Estados Unidos amenaza a China

  • 23-09-2016

La situación internacional actual se ha visto matizada por una actitud hipócrita del presidente de Estados Unidos, que promueve mayor incertidumbre en el sistema y que sólo puede ser causada por un alto nivel de debilidad o por la estupidez sin límites de un mandatario mediocre. Un eventual triunfo de Hillary Clinton en las próximas elecciones de noviembre, volverá a Estados Unidos a la tradición republicana, de agresividad frontal, agresión e injerencia sin cortapisas que ya conocimos con Nixon, Reagan y los Bush, padre e hijo. Atrás quedará la condición farsante del profesor de Harvard, quien es de los que “tira la piedra y esconde la mano”.

En el colmo de su desfachatez ha afirmado recientemente que “la paz en Colombia fue una prioridad de su gobierno”, como si no hubiera existido el Plan Colombia, instrumento para favorecer a los carteles de la droga no controlados por la DEA que producen y transportan los estupefacientes necesarios para mantener idiotizados a los jóvenes estadounidenses, a fin de hacerlos más “moldeables” al sistema y de paso, inyectarle un flujo importante de dinero al sistema financiero de su país, evitando así un probable colapso. De la misma manera, sin ruborizarse, dijo que era necesaria la creación de un Estado palestino independiente, al mismo tiempo que llegaba a un acuerdo para aportar 38 mil millones dólares en “ayuda” militar a la entidad sionista en un lapso de 10 años. ¡Qué forma tan extraña de cooperar con la creación de un Estado palestino!

Finalmente en el colmo de su paroxismo fulero y mendaz, llegó a un acuerdo con Rusia y con el legítimo gobierno sirio para gestar un cese al fuego en la guerra en ese devastado país, pero a los pocos días lo boicotea, ordenando un ataque contra las fuerzas armadas sirias que significó la muerte de 62 soldados inermes ante el “fuego amigo”. De la misma manera, bajo su protección, oscuras fuerzas terroristas bombardearon un convoy que transportaba ayuda humanitaria de la ONU. Resultado: cese del alto al fuego y cese de la ayuda humanitaria de la ONU. ¿A quién puede interesar eso? Solo a esas mismas organizaciones terroristas que bajo el influjo y contando con el soporte de las “heroicas” fuerzas armadas de Estados Unidos pasaron a la ofensiva en Alepo, en momentos en que estaban en una situación de franca debilidad en el terreno de las acciones bélicas y también en el ámbito político y diplomático. Sólo una mente perversa y perturbada es capaz de diseñar estas acciones y al mismo tiempo engañar al mundo con una retórica dulcificada y ambigua.

No obstante, mientras todo esto ocurre, siguen sucediendo hechos preocupantes en la región más explosiva del planeta: el Mar del Sur de China, donde se juega la real estabilidad estratégica global y donde Estados Unidos ha hecho presencia para intentar presionar a China, quien apuesta a ser primer poder económico del mundo, sin apelar a la fuerza militar, la intervención, la injerencia y la guerra, rompiendo cualquier paradigma construido en ese sentido a través de la historia.  Sin embargo, el gigante asiático se ha visto obligado a desplegar todo su potencial militar defensivo a fin de disuadir a Estados Unidos de su presencia beligerante en un área muy distante de su territorio y muy cercano a las costas de China.

En semanas recientes, varias vicisitudes, poco mencionadas, pusieron la región y el planeta en una situación de extrema tensión.  Desde que en 2011, el presidente Obama declarara que esta centuria sería el “siglo asiático de Estados Unidos” sus fuerzas armadas han incrementado la presencia naval y marítima en la región de Asia y el Pacífico, calculándose que en breve plazo mantendrá el 60% de sus fuerzas navales y aéreas en esta región.

