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Nagorno Karabaj: Un resabio de disputas postsoviético

El conflicto del enclave de Nagorno Karabaj o Alto Karabaj, constituye uno de los últimos resabios de disputas del otrora espacio postsoviético. Una región montañosa situada en el Cáucaso Sur, que enfrenta a Azeríes de origen turco contra armenios de origen indoeuropeo. Y donde potencias regionales como Irán, Turquía y Rusia juegan un papel de primer orden.

Pablo Jofré

  Jueves 7 de abril 2016 11:36 hrs. 
Nagorno Karabaj

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En las postrimerías de lo que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas – URSS – comenzó a bullir un enfrentamiento, entre dos  ex repúblicas de la URSS: la República Socialista de Armenia y la República Socialista de Azerbaiyán. Esto,  partir de febrero del año 1988 cuando el Parlamento del enclave de Nagorno Karabaj – región de 11.400 kilómetros cuadrados, con población mayoritariamente armenia y situada en la República de Azerbaiyán – votó a favor de unirse a Armenia y terminar así con 68 años de vida como región autónoma dentro de la República de Azerbaiyán, como creación propiciada por el otrora naciente Estado Soviético. A inicios de la década del veinte en el siglo XX. Esta votación dio el puntapié inicial, para violentos enfrentamientos étnicos, que obligaron a la población azerí residente en Armenia a huir  su país y a los ciudadanos armenios en suelo azerí volver al suyo. Violencia que logró sofocarse en parte,  sólo por la intervención del Ejército Rojo.

El proceso que condujo al enfrentamiento directo entre ambas repúblicas se posibilitó tras la disolución de la URSS que llevó a los secesionistas del Alto Karabaj a declararse como un Estado independiente. La renuncia de Mijaíl Gorbachov en diciembre del año 1991 derribó el último muro que impedía una guerra total entre armenios y azeríes. Un mes antes, el 21 de noviembre del año 1991 el parlamento de Azerbaiyán rebautizó a la región de Alto Karabaj como Xankandi revocando la autonomía que tenia bajo el régimen soviético. Por su parte Nagorno Karabaj se declaró independiente el 6 de enero del año 1991 sin tener, hasta el día de hoy, reconocimiento internacional alguno.

La guerra entró en una espiral de violencia que resultaría imposible detener durante tres años. Generando 30 mil muertos, un millón doscientos mil  de desplazados tanto armenios como azeríes – 400.000 habitantes armenios de Azerbaiyán se desplazaron a Armenia o Rusia, y otros 30.000 llegaron del Karabaj, 800.000 fueron los azeríes desplazados incluyendo en ello los que vivían en Armenia y del propio  enclave. Armenia ocupó un 20% del territorio de Azerbaiyán,  que involucra al enclave de Nagorno Karabaj y siete distritos – también dominados por los armenios – y  que rodean dicho enclave: Agdam, Fizuli, Jebrail, Zangelan, Gubatlin, Lachin y Kelbajar, cuya devolución es exigida por Azerbaiyán constituyéndose en la principal piedra en el zapato frente a cualquier posible solución. Esto, porque Armenia se niega a restituirlo  mientras no se acuerde el mantenimiento de un corredor, a través del distrito Lachin, que una físicamente Nagorno Karabaj y Armenia.

El año 1994 se logra un alto al fuego auspiciado por el denominado Grupo de Minsk co-presidido por Rusia, Estados Unidos y Francia, además de la presencia de países participantes como Bielorrusia, Alemania, Italia, Portugal, los Países bajos, Suecia, Finlandia y Turquía, además de los dos países enfrentados – interrumpido esporádicamente como ha año tras año desde 1994 con episodios más violentos como el año 2008,  de junio a septiembre del año 2015, diciembre del año 2015 y ahora en marzo del año 2016 – generando una situación regional de alerta no sólo por las implicancias políticas y económicas que acarrea un conflicto en el Cáucaso, sino que en el plano de las influencias en momentos que potencias como Rusia, Turquía e Irán se encuentran participando activamente y sea en la defensa de Siria como es el caso de Teherán y Moscú, en oposición a una Turquía, aliada de la OTAN y aval en materia de financiamiento, apoyo logístico y material de los grupos takfirí. Recordemos, igualmente el contencioso que enfrenta  Turquía, como heredero del Imperio otomano, con el pueblo Armenio que exige el reconocimiento turco del llamado Genocidio Armenio en la segunda década del siglo XX.

Recordemos que la Federación Rusa es garante de la seguridad de la República de Armenia donde posee dos bases militares – cerca de la Frontera con Turquía – bajo el marco de un tratado de defensa que une a Ereván y Moscú. Igualmente Putin logró atraer a Armenia a la Unión Económica Euroasiática el año 2015 que alejo a esta república de los cantos de sirena provenientes de la Unión Europea y que explican, por ejemplo, el enfrentamiento que se vive con Ucrania, que bajo los sectores nacionalistas buscan salir de la órbita de Moscú. Por su parte. Turquía aliada de Azerbaiyán a partir de lazos históricos, culturales, religiosos y lingüísticos se ha implicado fuertemente en el conflicto y ha sido responsabilizada de catalizar el estallido del último conflicto en este mes de abril.

