Chile versus Venezuela: la ilusión sigue intacta

Pese a la nula efectividad del segundo tiempo y a algunos errores puntuales en defensa, es necesario remarcar lo que si se hizo bien. El equipo dirigido por Juan Antonio Pizzi fue siempre superior e intentó constantemente vencer a su adversario con un derroche de energía e ímpetu admirable.

Pese a la nula efectividad del segundo tiempo y a algunos errores puntuales en defensa, es necesario remarcar lo que si se hizo bien. El equipo dirigido por Juan Antonio Pizzi fue siempre superior e intentó constantemente vencer a su adversario con un derroche de energía e ímpetu admirable.

Después de la bullada derrota en Buenos Aires, la Selección Nacional enfrentaba al equipo venezolano en el Estadio Monumental de Santiago. Ahora, de locales, el equipo intentaría mejorar la última presentación, responder a las críticas y quedarse con los tres puntos en disputa. A esta altura de la clasificatoria y mirando la totalidad de resultados, el triunfo ya era, otra vez, urgente.

Y si había algo de nerviosismo, éste se disipó muy pronto. Chile salió a buscar el primer gol de forma decidida y lo encontró a penas a los cuatro minutos de juego gracias a un tiro libre magnifico de Alexis Sánchez (que además le permitió igualar a Marcelo Salas como goleador histórico de la selección). El tempranero gol, desvaneció toda la presión y el equipo desplegó un juego vistoso, intenso y con una carga ofensiva tremenda. El deseo infranqueable de ganar, la convicción en la tarea, el esfuerzo colectivo y el buen fútbol regresaron para deleitar a los espectadores. Chile celebraba y tan sólo dos minutos después, llegó el segundo gol en una jugada colectiva de alta precisión y belleza. Salida larga de Gonzalo Jara para habilitar a Sánchez, regate de categoría superior y pase filtrado a Charles Aránguiz quien con una sutil genialidad, dejó a Esteban Paredes con el arco completamente abierto. El incombustible goleador definió como es habitual y la selección se ponía en ventaja de dos contra cero.

Chile era claro dominador y el juego de intensidad y presión complicaba a los venezolanos que no lograban reaccionar ni reponerse. La constante subida de los laterales y la impresionante movilidad del medio campo chileno no tenían replica y permitían la llegada de muchos jugadores al área rival. Así el volumen ofensivo se eleva y las individualidades encuentran los espacios para ser incisivos. Para cerrar la primera mitad y dar contundencia a la presentación, a los veintidós minutos tras otra gran participación de Sánchez, Paredes volvía a marcar y decretaba el rotundo tres a cero. Todo indicaba que nos encaminábamos a una fácil victoria y había caras de felicidad entre los hinchas. Sin embargo, el trámite todavía guardaba algunas sorpresas.

Iniciado el segundo tiempo, quizá confiada por el abultado resultado a su favor, la Selección dejó escapar al menos cinco oportunidades claras de gol. Esa poca solvencia frente a tan evidente dominio y superioridad, mermó el ímpetu de los chilenos que lentamente cedieron en la disputa. Entonces Venezuela se atrevió  y con muy poco le bastó para encontrar el descuento de Salomón Rondón (en el minuto sesenta y tres) y más tarde complicar con un remate directo al travesaño de Claudio Bravo. Fueron minutos de incertidumbre y un sector del público silbó el accionar y el despilfarro, generando molestia entre los jugadores que no comprendieron ni compartieron la ansiedad del aficionado (Misma reflexión que manifestó más tarde el propio seleccionador nacional). Pese al susto, la defensa reaccionó y extinguió con acierto la tibia reacción visitante. Además no sólo defendieron bien sino que fueron siempre un buen apoyo para la generación y finalización del juego ofensivo, aportando la precisión necesaria para una construcción limpia y asociada desde el fondo. Entonces llegó la falta contra Pablo Hernández y el penal desperdiciado por Alexis. A esa altura la farra ya era grosera y era mejor cerrar el partido para finalizar sin sobresaltos. Así lo entendieron también los jugadores y el cuerpo técnico, quienes adoptaron desde entonces, una actitud mucho más precavida.

Pero pese a la nula efectividad del segundo tiempo y a algunos errores puntuales en defensa, es necesario remarcar lo que si se hizo bien. El equipo dirigido por Juan Antonio Pizzi fue siempre superior e intentó constantemente vencer a su adversario con un derroche de energía e ímpetu admirable. Cada aspecto del juego fue dominado con holgura y pese a la falta de precisión en la jugada final, nuestros representantes merecieron y lograron el triunfo de manera inapelable. De eso no puede haber duda y merece reconocimiento.

Chile vuelve  a la zona de clasificación directa. Quedan sólo cuatro partidos y el resultado de cada uno será determinante para definir las posiciones finales y los clasificados a Rusia 2018. Y si bien es cierto que jugando de este modo mirar al futuro siempre es más alentador, también es innegable que la exigencia será cada vez mayor por lo que el desafío será mantener el nivel a lo largo de todo el año. La “generación dorada”, con sus constantes vaivenes, está intacta y preparada para dar pelea. El tiempo pasa volando y Rusia ya está a la vuelta de la esquina. El triunfo adquiere un enorme valor para el fútbol chileno. La Selección mantiene la ilusión intacta.





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