A pocos días de la última elección presidencial, le pregunté a la señora Nena, la señora que nos ayuda con el quehacer doméstico en nuestra casa: ¿Y va a votar por el candidato?
Ella y yo sabíamos quién era el candidato. Mal que mal, había estado muchas veces en nuestra casa, algo así como una sede de su comando.
No obstante, preguntó, como incrédula. ¿Por Marcel Claude? Y agregó “¿cómo se le ocurre? ¡Si de todas las veces que ha venido, nunca me ha saludado!”
Poderoso argumento. De corazón, de sabiduría popular.
Cometí el error de no escucharla y hacer caso omiso de la sabiduría popular
Adherí con entusiasmo a su candidatura. El programa que teníamos me identificaba. Me gustaba la idea de empezar a construir, a caminar hacia un país más justo.
Sin embargo, no escuché a tantos que me advirtieron sobre una supuesta falta de ética del candidato, obnubilado por la posibilidad de dar los primeros pasos, que no se han dado desde el término de la dictadura.
El candidato, experto en victimizarse, me hizo saber que lo habían dejado solo y me pidió que lo avalara para pedir un préstamo para gastos de campaña, comprometiéndose a responder con su patrimonio si había algún problema. Y hubo tal problema.
Pasaron seis meses, sin que Claude hiciera nada por honrar su palabra. Y, lisa y llanamente, no pagó el préstamo. Desde entonces, por dos años que ya han pasado y uno que está comenzando a pasar, debo pagar más de un millón de pesos mensuales.
En estos dos años, ¡ni una sola palabra ni gesto de Claude! Ni para buscar soluciones, ni para pedir que nos apoyaran a los que estuvieron en la campaña, ni para conversar.
Como contrapartida, Pancho Villa y Patricia Carmona generosamente, pusieron su talento y su calidez a nuestra disposición, en un concierto en la Sala Master de la radio Universidad de Chile, para recaudar fondos para pagar al menos una parte de una cuota de la deuda del préstamo que Marcel Claude nunca pagó.
Es esperanzador sentirse acariciado por gestos como el de Pancho y el de las personas que nos han ayudado a salir adelante en estos dos años. (Debo decir que no muchos de los que estuvieron en la campaña).
Fue una hermosa velada, una noche mágica, acompañado de tantos amigos con quienes nos emocionamos juntos
Es como para seguir creyendo, a pesar de los pesares. Y de Claude.
Fue hermoso estar con tantos amigos, lamentando –eso sí- la ausencia de muchos del mundo político, con quienes estuvimos en la campaña de Claude.
He aquí que debemos detenernos en las palabras que pronuncié cuando Pancho y Patricia nos dedicaron a Gigi –mi señora-y a mí el concierto, evocando al Guerrillero Heroico. Ellos representan al hombre nuevo y la mujer nueva, el hombre nuevo del que habló el Che Guevara y la mujer nueva de la que no alcanzó a hablar. Esos seres sin cuyo advenimiento es imposible construir un mundo mejor.
Y así como Dios expuso a los humanos a la confusión de lenguas por su arrogancia y confrontatividad, la izquierda se ve expuesta a la confusión de caudillismos y personalismos que impiden avanzar a ese mundo por el que dice luchar.
Razón tiene Pancho cuando anuncia en su Facebook que no lo llamen para ningún evento de las campañas municipales, mientras tal confusión no se disipe, mientras no haya unidad.
Pero en el concierto hubo un ambiente que nos permite seguir creyendo. A pesar de los pesares. De Claude. Y de la confusión de caudillismos y personalismos.
Gracias a Pancho, a Patricia, a Juan Pablo Cárdenas, a Hernán Zúñiga y a quienes hicieron posible este concierto. Gracias porque, además, podemos seguir creyendo en los sueños y sentir que la solidaridad puede estar presente en nuestra vida cotidiana.
Gracias a los amigos que estuvieron presente y contribuyeron a hacer de esta velada un momento íntimo, cariñoso, virtuoso.
Álvaro Escobar Antoine
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