Señor Director:
Después de 1973 Chile es un país sin institucionalidad. La que exista fue completamente demolida por los putschistas que la reemplazaron por unas estructuras puramente represivas muchas de las cuales duran hasta hoy.
Los gobiernos civiles que reemplazaron a los golpistas se instalaron en las estructuras creadas por éstos, conservándolas casi intactas durante los tres últimos decenios. Los acuerdos constitucionales Lagos-Longueira de los años 2000 no lograron sino disimular algunos de los aspectos más groseramente brutales de la Constitución pinochetista, sin revitalizar unas instituciones vaciadas de todo contenido, o totalmente desnaturalizadas, como la Contraloría General, el Tribunal Constitucional, las cortes de justicia, las asambleas legislativas, etc.
Así pues los chilenos hemos sido entregados atados de pies y de manos a las llamadas fuerzas del mercado, que no son otras que las fuerzas de los poderosos. Estos funcionan como unas corporaciones (Sofofa, Corporación de Fomento de la Producción, Asociación Nacional de Bancos, Sociedad Nacional de Agricultura, etc.) con reglas de solidaridad y de omerta, o ley del silencio, que son , en todo el mundo, las reglas de los gangs y de las mafias, unas reglas que las hacen tanto más poderosas cuanto que la institucionalidad es inexistente y la atomización y desprotección de los trabajadores es la norma.
Por su parte, las FFAA que por disposición del tirano se autofinancian con el cobre y no rinden cuenta a nadie, funcionan como unas corporaciones muy similares a las precedentes . La lógica de estas instituciones autoadministradas es la de velar en primer lugar por sus propios intereses( equipos, salarios, atención médica,previsión) y ya veremos si tendrán la ocasión de velar algún día por los intereses de los chilenos. Con respecto a la omerta que reina en las filas de los uniformados ya hemos tenido la ocasión de conocer varios ejemplos.
En realidad, el modelo de las estructuras en gangs y en mafias se ha diseminado en muchos otros dominios de la sociedad, en los que unos pequeños grupos en número pero potentes en recursos se han apoderado de sectores de la prensa, de las universidades, de los poderes y de los servicios del Estado,etc . En todos ellos el reclutamiento por mérito no existe y ha sido reemplazado por la cooptación de los parientes, de los amigos, de los socios o de los aliados. Por otra parte, para una mayor eficacidad o para una mayor disimulación, los gangs se dividen a veces en subgangs y éstos en otros menores si es necesario
Para el ciudadano común y corriente nuestro país se ha convertido así en una jungla dominada por una jerarquía de mafias grandes o pequeñas que pasan acuerdos entre ellas para no perder el control de la torta, una jungla en la que el ciudadano no dispone de ningún derecho, de ninguna protección, y en la que ha sido rebajado a la condición de objeto sobre quien pesan todas las obligaciones y todas las explotaciones que enriquecen a los unos y a los otros de los gangs que dominan nuestra nación.
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