En una casa de la población Santo Tomás, en la comuna de La Pintana, comenzará en las próximas semanas un nuevo ciclo de una iniciativa que nació al alero del Festival de Cine Social y Antisocial (Feciso) y que ya va por su sexto ciclo: la Escuela Popular de Cine.

La instancia recibe cada año a cerca de una veintena de estudiantes, provenientes de diferentes zonas de Santiago, quienes participan de talleres divididos en dos ramas: realización audiovisual libre y comunicación de resistencia.

“Siempre tuvimos la idea de, aparte de mostrar películas en la calle, también generar educación respecto de lo que significa el cine, tener una escuela popular y gratuita. Era como el gran proyecto del colectivo del festival”, explica Carolina Adriazola, coautora del documental Crónica de un comité y una de las fundadoras de la Escuela.

“Siempre imaginamos que era un proyecto de largo aliento, porque no es fácil de realizar y sabemos que necesita tiempo para experimentar y acomodar las piezas. Lo bueno es que cada vez que convocamos, llega mucha gente a participar. Tanto así, que tenemos que hacer una selección, porque no tenemos espacio para tanta gente. Ni siquiera nos imaginamos que la escuela pueda terminar”, añade.

Las actividades, que son gratuitas, son gestionadas por un colectivo que integran alrededor de una docena de personas, la mayoría ligadas también a la organización de Feciso. ¿Qué es lo que los une a todos? “La idea de la escuela es que nos empoderemos o, más que empoderarnos, recuperemos las imágenes que sentimos que están -en su mayoría- tomadas por el cine dominante, bajo una perspectiva que no nos representa”, dice Fabiola Albornoz, otra de sus gestoras.

Según explica, ese cine, generalmente, “es un lenguaje asociado a un círculo elitista y cerrado. Dedicarse cien por ciento al cine es parte de una elite y nosotros creemos que todos podemos ser potenciales creadores y, desde ahí, tocar las temáticas de crítica social y recuperar las imágenes que creemos que representan a lo popular”.

Luego de años de itinerancia, la Escuela se ha establecido en la población Santo Tomás de La Pintana, sector donde además se realizan varias de las actividades de Feciso. En estos años ya ha producido más de una docena de realizaciones, las que son exhibidas en cada versión del festival y también se encuentran disponibles a través del sitio web de la Escuela.

“La forma dominante de hacer cine es sumamente cara, entonces hay una distancia implícita que siente la gente con el cine. También creemos que muchas personas tienen cosas que decir, puntos de vista interesantes y pueden reflejar cosas mucho mejor que las películas que se distribuyen a nivel nacional o internacional. Cuando se refleja la imagen del pobre, por ejemplo, muchas veces se caricaturiza o se tiene una mirada muy vertical. La Escuela también está para buscar diferentes estrategias para hacer una película, que no necesariamente requiere un gran presupuesto, un staff, catering ni todas esas tonteras que se ocupan en las grandes producciones”, explica Fabiola Albornoz.

En ese sentido, Carolina Adriazola recalca que el modelo de enseñanza es horizontal. De este modo, a pesar de que cada producción tiene un autor, también es producto de un trabajo entre los diferentes miembros de la escuela.

Por otra parte, dice, la idea es “que el espectador no solamente sea un ser pasivo, sino que también sea un creador. Ese es uno de los conceptos básicos, tanto de la escuela como de Feciso, que el espectador no solo vea algo, sino que también cree algo. Que con lo que le estás mostrando, tenga la capacidad de crear algo sobre eso, que el movimiento nunca se termine”.

Coordenadas

Las inscripciones para participar del sexto ciclo de la Escuela Popular de Cine se encuentran abiertas hasta el próximo viernes 8 de abril. Se pueden realizar a través de este enlace. 

Los trabajos de los ciclos anteriores se pueden ver acá.