“No es muy difícil concluir en qué consistió el acuerdo del Gobierno con la derecha a objeto de imponer en el Congreso Nacional su proyecto de reajuste salarial a los funcionarios públicos. Tampoco es muy difícil entender por qué los parlamentarios del oficialismo, que tan solo 10 días atrás rechazaran por unanimidad la iniciativa gubernamental, anoche concurrieran también con sus votos para acatar lo dispuesto por la Presidenta Bachelet, su ministro de Hacienda y su abyecto Comité Político. En este bochornoso momento cómo no reconocer a los parlamentarios de todos los sectores que tuvieron la decencia de mantener su rechazo a este vergonzoso reajuste salarial tan inconcebible en un gobierno que se dice socialista y de centro izquierda, pero que en esta materia se ha comportado más contrario a los intereses de los trabajadores que el mandato anterior de Sebastián Piñera.
En el primer caso (respecto de la derecha) es obvio que ya no tendremos reforma constitucional, que el precio a pagar será mantener la Carta Fundamental legada por Pinochet; que no habrá, tampoco, un nuevo incremento tributario para las empresas y muy posiblemente que, con los votos de la Nueva Mayoría, se va a trabar todo intento legislativo y judicial para castigar la codicia de su candidato presidencial que, en pleno diferendo con Perú invirtiera en una empresa pesquera de ese país que después resultara favorecida con la sentencia arbitral de la Haya. Cuyo adelanto nos brindara tan elocuentemente el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, quien, ayer, en medio de la aprobación de una comisión investigadora al respecto, se adelantó a brindarle un contundente apoyo al Sebastián Piñera. Asegurando “que no le cabe duda que el ex presidente defendió íntegramente los intereses nacionales y la soberanía nacional“ durante su administración.
En el caso de la Nueva Mayoría (que en realidad es la nueva minoría) está claro que el Ejecutivo pasó por ahí la aplanadora o la “retroexcavadora”, si es que así lo prefieren los diputados o senadores. Cuando, insisto, hace solo 10 días, por unanimidad éstos rechazaran el mismísimo y escuálido reajuste salarial ofrecido por el Gobierno. Con la curiosa abstención, ahora, de los comunistas que, al morigerar su actitud, lograrán mantener sus cupos en el gobierno y la Administración Pública, cargos pagados a honorarios y cuyos montos están muy por encima de lo que gana la inmensa mayoría de los empleados públicos.
Lo que hemos tenido, estimados auditores, es un nuevo bochorno en la descalabrada imagen de la Presidenta y el Parlamento, cuya inutilidad legislativa queda probada nuevamente al comprobarse que no contamos con representantes efectivos del pueblo chileno, sino con una mayoría de borregos digitados desde La Moneda y cuya tarea principal es mentir incesantemente, cobrar sus voluminosas dietas y saber apretar la botonera que tienen enfrente a sus curules para consentir con el Gobierno hasta en sus más vergonzosas propuestas. Tarea en que algunas veces, incluso, se equivocan, por lo que han debido repetirse las votaciones a causa, posiblemente, de la distracción o el daltonismo de algunos “honorables”.
De esta forma, no es extraño que la unanimidad de los diputados haya aprobado con la velocidad de un rayo el gasto de unos 25 millones de pesos para instalar una alta vidriera en la Cámara que los separe de las tribunas e impida que las monedas, escupos e insultos no los alcancen en la Sala Plenaria. Un trasparente muro que se constituirá en una muestra más de lo divorciados que están los parlamentarios de las causas de los trabajadores y de la mayoría de los chilenos que ahora ya no concurren a votar, elevando con cada comicio electoral las abultadas cifras de abstención. Mejor y más barato podría resultarles que se impida definitivamente el acceso de los chilenos al Congreso Nacional o que los “honorables” diputados y senadores decidieran cambiar su sede, no ya a la Capital, como algunos querían, sino a isla de Pascua, a la Antártica, a las dependencias de la propia Sofofa… O, francamente, a la propia Casa Blanca en Washington o a Wall Street, para quedar más cerca de quienes siempre los instruyen y mandatan. En cualquiera de estos lugares quedarían más resguardados de la ira popular y podrían, entre todos, elegir como presidente vitalicio u honorario al actual ministro de Hacienda quien, entre todos los afectos de Michelle Bachelet, ha resultado ser el más agraciado. Aunque ya sabemos que en esta materia no parece ser muy constante tampoco nuestra Jefa de Estado, si se juzga como ha expulsado de su entorno a colaboradores que se estimaba dilectos e inamovibles. Como a ese tal ministro Peñailillo, cuya memoria ya se ha desdibujado en los medios de comunicación, aunque no de los expedientes del Ministerio Público.
Pero con las votaciones de anoche ya nos quedan claro quiénes son las verdaderas excepciones de la manada parlamentaria chilena. Nos queda claro que el nuevo “niño maravilla” de los radicales y de quienes quieren seguir aferrados al poder no es lo que se pensó de él, cuando su voto también fue ayer a engrosar en el Senado esta última desvergüenza. Y esto, estimados auditores, créanme que lo digo con verdadera tristeza, porque yo mismo tenía una esperanza el él, tratándose de un colega periodista que en el pasado conocí como socialista, nortino de corazón y hombre de izquierda. En esas largas y apasionantes tertulias antofagastinas con el poeta comunista Andrés Sabella. Aunque, después, haya estado en connivencia algunos años con la farándula televisiva.
Nos queda claro que de la votación de anoche debemos concluir que la dignidad legislativa es verdaderamente incompatible con la militancia en los referentes del duopolio político que verdaderamente ha cogobernado durante toda la pos dictadura. Que para ser representante del pueblo y de los ciudadanos hay que ser independiente o militar fuera de estos pactos electorales, salvo la excepción de dos diputados de derecha, como de unos pocos demócratacristianos, del PPD y Partido Radical, además de los que marcan como sin partido oficialmente reconocido.
En términos futbolísticos, es claro que los que ganaron anoche se llevaron la pelota para la casa, con árbitros, arcos y guardalíneas. Sin embargo, es evidente que los empleados públicos se quedaron a la intemperie con una inmensa dignidad, unidad y una multitudinaria barra, cada vez más brava, que los apoya y los seguirá alentando. Porque con esta ley de reajuste (que no es de reajuste salarial real, como sabemos) está en sus manos continuar la lucha, desafiar al gobierno y apocar a los parlamentarios que en muy pocos meses más van a ir a solicitarles sus votos para perpetuarse en el Congreso Nacional. Van a ir a ofrecerles de un cuantohay, de nuevo, para volver a traicionarlos y con ello, traicionar, nuevamente, las convicciones que alguna vez proclamaron. Traicionando, por supuesto el interés nacional, que no es otro que el interés del pueblo. Especialmente de los más pobres y marginados”.