Turquía se despertó este domingo de duelo. La víspera, de noche, Estambul fue escenario de nueva cuenta de dos atentados que causaron la muerte de al menos 38 personas e hirieron a más de 100.

Poco después de las 22 horas local, recién terminado un encuentro de futbol entre el equipo de Besiktas y el visitante Bursaspor, un coche bomba estalló cerca de un transporte de policías. Menos de un minuto más tarde un kamikaze se hizo estallar en el cercano parque de Maçka. La mayoría de los muertos contabilizados hasta ahora son policías.

Es el quinto atentado que afecta Estambul desde el inicio del año. El barrio escenario de los hechos es un bastión liberal, conocido por sus calles y lugares siempre animados, frecuentado por locales y muchos turistas.

Hasta ahora se desconoce a los autores del crimen y nadie los ha reivindicado. Pero el gobierno asegura haber detenido a una decena de personas sobre la base de indicios encontrados por la policía en el vehículo que sirvió para efectuar el primero de los atentados. El vice-primer ministro turco, Numan Kurtulmus, dijo a la cadena de televisión CNN que “las flechas apuntan en dirección del PKK”, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán que lucha desde hace años contra el gobierno de Ankara por la separación de la región kurda de Turquía. El mismo Kurtulmus afirmó que el ataque “apuntaba claramente contra las fuerzas policiales antidisturbios”.

Todas las banderas de los edificios oficiales ondean hoy a media asta. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anuló el viaje que debía efectuar este fin de semana a Kazajistán. La oficina de la presidencia turca emitió un comunicado condenando los atentados.

El pasado 5 de diciembre un portavoz del grupo terrorista Estados Islámico (EI) llamó a realizar nuevos atentados en Turquía, país comprometido en la guerra de Siria. Tres de los 5 atentados cometidos en Estambul en este 2016 fueron reivindicados por esa organización terrorista.