Hacer memoria: Londres 38 y Colonia Dignidad

  • 14-07-2016

Si la memoria fuera una parcela de tierra, ésta sería disímil, dispareja y pedregosa. Sería un terreno pendiente, con desniveles, tendría montes y en sus laderas crecerían esas flores que se llaman No me olvides. Si la memoria fuera un cauce de  agua, sería seguramente un río que nace en la cordillera y muere en el mar; serían sus aguas un flujo constante que nutre todo lo que baña.  Si la memoria fuera una herida, sería una que sangra profusamente y cuando sana deja una cicatriz que nos recuerda lo que hemos vivido y quiénes somos; cicatrices constituyentes de nuestra identidad.

La memoria es un fundamento de la inteligencia

La memoria es una construcción individual y colectiva

La memoria es un territorio en disputa

La memoria es aprendizaje, es educación

La memoria es trascendencia, es permanencia en la Tierra

HACER Memoria es un trabajo

HACER Memoria es practicar un rito, es la forma de traerte a mi vida, de decirte que tú no moriste contigo

Recordarte es volver a pasar, a pasear juntos, por los rincones del corazón

Con ese ímpetu es que en nuestro territorio se levantan espacios de memoria; diversos, disímiles entre sí. Algunos son sumamente concretos, otros funcionan como patrimonio intangible. Algunos se erigen sobre ruinas demolidas, otros han sido rescatados antes, restaurados, preservados. Algunos son íntimos, personales; otros tienen ese doble carácter público y privado. Muchos se instalan en el lugar de la muerte, de la tortura, de la desaparición. Algunos conmemoran un suceso en particular, en un lugar simbólico;  otros se levantan solamente por la necesidad de reconstruir la historia colectiva y de reforzar ese vínculo entre memoria y educación.

Es el énfasis de mostrar esa diferencia constituyente de la memoria es que señalamos dos espacios: Londres 38 y Asociación por la memoria y los derechos Humanos Colonia Dignidad. El primero es una casa patrimonial que se sitúa en pleno centro de Santiago, en la calle Londres, a pasos de la iglesia San Francisco. Operó como centro de detención, tortura y desaparición durante el primer año de dictadura, a cargo de la DINA. Este organismo represor del Estado militar se apropió del inmueble, que pertenecía al Partido Socialista, e implementó la tortura como herramienta para silenciar y reprimir a organizaciones de izquierda y personas políticamente involucradas contra el régimen dictatorial. Fue conocido en jerga militar como Cuartel Yucatán. Desde allí “(…) hasta donde se ha podido establecer, (…) la DINA hizo desaparecer o ejecutó a 96 personas (sitio web Londres 38)”.

El año 2005, un grupo de personas, compuesto por sobrevivientes, familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados, ex militantes y militantes de izquierda sin partido, se plantearon la labor de hacer visible la presencia en la ciudad del recinto de detención, exterminio y tortura que funcionó en el centro de Santiago. En el 2008, el gobierno chileno acogió la propuesta para estudiar la elaboración de un proyecto para ese espacio. En este marco se ha ido avanzando, hasta llegar a lo que hoy es una casa patrimonial de memoria abierta al público que recibe financiamiento estatal. A partir de la resignificación del espacio se han creado varios proyectos, muchos de los cuales aún están en discusión. En la apertura constante hacia la discusión se hace visible una perspectiva de la memoria como proceso inacabado, en constante movimiento, siempre sometido al debate y a la reelaboración. Entre las principales actividades se encuentran: visitas guiadas, la formación y mantenimiento de una página web que sirve como medio importante de difusión, seminarios, creación de archivos orales de tipo testimonial y diversas exposiciones. Ninguna de ellas es de carácter permanente, salvo la muestra del inmueble sin intervenciones significativas. Igualmente, se destaca el interés por realizar actividades culturales que trasciendan el espacio y la experiencia misma de la dictadura. Por ello, se considera crucial abordar problemáticas propias de la actualidad y establecer un nexo entre pasado, presente y futuro.

Los afanes del Estado de borrar y obliterar el pasado de este centro de detención, tortura  y exterminio han sido recurrentes y se han prolongado durante la democracia. El lugar fue“(…) rápidamente reconocido por los detenidos sobrevivientes por lo que, como una forma de borrar las huellas, la dictadura sustituyó la numeración original que designaba al inmueble, por el número 40. Así, las numerosas denuncias realizadas comenzaron a apuntar, a partir de ese momento, a una dirección inexistente” (sitio web Londres 38). En el año 1978 Pinochet transfirió gratuitamente la propiedad al Instituto O’higginiano, vinculado a los militares.

Ya durante los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia “(…) el destino de Londres 38 fue objeto de disputa y controversia. Esta se agudizó, particularmente, a raíz de la decisión del gobierno, anunciada en agosto de 2007 –después de su recuperación por parte del Estado–, de que el recinto sería destinado al Instituto de los Derechos Humanos, entidad que a esa fecha aún no había sido creada” (sitio web Londres 38). Este intento no progresó debido a las  campañas realizadas por personas y organizaciones ligadas a la defensa de los derechos humanos.

 

La Asociación por la memoria y los derechos humanos Colonia Dignidad es una organización constituida en 2014 por familiares de detenidos desaparecidos, sobrevivientes del siniestro enclave alemán, ex presos políticos, investigadores, abogados de derechos humanos y otros activistas sociales.  Su objetivo es rescatar la memoria de este lugar. Ello se logra a través de: la investigación interesada en obtener verdad y justicia y en construir una memoria histórica respecto de las violaciones a los derechos humanos,  la difusión de la historia de Colonia Dignidad y de los delitos allí cometidos y, por último, su eventual recuperación y transformación en un Sitio de Memoria.

Los sitios de memoria en Chile que evocan las violaciones a los derechos humanos ocurridas en dictadura han sido recuperados gracias al impulso y trabajo de diversos sectores de la sociedad civil. El avance de la justicia también, en gran medida, ha sido producto de su persistencia. Actualmente nos hallamos, por ejemplo, con estos dos espacios de memoria, disímiles entre sí, trabajando junto a otros, con el objeto de instigar y acelerar los procesos judiciales en lo que a crímenes de lesa humanidad cometidos en Colonia Dignidad respecta.  A estos activistas de la memoria agradecemos el legado que dejan en su búsqueda de verdad y justicia.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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