Con respecto a las gigantografías que comparan el aborto con las violaciones de derechos humanos cometidas en dictadura, queremos manifestar nuestra profunda indignación.

Durante la dictadura miles de personas fueron torturadas, desaparecidas y asesinadas porque tenían convicciones diferentes a quienes en ese momento definían las reglas. Todos los organismos internacionales de Derechos Humanos fueron clarísimos en condenar estos hechos y en la responsabilidad del Estado por haber violado el derecho a la vida, a la salud, a no ser sometido a torturas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Una mujer que está embarazada a causa de una violación, cuando su vida o salud está en riesgo o cuando el feto es inviable, y que es forzada a continuar un embarazo, está también siendo víctima de violaciones a sus derechos humanos. Los mismos organismos internacionales han exigido a Chile una modificación a la ley. Puesto que la legislación chilena criminaliza el aborto sin excepciones, el Estado le está negando a las mujeres protección para los mismos derechos básicos antes mencionados: vida, salud y a no ser sometida a tortura. Y lo está haciendo por la misma razón: porque tiene una convicción personal diferente a la de quienes han legislado en Chile.

Finalmente, queremos reforzar que la memoria de las víctimas de la dictadura no debe jamás trivializarse y es, al menos, una falta de respeto utilizarla para campañas no relacionadas. Esperamos no tener que ver nuevamente este tipo de comparaciones que en nada aportan a un debate serio sobre la materia.