Lamentaba Juan Pablo Cárdenas en su columna hace unos días, la ausencia de líderes, de discursos conducentes a una mejor conducción del país. Y citaba nombres, con los cuales uno puede o no estar de acuerdo, pero que aquilataban el peso de su cargo.
El debate de la derecha fue un chiste; la farandulización conlleva a enviar mensajes familiares de los cuales hay que disculparse, es segunda vez que le ocurre al señor Ossandón. Kast, por su parte, dejó de manifiesto el sistema compartimental del gabinete durante la presidencia de Piñera, al ignorar asuntos de objetivos de interés común
Ninguno marcó una huella, una pauta de asidero que induzca a votar por ellos.
Un vocero de Ossandón invoca a Giolito y su combo, para ejemplarizar un ataque a su candidato. Checho Hirane manifiesta que si no gana Kast, votará por Piñera. Los “iconos” señalados, acusan el nivel intelectual de quienes esperan el corner en el área chica para cabecear una pelota que les quema la frente: el voto.
En Punta Arenas, concurro a un acto destinado a escucharlo y reunir firmas para Alejandro Guillier.
La concurrencia es de promedio adulto mayor, salvo la batucada, un elemento de comparsa totalmente alejado del discurso y carácter del candidato. El Gimnasio Sokol mostró dos tercios de ocupación. Escuchamos que se había elegido un lugar demasiado grande, otro argumento era el frío pero en esencia este último, deja de ser un fenómeno en Magallanes.
Los comunistas, muy firmes a su lado, alguna presencia del PPD y socialistas.
El discurso enervante. Invitaba a divagar a cuántos similares he escuchado en medio siglo. El mensaje manido: lo que producen las regiones debe quedar en parte en ellas. Esa “en parte”, no dejó a muchos cien por ciento satisfechos. Hubo promesas de lucha por la equidad, la mejor educación y la salud.
Todos elementos manoseados como si del Jefe de Estado dependieran.
Guillier llega de la mano del senador Carlos Bianchi, que efectivamente es muy popular y se ha logrado objetivos por medio del trueque para Magallanes. Pero un ex director de la Radio Nacional en tiempos de Pinochet, no puede oficiar de edecán, poco menos, en las primeras horas de Guillier en la Patagonia. Al día siguiente, sería Karim Bianchi, su hijo, postulante a una diputación, con sentimientos afines al programa del independiente radical.
Al otro lado del Atlántico, Carolina Glick posa al lado de Ángela Merkel en Alemania, siguiendo la tradición de las giras internacionales de candidatos hacia lugares donde encontrarán cierta empatía de parte de otros mandatarios. La imagen no le aportará un solo voto más, Guillier en el intertanto pide que no baje su candidatura.
Si muchos postulantes a La Moneda son casi desconocidos para la mayoría de los electores, si estos concurren a las urnas, menos lo son los miles de candidatos a las Cámaras.
Cunde un desorden ideológico por ambas partes.
Los debates, no son tales, los mensajes reiterativos y de fácil decir y complicado cumplimiento.
¿Valdrá la pena concurrir a las urnas este domingo y a fines de octubre?
¿O dejamos que otros decidan cual es el peor de los males?