Profanación


Viernes 10 de junio 2016 9:06 hrs.


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Señor Director:

En referencia a la última marcha organizada por la Confech y el atentado contra la Iglesia de la Gratitud Nacional, como ciudadano y estudiante, quisiera decir lo siguiente:

En primer lugar, que la Iglesia afectada por la violencia de los encapuchados, ha sido objeto de este tipo de ataques en más de una ocasión.

En segundo lugar, que esas dependencias son patrimonio cultural reconocido por el Estado chileno.

Y en tercer lugar, que por gozar de dicha calidad, siendo además un lugar de culto reconocido, el Estado tiene el deber ineludible de proporcionar debida protección, tanto al inmueble como a las personas que se encuentren en su interior, y que dichas providencias deberían tomarse diligentemente cada vez que se autoriza una marcha, de cualquier tipo, con carácter preventivo.

Finalmente, quisiera manifestar que, al igual que muchos otros estudiantes del país, repudio este acto de violencia, que en nada aporta a la causa social que nos convoca de norte a sur del país. Porque, definitivamente, la violencia, la destrucción del patrimonio cultural, la intolerancia religiosa y la vulneración del derecho a la libertad de culto, no son el camino correcto y fructífero.

En una república democrática, siempre habrá espacio para la fuerza de las ideas, por más diversas que sean. Lo que no se admite, bajo ningún concepto, es el uso de la fuerza física, la agresión. Y esto aplica siempre, ya se trate de lugares de culto, propiedad pública o privada y, naturalmente, de personas.

De una u otra forma, los ciudadanos pensantes concordamos en que ni los kioskos, ni los semáforos, ni los crucifijos, son culpables de injusticia alguna y que quemarlos, destruirlos o rayarlos, en nada nos beneficia. Al contrario, genera gasto público innecesario, atenta contra la dignidad de otros ciudadanos y trae desprestigio, deshonra y descrédito a cualquier movimiento social.

Siento cierto grado de orgullo al ver que los dirigentes estudiantiles, tanto universitarios como secundarios, han aparecido públicamente condenando estos actos, dando una clara señal al país: los bandidos, inadaptados sociales o lisa y llanamente, delincuentes, son una minoría, que no representan al movimiento estudiantil, ni viceversa.

Llegue entonces mi llamado de atención al intendente de Santiago, para que en una futura marcha, el patrimonio cultural de la República esté debidamente protegido, tal como ordena la legislación vigente en la materia, con todos los medios de los cuales dispone.

Lleguen también mis felicitaciones a los dirigentes estudiantiles, que solidarizando con la iglesia chilena, han condenado enérgicamente la violencia, dando una clara y honesta señal en pro de manifestaciones pacíficas, sin capuchas y sin vandalismo. Ciertamente, sus representados tenemos el mismo parecer.

 

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

Envíanos tu carta al director a: radio@uchile.cl

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