Señor director:
Desde que llegué a vivir a Washington DC en 1978, no faltó un sábado en que muchos de nosotros pasáramos toda la mañana en la puerta del Banco Riggs de Dupont Circle ( a cuadras de la Embajada de Chile) en protesta por las cuentas bancarias del dictador. No permitíamos la entrada a nadie, pancartas, boche, ruido. Por supuesto que causábamos atención del público, repartíamos panfletos, etc.
Pues con los años, cerró el Riggs. Bravo.
Ahora, le devuelven sus activos a la familia del asesino. Vaya qué maravilla de justicia.
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