Todo esto ocurre en un contexto en el cual Estados Unidos continúa desarrollando iniciativas militares en la zona. La estrategia norteamericana para una guerra con China, conocida como Air Sea Battle, incluye ataques masivos aéreos y con misiles contra su territorio unido a un bloqueo naval de las rutas comerciales por las que China importa suministros de energía y materias primas de Oriente Medio y África, a fin de dañar gravemente su economía. Al mismo tiempo, Washington fortalece la relación con sus aliados Japón, Australia, Filipinas y otros con el fin de cercar a China mediante un sistema de bases y acuerdos militares. Todo esto, sin embargo, crea un peligro real de un conflicto devastador entre ambos países. Para ello Estados Unidos está dispuesto a todo, incluso a que el presidente de Filipinas Rodrigo Duterte, caracterizara a Obama como “hijo de puta” sin que hubiera ninguna reacción por parte de éste o de su gobierno, lo cual hizo evidente que la “necesidad de contener” a China, acepta cualquier barbaridad.

En ese marco, usando el manido recurso de “cometer un error y después pedir perdón” como ha ocurrido recientemente en Siria, la Armada de Taiwán lanzó un misil supersónico desde una base naval, matando a una persona e hiriendo a otras tres. El misil fue lanzado en dirección de la República Popular China, impactando contra un barco pesquero frente a las islas Penghu. Este tipo de misiles tiene un alcance de unos 300 kilómetros suficientes para llegar hasta la costa china en la provincia de Fujian. El vuelo del proyectil terminó a los 75 kilómetros, por lo que no llegó a entrar en el territorio nacional chino sobre el estrecho de Formosa. Evidentemente, Estados Unidos intentaba probar la disposición combativa de la defensa china, usando para ello al gobierno títere de Taiwán.

Ya en octubre de 2015, la Marina estadounidense llevó a cabo varias maniobras navales dentro de las 12 millas náuticas alrededor de islotes chinos en el Mar de la China Meridional. En junio de este año, dos portaaviones norteamericanos y sus grupos de asalto realizaron unos ejercicios que simulaban un choque armado con China, lo cual trajo como respuesta el mayor despliegue de las fuerzas armadas chinas en un simulacro de defensa en sus costas meridionales entre los días 5 al 11 de Julio, utilizando para ello dos destructores lanzamisiles y una fragata. Estos ejercicios, tuvieron lugar en un área de unos 100.000 km2, y son, sin duda, una clara advertencia a Estados Unidos en contra de más provocaciones en las inmediaciones de las islas chinas. Así mismo, este mes de septiembre China y Rusia realizaron gigantescas maniobras navales en la zona.

De esta forma, se está dando respuesta al alarde de poder estadounidense que llegó a desplegar hasta ocho navíos en la región incluyendo dos portaaviones, dos cruceros y cuatro destructores. Así mismo, el 16 de agosto, China se convirtió en el primer país del mundo en lanzar al espacio un satélite con capacidad para la comunicación cuántica, la cual “está basada en cambios del estado de las partículas subatómicas a través de los cuales se puede establecer un sistema de transmisión de datos muy rápido e imposible de interceptar o manipular, algo que podría tener importantes usos tanto militares como civiles” según el experto militar ruso, Vasili Kashin. En la práctica, esta tecnología anularía toda capacidad de espionaje satelital norteamericano sobre territorio de China, dándole a ésta una ventaja superlativa en la guerra electrónica.

Así mismo, China ha hecho saber que no siente temor ante la agresividad estadounidense en la cercanía de su territorio. El veterano diplomático chino y Presidente de la Universidad de Jinan, Dai Bingguo, ha afirmado que “Beijing no se dejará intimidar aunque Estados Unidos envíe diez portaviones”. Por su parte, Yang Yujun, portavoz del Ministerio de Defensa chino ha sido más enfático:”Algunos países, especialmente de fuera de la región, vienen con variados pretextos para ocultar sus propios intereses en un intento de provocar y generar problemas: esto supone una amenaza a la paz de la zona”. El portavoz militar ha afirmado que los problemas del mar del Sur de China atañen solo a los países de la región y que Beijing está trabajando con ellos para resolverlos, pero esos esfuerzos se ven entorpecidos por “un viento que viene de fuera”. ¿Es un tifón? ¿Es un tornado? No lo sabemos, pero sí sabemos que viene de fuera; en cuanto sus barcos dejen sus provocaciones en el mar, tendremos más paz y seguridad”. Como dice el evangelio cristiano “El que tenga oídos, que escuche”.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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