El senador del MAS, Alejandro Navarro, y el diputado de la Izquierda Ciudadana, Sergio Aguiló, anunciaron que dejarán la Nueva Mayoría. Una vez más, los parlamentarios abandonan a Michelle Bachelet, ocupando los mismos argumentos que en el año 2008 -constituir un Frente Amplio de Izquierda-, ahora con las fuerzas emergentes del periodo, haciéndose eco del llamado de los diputados Giorgio Jackson y Gabriel Boric.
No son los únicos, en las últimas semanas reconocidos rostros de la ex-Concertación han señalado lo mismo. El relato comienza a transformarse en una permanente en los medios de comunicación. El “sueño del pibe” de la izquierda chilena pareciera a ojos del variopinto de nuestra izquierda, estar cerca de concretarse. La fuga a la izquierda de la Nueva Mayoría sería el síntoma de este importante hito.
Si el problema para la construcción del Frente Amplio dependiera simplemente de una “fuga a la izquierda”, evidentemente estaríamos, como probablemente crean muchas de las fuerzas emergentes, muy cerca de lograrlo. Sin embargo, me parece que estamos muy lejos de ello.
Nadie discute la necesidad que las fuerzas emergentes confluyan en un Frente Amplio y que éstas se enfrenten a la casta política y empresarial. La discusión está en si nos hace bien un Frente Amplio que se sitúe al lado izquierdo del tablero, con un discurso ideológicamente fuerte, que se enfoque en un determinado segmento de la población chilena u optamos por un Frente Amplio Ciudadano y Transversal, que empatice con el sentido común y con la mirada simple de la ciudadanía sobre la problemática que enfrenta nuestro país. Me parece que la segunda opción es claramente mucho más atractiva para la construcción de una mayoría, pero sobre todo, es una alternativa con la gente.
Es cierto que hoy Gabriel Boric y Giorgio Jackson son las figuras más atractivas del mundo político, gozan con la mayor simpatía ciudadana y reciben la valoración más alta en todas las encuestas conocidas, pero creer que este éxito se debe a que son figuras de “la izquierda” me parece un error. Al contrario, me parece que si algo entendieron los diputados es la necesidad de representar transversalmente en sus discursos y acciones, lo que la mayoría de las y los chilenos pensamos. Cuestión fundamental que les permitió salir del reducido núcleo en el que la izquierda había quedado arrinconada en los últimos 25 años. Volverlos iconos de la izquierda, para la construcción de un Frente Amplio, seria retroceder todo aquello que han logrado.
Si las fuerzas emergentes creen que las ideas del pasado se han puesto de moda en la ciudadanía, significa que no han sido capaces de entender como la sociedad ha cambiado estos últimos 20 años, y nos haría cometer, nuevamente, los errores del pasado en el momento de mayor crisis de la casta política.
Por cierto, la transversalidad es mucho más que una demanda parcial que termina ocupando el lugar del significante, situación que hemos visto los últimos años en las distintas movilizaciones en las que la ciudadanía se ha involucrado. El desafío es entender en el discurso y en la acción, que la construcción de una mayoría sólo es posible comprendiendo el agotamiento de la política tradicional, y dar paso a una disputa democrática y popular, en la que la dicotomía izquierda y derecha no refleja la verdadera confrontación de quienes están arriba y la mayoría de quienes estamos abajo. Es decir, la disputa no está en los segmentos políticos, está entre la casta versus la gente.
Una fuga a la izquierda de “rostros” de la Nueva Mayoría, que pretendan hegemonizar el Frente Amplio, puede ser el fracaso para una mayoría popular que está dispuesta derrotar a la casta. Por eso, tendremos que tener mucho cuidado