Hace un par de semanas, señalábamos que el bitcoin, aquella divisa similar al dólar, peso o euro, pero que no cuenta con unidad física y existe solo de forma digital, asegurada por complejos “candados” algorítmicos en tiempo real, se ha transformado en la mejor apuesta financiera 2017, por sobre monedas oficiales, índices bursátiles y contratos de materias primas importantes.
El apetito de los mercados ha sido creciente y, por estos días, la criptomoneda ha marcado un nuevo hito al superar la resistencia de los US$ 4.000 (unos $2,6 millones), llegando a US$ 4.192, un salto de 16% respecto a la jornada previa y nuevo máximo histórico.
Como dijéramos, la moneda electrónica, que se negocia vía oferta y demanda como el petróleo o el oro, hasta la semana antepasada había subido 79% desde el inicio de 2016, su más alto nivel desde comienzos de 2014, según datos compilados por Bloomberg, guarismo que, por lo demás, es cuatro veces el alza del rublo de Rusia y el real de Brasil.
La subida se explica por las mayores facilidades para transar con esta moneda gracias a las mejoras en la infraestructura tecnológica sobre la cual opera y tiene directa relación con el fuerte impulso a su demanda producido durante el tercer trimestre de 2016, tras el agregado de más de 1,1 millones de cuentas conocidas como “billeteras”, luego que la comunidad de desarrollo de bitcoin adoptara una actualización de software conocida como SegWit2x, que tiene como objetivo aumentar la capacidad de transacción de la red.
El rally actual es extraordinario si se considera que el 1º de enero de este año se ubicaba en solo unos US$ 950 y, por cierto, responde a motivos más allá de las facilidades tecnológicas mencionadas. En efecto, uno relevante son los controles de capital y tributarios que están aplicando las naciones desarrolladas y, que, como en China, hace más difícil mover las monedas nacionales y gastarla en el extranjero. El bitcoin resulta ser el medio de intercambio ideal, pues no puede ser controlado por ningún Gobierno o banco central.
También opera en esta renovada avidez de demanda la perspectiva de una contracción de remesas al extranjero dispuestas por Gobiernos que avanzan hacia políticas nacional-aislacionistas en diversas áreas del orbe. Influye, asimismo, la desaceleración de la oferta por reducción casi a la mitad de los precios pagados a sus “mineros” y los que reciben los dueños de computadoras que verifican las transacciones con bitcoins registrándolas en una base de datos pública conocida como blockchain.
Finalmente, estimula su compra el que cada vez más compañías y bancos los usen y acepten como medio de pago; así como la aplicación de medidas más estrictas contra la elusión, evasión, corrupción y terrorismo en todo el mundo, lo que transforma al bitcoin en una manera de transar sin develar las identidades de sus ejecutores y sin que esas operaciones sean registradas por las instituciones contraloras nacionales.
Así, desde fines de julio, cuando el bitcoin en Chile podía adquirirse entre $1,5 y $1,8 millones, según páginas en las que se pueden comprar, la criptomenda ha escalado a más de $2,7 millones, acumulando una utilidad que supera el 100% durante 2017.
Para realizar estas transacciones, empero, hay que tener una cuenta en alguna entidad que las transe, de las que, en Chile están Yaykuy, Chile Bitcoin y Surbtc. Su uso es legal siempre y cuando el lugar de la transacción lo sea y permita. Pero como ninguna entidad superior lo controla, hay un vacío legal y de supervisión autorizada para sus crecientes operaciones, lo que, por otro lado, podría estar revelando un incremento de transacciones non sanctas que, habitualmente, arrecian en períodos de pre-crisis, y porque se trata de un medio de pago que posibilita la realización de actividades comerciales fraudulentas y blanqueo de capitales, entre otras.
Como señaláramos, en Chile, el bitcoin y otras criptomonedas siguen siendo poco conocidas como instrumentos de ahorro o inversión, lo que constituye una barrera que impide su mayor expansión en el mercado interno, razón por la que, sus volúmenes de transacción en los últimos meses han seguido siendo bajos, no obstante ser de las monedas que más valor han ganado en el país y de las que les ha reportado a sus tenedores las más jugosas ganancias.