Señor Director:
¿Qué hacer cuando los temas rebotan una y otra vez? Estudiando la trayectoria de una pelota sobre la pared, constatamos que para mantenerla en el aire en la dirección requerida sin perderla, debemos aumentar la velocidad y la precisión y por ende la fuerza.
Los temas vuelven una y otra vez y rebotan desde el 2006, desde el movimiento de los pingüinos, es decir nueve años, y todavía estamos en veremos.
La reforma a la educación, al sistema tributario, a la Constitución, al frente laboral. Todas estas nos rebotan con reiteración, y hasta la saciedad. Nutriéndose de nuevos perfiles, como la deslegitimación de los poderes del Estado y sus instituciones.
La paradoja es que el país sigue andando a pesar de los despropósitos, aún queda energía para que no se detenga y colapse la inercia en política y economía, pero aun así tenderá a detenerse, muchos temen.
¿Por qué? Las masas que mueven el país no sienten ninguna conexión con la clase política después de constatar en la práctica que esta a la vez no tiene el más mínimo interés de conexión con el electorado, ¿para qué? Si estos aún viven en dictadura, aunque ellos dicen que es democracia.
Le podríamos dar vueltas y revueltas al asunto, pero es así, inamovible. Cada vez que el pueblo sale a la calle con sus exigencias y pancartas, los políticos se repliegan a capear la tormenta. Desde el 2006 lo han hecho por lo menos diez veces.
Lo más significativo y decidor es el secretismo y el silencio de la Presidenta. Pero eso puede ser la gota que rebalse el vaso.
Los actuales políticos y futuros candidatos a concejales, diputados, senadores, y presidente sacan cuentas y recuentas sobre la derramada por los suelos credibilidad de los chilenos. Es como esperar una cosecha sin sembrar, absurdo.
No podemos negar que el modelo económico tiene una dinámica, y esa es la administración de las ganancias por los empresarios, la mayor de las veces a costa de la pauperización del Estado. Para que el modelo siga manteniendo esa dinámica es condición inevitable que alguien pague, para que el empresario distribuya las platas en la modalidad del chorreo.
Aun habría luz verde para seguir practicando la colusión, la evasión, y el cohecho, a juzgar por los últimos fallos de la corte de justicia. De no ser así se cae el modelo, a menos que se haga una reforma drástica a la Constitución para penalizar estos delitos, de lo contrario el modelo a la larga cae por su propio peso.
Esto lo vieron de antemano los países de la OCDE que también aplican el modelo, precaviéndose en cierto modo de tapar los hoyos y resquicios, mediante revisión y reformas a la Constitución. Todo esto se traduce en la práctica a que las penas por delitos de fraude y colusión, tienen duración como mínimo, tres y cinco años de cárcel.
España es la excepción, es por eso que los movimientos sociales exigen ahí reformas a la Constitución.
Resumiendo, el modelo como lo interpreta la clase empresarial y política, es la oportunidad de generar riquezas mediante el fraude al Estado y los consumidores, en eso parecen estar todos de acuerdo, el que no está de acuerdo es el pueblo. Pero según los entendidos eso no tiene importancia, pues la correspondencia entre políticos y la ciudadanía es algo que no existe.
El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.