En un interesante trabajo de Francisco Ruiz González sobre el conflicto en el Alto Karabaj este señala que “frente a la activa presencia de Rusia en el Cáucaso Sur, la Unión Europea ha canalizado sus políticas en la zona a través de la “Asociación oriental” en cuyo marco se han negociado Acuerdos de Libre Asociación y Libre Comercio con las seis ex Repúblicas Soviéticas que participan en este programa : Ucrania, Bielorrusia, Moldavia, Georgia, Armenia y Azerbaiyán” Acuerdos que chocan con los intereses de países miembros de la UE en la zona como es el caso de Francia con relación a Armenia, país que acoge una importante población de ese origen “el acuerdo propuesto por l UE en específico con Azerbaiyán no mostraba un apoyo firme a la integridad territorial Azerí, como sí lo hizo en los caso de Moldavia – Trandniester – Georgia – Osetia del Sur  y Abjaza”.

 La Solución es Política

Para el Canciller Ruso, Serguei Lavrov “El conflicto de Nagorno Karabaj no tiene solución militar pero “Hay intentos por parte de los que no están de acuerdo con los enfoques básicos de la normalización en Nagorno Karabaj (…) de suspender lo que fue pactado y fijado en documentos firmados por Rusia, Francia y EE.UU” Para Lavrov la postura acordada supone la solución del conflicto de forma “exclusivamente pacífica y política”. Rusia ha declarado que el gobierno turco debe dejar de entrometerse en los asuntos de sus vecinos, sean estos sirios, iraquíes o Azeríes. “Hay sobradas pruebas de que Turquía, pese a todos los llamados, continúa su injerencia, sigue apoyando al terrorismo”

El Presidente Turco Recep Tayyip Erdogan, por su parte, en una clara provocación a los intentos de frenar la más grave escalada de violencia de los últimos años entre Armenia y Azerbaiyán señaló en Ankara que “Desde el mismo inicio de la crisis de Nagorno Karabaj Turquía estuvo junto a Azerbaiyán, y eso continuará; algún día Karabaj volverá sin falta a su verdadero dueño y volverá a ser azerbaiyano”. Prima en esta declaración, no sólo la retórica fraternal entre dos pueblos de origen altaico de raíz turkmena, sino, sobre todo, los grandes intereses económicos que rodean esta relación en el plano de los hidrocarburos, unido a gasoductos y oleoductos.  Y en esto el acuerdo entre Turquía y Azerbaiyán firmado en junio del año 2012 para la construcción del gigantesco y multimillonario gasoducto TANAP – Trans Anatolia Gas Pipeline Project – que tiene el objetivo de llevar Gas azerí a Europa pasando por territorio turco como claro competidor del gasoducto proyectado entre Rusia, Irán y Siria, congelado en virtud de la agresión al pueblo sirio, donde precisamente Turquía ha jugado un papel de apoyo fundamental a los grupos terroristas takfirí como Daesh y  el Frente al Nusra.

A pesar de esos intereses y el peligroso equilibrio de poderes regionales de la zona, las sociedades de Azerbaiyán y Armenia, incluido lógicamente el enclave de Nagorno Karabaj aspiran a un futuro de paz. El presidente armenio, Serzh Sargsyan manifestó, por su parte, que  “Armenia y Nagorno Karabaj se pronuncian a favor del cese de hostilidades y la reanudación del régimen de alto el fuego acordado en 1994 del que la OSCE es garante– con la condición de que las unidades militares de los bandos vuelvan a las posiciones que ocupaban hasta el 1 de abril de 2016”. Si esto no es así, advirtió Sargsyan en Ereván, donde se reunió con los embajadores de la OSCE “una mayor escalada de las acciones militares puede acarrear consecuencias imprevisibles e irreversibles, incluido una guerra a gran escala”

Para Azerbaiyán, a través de declaraciones de su presidente  Ilján Alíev se proseguirá en los esfuerzos destinados a arreglar el conflicto de Nagorno Karabaj de modo político “pero, ese conflicto debe arreglarse en base al respeto de la integridad territorial de Azerbaiyán. Por desgracia, Armenia sigue poniendo condiciones para liberar los territorios ocupados. Esto a pesar que el Consejo de Seguridad aprobó cuatro resoluciones destinadas a exigir la retirada de las Fuerzas Armenias del territorio de Azerbaiyán y sin embargo la ocupación de nuestra tierra se extiende ya por más de 20 años”. Azerbaiyán insiste en recuperar su integridad territorial – con relación a los siete distritos que rodean Nagorno Karabaj – y por su parte Armenia, defiende los intereses de la autoproclamada República de Nagorno Karabaj,  que no es parte de las negociaciones y que implica, al menos tener bajo su control el distrito de Lachin, que le permitiría tener comunicación directa con la República de Armenia.

