Historias no famosas de personajes famosos

  • 02-10-2016

Mario Benedetti en “Gracias por el fuego” alude a un director-propietario de un periódico que tiene a los influyentes en su bolsillo gracias a haber atesorado la frase con que titulamos esta columna. En ese casillero, caen asimismo los periodistas dependientes de los gobernantes o sus representantes en los empresarios de todos los ámbitos, el periodístico por supuesto.

El libro es una joya con un comienzo neoyorquino de fines de los años cincuenta. En éste, alude a los beatniks. Con este tema, abro paréntesis:

Hay dos versiones para el nombre de este movimiento pre hippie: los norteamericanos derrotados por la música británica de los Beatles que provocan estragos en el mercado de los singles y por los soviéticos cuando ponen en el espacio al Spútnik superando en seis meses a los Estados Unidos en la carrera espacial. La conjunción arroja beatniks. La segunda versión para explicar el término coincide en lo del satélite ruso, pero el beat es el reflejo de una sociedad derrotada puesta en escena por Kerouac y compañía y se le atribuye a Herb Caen la autoría de la palabra.

Volviendo al tema de la prensa, con más aspavientos, la nuestra, hace lo mismo que el “malo” de Budiño de Benedetti, sin caer en el uso de sicarios y las amenazas de muerte (por lo menos desde 1990).

Aquí hay mucho paño que cortar, pero las influencias acallan, silencian aun cuando, por ejemplo muchos saben del trasfondo, en la década pasada, la reunión de Ricardo Lagos con Longueira dejó libre al primero para seguir gobernando tranquilo, sin la molestia de Gloria Ana Chevesich de por medio.

La farándula se entretiene con el mismo carrusel, cansador, monótono y sin interés intelectual ni el menor asomo de inteligencia, en torno a personajes mediocres. Esto sirve como pantalla para ocultar hechos graves.

Un actual gobernador radical, siendo alto director del Registro Civil en una capital de región, hizo sus necesidades en los pasillos de un casino. La noticia circuló en redes sociales lo cual no atenuó su nombramiento hace dos años y medio.

Apellidos vascos ocultan responsabilidades en atropello con muerte. Futbolistas de renombre, en lo mismo.

Otros niegan acusaciones de recepción de dinero y se convierten en fiscales de la justicia misma utilizando medios que les son afines, por el momento, para obtener tribuna y neutralizar al fiscal investigador.

Si antes el homosexualismo o la etnia, eran factores de injusto desmedro, ahora lo son con razones sobradas, la corrupción en una sociedad que peca de indolente y se refugia y evade en las teleseries. Ya nadie trasnocha por una lectura, pero si llega tarde al trabajo porque nuestras estaciones mantienen horarios prime hasta la madrugada.

Los “late shows”, en general, en el hemisferio norte, terminan antes de las 23 horas.

El hecho que textos históricos verídicos, pero de corte magazine hayan aplastado a los de aquellos investigados por eruditos, desnudan una frivolidad a toda prueba. Cuando se habla de Diego Portales, más que de su espantoso legado, la memoria recoge los padecimientos de la pobre Constanza Nordenflycht. Ahora el combate naval de Iquique está centrado en que Prat murió de un hachazo o que más que asesino, O’Higgins era bajo, sonrosado y rechoncho.

En consecuencia, son secretos no famosos de personajes famosos.

Nada en contra de los best sellers históricos. Sólo que su rol debe ser considerado netamente anecdótico ya que muchos capítulos los ha aportado la leyenda, especialmente cuando se trata de acontecimientos no llevados al papel en su momento.

De esta manera caminamos por el camino del barniz cultural, cada día más alejados del contenido. Lo importante pareciera ser, es estar al tanto de esos secretos no famosos de aquellos que ni siquiera lo son.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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