El primer reto para Macron será obtener una mayoría en las elecciones legislativas que se disputarán el 11 y 18 de junio próximo sin la que difícilmente podría aplicar su programa.
Las primeras encuestas de opinión otorgan a los candidatos de su movimiento, En Marcha, entre un 24 y un 26% de legisladores, un porcentaje que le obligaría a buscar alianzas a izquierda y derecha, sobretodo porque lo que se le viene encima es la Asamblea Nacional más atomizada de la historia reciente de Francia.
Los sondeos estiman que la segunda fuerza del hemiciclo sería el partido conservador de Los Republicanos, del ex presidente Nicolas Sarkozy, con el 22% de los votos. Le seguiría muy de cerca el Frente Nacional de Marine Le Pen, con el 21%, la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon con el 14% de los escaños y los socialistas, con el 8%.
Una tarea titánica, para un movimiento, el de Macron, que apenas tiene un año de existencia por lo que no tiene representantes en ninguna de las cámaras ni tampoco en las instancias de decisión de las regiones o ayuntamientos.
El segundo gran desafío de Macron será constituir un gobierno que abra espacio a caras nuevas, que vengan de la “sociedad civil”, que sean además capaces de atraer a esos millones de franceses que no se sienten identificados con su proyecto o estiman que no será sino la continuidad de lo que ya vivieron con el gobierno socialista de Hollande del que formó parte como ministro de Economía. Lo que se sabe por el momento es que quiere reducir las carteras ministeriales a 15.
La elección del Primer Ministro será un indicador clave del tono de su futura política, que él mismo define ni de derechas ni de izquierdas. A esto hay que sumarle todos los apoyos de los últimos meses de miembros de los partidos tradicionales, el Partido Socialista y Los Republicanos y del partido centrista de François Bayrou. Macron tendrá que componer con todas estas aristas que también le han llevado a la victoria.
Más de un tercio de los electores, 15 millones de personas, decidieron abstenerse, anular su voto o votar en blanco. Un récord para una elección presidencial que refleja, a su manera, la poca credibilidad de los finalistas de las presidenciales francesas. Convencerlos de que su victoria será útil para cambiar sus vidas es otro reto mayor del nuevo presidente que asumirá sus funciones el próximo domingo 14 de mayo.
*Por RFI