Señor Director:
Felicitó y siento orgullo por su columna referida al despreciable y miserable dueño de El Mercurio. Trabajé en ese diario y la insensibilidad, el horror, la forma de tratar la noticia era espeluznante. Ocultar la verdad sobre los crímenes de la dictadura con todo desparpajo y desvergüenza o publicarlos como si fueran un chiste, aumentaba y profundizaba el terror de quienes no compartíamos su desvergonzada y criminal “filosofía mercurial” que promovían y obligaban funcionarios arrastrados ante una gerencia desprovista de toda ética al igual que su dueño.
Como siempre reciba mi afecto y un gran abrazo.
El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.