El Gobierno y sus poderes han determinado que los presupuestos nacionales serán más austeros producto de las condiciones de la economía del país. El primer acto de “esta función”, fue el mezquino aumento del 4,1 por ciento que otorgó el Gobierno a los funcionarios públicos, que en términos reales es de un 0,1 por ciento dada la inflación y otras vainas que argumentan los economistas.
Pareciera ser que la información que posee el poder (quienes gobiernan) es diferente a la que se conoce a través de los medios de comunicación, pues tanto la prensa escrita como la radio y la televisión (a la que accedemos los ciudadanos comunes y corrientes ) publicita escandalosas ganancias, de las AFPs y de las Isapres; “arreglines” millonarios de familiares y empresas -como las mineras – cuyos montos alcanzan incluso para financiar a políticos corruptos y a delincuentes, quienes han reconocido y aceptado sus culpas en tribunales.
El dinero defraudado al fisco, en mi humilde opinión y sin calculadora en mano, debiera alcanzar para que los salarios de los más desposeídos sea considerablemente mejor, pero esto hoy se niega. Al momento de los análisis llegamos a la triste conclusión que los miles de millones con que se subsidia, a través de las triquiñuelas de crear empresas que después asocian como en el caso de las AFPs, da para mantener el gasto fiscal, y sin embargo los ministros callan como cómplices y concubinas del poder, convirtiéndose en “alcahuetes” de los ladrones poderosos.
Los argumentos esgrimidos de los costos del mal manejo económico, de los engaños a las leyes tributarias, de no cobrar y perdonar a quienes no tributan, son definitivamente pobres y obsoletos. Los sinvergüenzas, los ladrones, y delincuentes no son la gente común; los que deben pagar son los empresarios, quienes aparte de ser subsidiados presionan al Estado para seguir endeudándonos.
Cuántos miles de millones se gastan todos los años subsidiando a los dueños de buses, buses que por cierto no funcionan, y que más aún, ni siquiera cumplen con los horarios y frecuencias determinadas por contrato, no solo en el transantiago, sino también en regiones.
Como gran cosa, para seguir “embolando la perdiz”, nos dicen que los ministros y parlamentarios -que superan la no despreciable suma de 6 millones de pesos en sueldo, este año no recibirán aumento, pero ¿acaso no son servidores públicos?, ¿acaso quienes han desfilado por tribunales como delincuentes no les parece una soberbia estupidez y desfachatez seguir ganando más dinero por apoyar leyes coercitivas, y peor aún por legislar para castigar a quienes levantan la voz por sus derechos?
Parece un contra sentido que el mismísimo Burgos, “cacareando” por la falta de recursos y en un afán de congraciarse con la derecha (que robo las tierras de nuestro pueblo originario) entregue recursos millonarios para reprimir a quienes reclaman la tierra que los vio nacer y que innegablemente les pertenece.
El Estado de Chile está invadido por mediocres y “chantas, mercanchifles” de segunda, que tratan desesperadamente mantener sus privilegios. Es hora de juntarnos, de construir la Patria linda, esa de todas y todos. Hagamos un acto patriótico BOTÉMOSLOS del poder; partamos por los municipios y luego por el parlamento. La gente de a pie, los pobres, los que trabajan, los que viven con su sueldo y dignidad, no pueden seguir creyendo y esperando que esta vez, si, “llegará la alegría”, o que la derecha no seguirá entregando nuestros recursos naturales y estratégicos a las trasnacionales.
No han cumplido con nada de lo prometido y no lo harán. Es tiempo de barrer con ellos.
Es nuestro tiempo.
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