En la Semana Santa última medité lo siguiente, meditación incentivada por la observación de la realidad de la Semana Santa en el Chile actual.
La dictadura cívico-militar estuvo muy marcada por prominentes católicos, entre ellos el señor Edwards de El Mercurio, el señor Joaquín Lavín, entiendo de misa diaria, y el profesor de la Universidad Católica, Don Jaime Guzmán QEPD).
Con pena, llegué a conclusiones del siguiente tenor: entre los logros más importantes de su gobierno y Constitución:
- Mataron a Jesucristo y lo reemplazaron por el Dios Mercado
- Dañaron gravemente a la Iglesia Católica, amparando situaciones como la del sacerdote Karadima
- Destruyeron a la familia, haciendo que los trabajadores, en especial los del comercio, trabajen en las principales fiestas religioso-católicas, hasta altas horas de la noche, me refiero en especial a Navidad. Es cierto que la democracia ha corregido en parte esto, con la declaración de feriados irrenunciables.
- Hirieron, casi de muerte, a la solidaridad, imponiendo la posición del “cada uno para su santo”, del “agarra Aguirre” y del “sálvese quien pueda”. Esto está muy bien reflejado ahora, en que, ante una propuesta de perfeccionamiento al sistema de pensiones, se critica que la propuesta tenga un componente solidario, y se muestran encuestas que señalan que la inmensa mayoría de los chilenos no desean un sistema que contenga solidaridad.
Me cuesta imaginar la existencia de católicos más eficientes que estos y sus seguidores
Alberto Estévez
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