Señor Director :
Hace casi justo diez años, con sus protestas, los estudiantes remecían la primera Presidencia de Bachelet y ésta solo logro salir del apuro con algunas iniciativas mas o menos novedosas y con muchas de las manoseadas diabluras a las que nos tienen habituados nuestros políticos.
Los secundarios y universitarios que protagonizaron esos acontecimientos tenían, por lo general, entre 15 y 25 años en esa época, es decir las edades del liceo y de la universidad. Hoy en día, una década después, deben andar por entre los 25 y 35.
A estas edades, que corresponden a la vida activa y a la vida ciudadana plenas, uno debiera poder encontrar a los manifestantes de otrora en situación de proseguir por otros caminos sus combates de ayer y sin embargo, eso no parece ser la regla.
Así en el parlamento actual hay solo cuatro antiguos dirigentes estudiantiles que han sido elegidos diputados, lo que parece ínfimo en una asamblea que cuenta con 120 legisladores, y en las dirigencias de los partidos políticos es raro encontrar representantes de la cohorte de edades descritas. Las razones son bastante conocidas del desapego de los jóvenes por unas tiendas partidarias que cuando no están enredadas en financiamientos ocultos, dan todos los días ejemplos de su incompetencia.
Hasta el PRO ha sido mas que salpicado por las bajezas, por decir lo menos, que hemos conocido recientemente. Así pues, es muy posible que estos jóvenes chilenos y chilenas no solo no militen en estas organizaciones sino que ni siquiera voten en los comicios regulares.
Debemos suponer de esta manera que considerando sus edades actuales los manifestantes del 2006 están hoy sumergidos en la lucha por la subsistencia para muchos o en el esfuerzo por ver progresar su carrera profesional para muchos otros, de tal manera que la implacable lógica de la sociedad consumista ocupa, en ellos, hoy el lugar del combate de hace un decenio.
Si esta hipótesis fuera la cierta, habría que aceptar que lo que ocurre y ha ocurrido mil veces en todas partes del mundo se verifica también en Chile: que las movilizaciones estudiantiles son incapaces de poner en jaque el sistema de poder mientras no logren poner en movimiento unas fuerzas sociales más vastas y en particular las de los trabajadores organizados.
El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.