A punto de cumplir tres décadas, desde el inicio del conflicto que enfrenta  a Armenia  y Azerbaiyán,  no se vislumbra una solución que permita cesar las hostilidades entre ambos países – y donde las propias fuerzas militares del enclave juegan su papel – El marco de acuerdo hoy, tanto como el año 2007 cuando la OSCE presentó, a través del Grupo de Minsk una hoja de ruta para solucionar el contencioso del Alto Karabaj – denominado Principios de Madrid – sigue siendo el mismo. Pasado casi una década, su freno a la puesta en práctica muestra el entrampamiento y la poca disposición a buscar un camino de arreglo definitivo. Es en ese plano donde Irán – que ha declarado la necesidad urgente de llegar a un arreglo definitivo y actuar con moderación para evitar más enfrentamientos –  Rusia y Turquía deben jugar el papel de potencias regionales y permitir que esos principios sean la base de un acuerdo final. Los principios de Madrid refieren a seis puntos específicos:

 

  1. Devolución a Azerbaiyán de los siete distritos que rodena Nagorno Karabaj.
  2. Aprobación de un estatuto provisional que garantice la seguridad y el autogobierno de la región.
  3. Mantenimiento de un corredor, que una físicamente los territorios de Nagorno Karabaj y Armenia por el Distrito de Lachin.
  4. Determinación mediante una consulta, jurídicamente vinculante del estatus definitivo del enclave.
  5. Derecho de los desplazados internos y refugiados a regresar a sus hogares.
  6. Despliegue de una Misión Internacional de Paz.

En perspectiva de lo que ha pasado en estos 9 años desde los Principios de Madrid se puede concluir que Armenia exige que se implementen las seis medidas contempladas. Azerbaiyán, por su parte pide la retirada total, de todos los distritos ocupados y sin resolver l tema del referéndum que implicaría, con toda seguridad, la pérdida definitiva de la región visto que del total de 140 mil habitantes, el 90% es armenio.  El gobierno Azerí propone un estatus de amplia autonomía similar a los que Rusia ha dispuesto para Tartaristán o Bashkortostán. Se unen a esto las discrepancias respecto al retorno de los refugiados visto el odio étnico suscitado con las matanzas efectuadas en diversos puntos, tanto en Azerbaiyán como Nagorno Karabaj contra nacionales de una y otra nacionalidad.

El análisis de los hechos acaecidos en estos 28 años, el papel que cumple Azerbaiyán y Armenia, los roles de potencias regionales como Rusia, Irán y Turquía, que influyen enormemente en el desarrollo de otros conflictos cercanos como los que se llevan a cabo en Siria e Irak, obligan a pensar en caminos de solución, prontos. Y, en ese marco la aceptación de los Principios de Madrid parece ser el camino más idóneo. Es por lo menos lo que vislumbro, sobre todo en la alianza Turco-Azerí, donde la posición política del gobierno de Ankara se ha visto debilitada por varios factores: las críticas provenientes de la Unión Europea y estados Unidos, ya sea por el papel jugado en materia de refugiados, las acusaciones de corrupción del gobierno de Erdogan, su papel como apoyo a ultranza de los grupos takfirí en Oriente medio, la batalla librada contra kurdos sirios, iraquíes y su propia población kurda, la paralización de las negociaciones para una hipotética adhesión a la UE.

Bajo estas premisas el eje Ankara-Bakú, a pesar de su potencial económico y estrecha comunión de intereses históricos, culturales y lingüísticos – ambos son un pueblo túrquico –  se encuentra aislado lo que requiere analizar con cuidado los pasos que se den por parte de mediadores y rivales, que no impliquen que Turcos y Azeríes se sientan avasallados, impelidos a aceptar los Principios de Madrid a rajatabla, pero tampoco permitir una salida suicida que implique desatar el fuego del infierno en el Cáucaso Sur en virtud de políticas bélicas tejidas más en Ankara que en Bakú.

Ayudará, en la búsqueda de los caminos de la paz y Ha sido una oportunidad única, la IV Reunión Trilateral de Cancilleres celebrada en la ciudad iraní de Ramsar el día martes 5 de abril – provincia de Mazandaran –  entre los cancilleres de Irán, Mohamad Yavad Zarif, de Turquía, Mevlut Cavusoglu y de Azerbaiyán, Elmar Mammadyarov. Reuniones que persiguen mecanismo de entendimiento en materias variadas, intercambio de puntos de vista sobre los temas trilaterales y regionales basados en el entendimiento común para reforzar la estabilidad y la seguridad.

Y, sin duda, allí se tocaron, los pasos destinados  evitar una escalada de violencia entre Armenia y Azerbaiyán. Irán es consciente que en calidad de vecino, tanto de Armenia como de Azerbaiyán debe ayudar en la solución de un conflicto, que evite una guerra a escala mayor – recordemos que Irán  posee en su parte noroeste una importante población azerí cercano al 20% de su población total lo que los hace el segundo grupo étnico más importante después del persa –  . Situación que lo puede afectar  y se constituya en una amenaza mayor  a su seguridad en momentos que su potencial político y prestigio se ha fortalecido tras los acuerdos nucleares con el G5+1 y su papel en la defensa de Siria e Irán contra los terroristas takfirí. La paz en el Cáucaso Sur es una baza importante para los anhelos de paz en toda la región de Oriente Medio y Asia Central

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