir, el Macri candidato no es de derecha o al menos no quiere parecerlo. Y frente a la campaña del miedo que acusa, la sensación de ventaja le ha permitido festinar con frases como “mi hija Antonia me preguntó si era verdad que los huevos Kinder no iban a tener más sorpresas (adentro) y le tuve que decir que no, que no se preocupe”.

Pero hay quienes piensan, dentro y fuera del oficialismo, que Scioli también representa el fin de una época, aunque aparente continuidad. De hecho, en las propias huestes de la candidatura hay quienes defienden ésta como la lectura correcta del resultado de la primera vuelta. Daniel Urtubey, gobernador de Salta y reconocidamente cercano a Scioli, afirmó que “hay un dato objetivo de la realidad. La mayor parte de los argentinos votó a propuestas alternativas a las que nosotros planteamos. Daniel fue el más votado, pero la mayoría de los argentinos pidió un cambio. Lo primero que tenemos que hacer es entender, es escuchar a la gente, decirles que los hemos escuchado, y empezar a obrar en consecuencia. El 10 de diciembre, hay un cambio en la Argentina, gobierne quien gobierne. Gane Daniel o Gane Mauricio, hay un cambio en la Argentina”.

Lo que falta por saber, entonces, es la profundidad del cambio. Macri ha reconocido que si triunfa habrá devaluación, acuerdo con los Fondos Buitre y endeudamiento público, medidas todas consideradas necesarias para recuperar la competitividad de la economía del país. Los argentinos dirán este domingo si estiman que es para mejor.





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