Señor Director:
Hechos:
- En el funeral de una distinguida profesora de la Universidad de Chile, me encontré con innumerables académicos de la U. de Chile, quienes hasta poco tiempo antes se desempeñaban como autoridades superiores de la Universidad, y en ese momento se desempeñaban como autoridades académicas superiores de universidades privadas. Conozco casos enteramente semejantes de profesores de otras universidades, tales como la USACH, la U. de Concepción, la PUC de Chile, etc.
- El desastre experimentado por el sistema de acreditación de la educación superior, transformado en una compraventa de acreditaciones, que terminó con su máxima autoridad presa.
- El reciente fallo de la Justicia, ordenando indemnizar a ex alumnos de la U. del Mar. Asumo que este derecho emana del hecho que dicha universidad fue acreditada por el Estado de Chile, el mismo que luego la cerró por graves fallas.
Lo hechos anteriores ilustran un fenómeno sucedido con el Sistema de Educación Superior impuesto por la dictadura, que por un lado transformó a la educación en un negocio privado y, por otro, desatendió a las instituciones públicas de educación, empezando por la U. de Chile.
Consecuencia de lo anterior, es que las instituciones de educación superior tuvieron que, crecientemente, auto financiarse, con o sin fines de lucro. Fue así como las universidades del Estado, tuvieron que generar creativamente, mecanismos de obtención de recursos económicos, ojalá sin traicionar su esencia. Este proceso duró años, los suficientes para provocar un cambio cultural, tanto interno, como de sus “académicos” (Lo pongo entre comillas, porque muchos de los “académicos” chilenos, lo son porque reciben un cheque de una universidad, pero, la verdad es que son docentes, expertos o no, dado que no investigan).
En mis años de desempeño en el mundo universitario y gremial, pude ver como la mayoría de las autoridades de las universidades estatales y públicas, emitían juicios críticos, algunos muy duros, hacia el mundo de las nuevas universidades privadas, sin embargo, con el tiempo fui observando que este discurso crítico existía en círculos cerrados, que cuando tenían que emitir juicios más públicos, se morigeraban bastante, más aún, cuando tenían que evaluar, oficialmente, a las “privadas” lo hacían con un bajo nivel de exigencia y un alto nivel de comprensión al esfuerzo que estaban desarrollando por servir a Chile.
Es más, en muchas reuniones compartidas por ambos mundos, se llegaba, con frecuencia, a diagnósticos compartidos, también a mecanismos de solución compartidos. Muchas veces me sentí solo o en franca minoría, ante el hecho que quisiera darles visibilidad a deficiencias importantes o a irregularidades graves, por ejemplo, las vinculadas al hecho que era evidente que lucraban, lo que la Ley vigente, no permitía. “Necesitan tiempo, como también nosotros en nuestros comienzos, lo necesitamos”.
Con el tiempo, empezó a ser habitual, que académicos (as) o dirigentes gremiales, críticos en privado de las “privadas”, aparecieran de decano, vice decano, vicerrector, director, etc., en alguna universidad privada.
Para llegar a ocupar cargos o servir funciones administrativas superiores en una universidad, normalmente hay que estar en posesión de una jerarquía académica alta, en el caso de la U. de Chile, jerarquías de Profesor Titular o Asociado. Al leer el reglamento de evaluación académica, se ve que para que la Universidad le reconozca esos niveles de jerarquía académica, la persona, entre otros atributos, debe demostrar estar en posesión de un muy alto nivel de autonomía moral.
Surge entonces la pregunta, ¿Cómo se entiende que personas con estas jerarquías académicas hayan tenido estas actuaciones?
La respuesta no es simple, seguramente es muy variada caso a caso. Sin embargo, creo que hay algunos elementos comunes.
Alcanzar el poder de un Rector u otro, como el poder de un Decano, supone un largo camino por llegar a ser Profesor Titular y luego una lucha, más o menos abierta, por alcanzar el poder político de un rector o un decano. Quienes llegan, necesariamente han debido transar muchas cosas. Además, una vez alcanzado el poder, han debido alejarse de sus “comunidades de origen”: departamentos universitarios o equipos de investigación. Lo anterior determina que de algún modo se van quedando solos (Es probable también que, en los caminos al poder, dejaron heridos). Considérese también que, la cultura institucional de este periodo, incluye una relación con los “jefes” caracterizada por la lisonja a ellos.
En consecuencia con todo lo anterior, estas autoridades, aún en edad de trabajar (y aportar), tienen un futuro incierto para cuando terminen sus cargos superiores en las universidades públicas. Se ven a sí mismas, solas y sin poder, expuestas a un trato respetuoso, pero algo conmiserativo. Además, con un nivel de ingresos muy inferior al de los cargos que ocuparon.
Todo lo anterior los hace extremadamente vulnerables, lo que puede ser aprovechado, y lo ha sido, por instituciones privadas, que, al contratarlos, se visten con su prestigio y se benefician de sus decisiones. Además, al contratarlos, envían señales a quienes “vienen en el mismo camino” que sus antecesores, para que sus actuaciones los acerquen al mundo privado. Por su parte, estas ex autoridades públicas, al acceder a ser autoridades privadas, racionalizan su situación, lo que probablemente no les resulta muy difícil, dado que, normalmente han transado tanto, que una transacción más, no es tan importante.
Si alguien está de acuerdo con lo descrito, y también está de acuerdo en que, sería ideal que no sucediera, se preguntará que hacer para minimizar estas situaciones.
Me parece que soluciones sistémicas, son difíciles de diseñar, más difíciles de implementar y más aún lograr que sean eficaces al objetivo planteado. Lo anterior no obsta a que se puedan mejorar los sistemas.
También que lo más importante, es lo más difícil: como evaluar la autonomía moral de una persona. Si se encontrara un método confiable, y se aplicara rigurosamente en la carrera académica, aquellos (as) que estén en posesión de las más altas jerarquías, serían menos vulnerables. También la generación de una cultura de servicio y humildad, que incentive a alcanzar la sabiduría humana, sería un contribuyente muy importante en la disminución de la vulnerabilidad de estas autoridades superiores.
Para terminar, pienso que alcanzar mejorías en lo planteado será un aporte a la sociedad toda, mal que mal, estamos hablando de personas que forman a líderes de opinión y que de alguna forma son vistos por muchos, como ejemplos a seguir.
El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.