“Mi infancia es esencialmente campesina. Yo conocí una ciudad cuando tenía 12 años. En mi casa no había electricidad ni agua potable, pero sí una gran biblioteca. Allí había numerosos libros de agricultura de mi padre, libros pedagógicos de mi madre y una enorme colección de novelas, cuentos, teatro, poesía y todo cuanto puede dar la literatura. Había también dos pianos verticales y una guitarra. Mi madre era profesora de piano y mi padre tocaba jazz por oído. Él, como yo, no conoció jamás una nota musical. Para él, un La Bemol Mayor y un zapato eran la misma cosa”.
Así comienza Hemos hecho lo querido y hemos querido lo hecho (SCD / Hueders), nuevo libro que aborda algunos de los múltiples aspectos que podría cubrir un relato biográfico de Patricio Manns (Nacimiento, 1937). El punto de inicio son los orígenes de su familia en el sur de Chile, pero luego la narración se dispara en múltiples direcciones.
El encargado de guiar ese relato es uno de sus aliados históricos de Manns: Horacio Salinas, director de Inti Illimani Histórico y su contraparte más notoria a la hora de hacer canciones. Juntos, ambos han concebido algunas de las composiciones clásicas del conjunto: “Vuelvo”, “Medianoche” y “Samba landó” son apenas tres de esas.
Manns, que ya ha publicado una serie de libros de distinto calibre, dice que está feliz con éste: “Es que es el primer libro que hacen sobre mi trabajo y con tanto detalle. El único que podría haber hecho este libro es Horacio, porque para hacer esas preguntas hay que conocerme y nadie me conoce tanto como él”.
Salinas agrega que “ningún gran artista puede quedar con su vida en una nebulosa. En este país es necesario contar la vida de nuestros grandes artistas, es necesario conocer este oficio de hacer canciones, que es muy importante. Yo estoy muy feliz porque hemos hecho un libro que desgraciadamente lo devoramos en un par de horas. ¡Habrá que hacer otro!”.
De hecho, con sus 131 páginas, el libro no alcanza a ser una biografía ni un relato amplio sobre la vida del autor de “Bandido”. Es apenas una aproximación en primera persona, pero en la que se asoman temas diversos.
Están los esperados: los inicios en la creación de canciones, el neofolclor, los años de la Peña de los Parra, el exilio, las canciones comprometidas, el retorno a Chile. Y están los más imprevisibles: la religión, las drogas, el Festival de Viña, su opinión sobre colegas como Los Prisioneros o Mon Laferte. “El descubrimiento de una descomunal voz chilena me dejó turulato (…) Me gustaría darle canciones”, dice sobre la intérprete de “Amárrame”. En otro pasaje, es categórico: “Nunca escucho rock y como no lo escucho lo conozco poco. Pienso, tal vez exagerando un poco, que es como la cueca: escuchas un tema y ya los escuchaste todos”.
También hay espacio para las anécdotas. Acaso la más memorable sea la de un viaje de Iquique a Santiago, junto a un taxista furioso y deseoso de ajusticiar a… ¡Patricio Manns! “Sueño con beneficiarlo con un cuchillo carnicero que guardo”, le dice en pleno trayecto, sin reconocerlo. “Pusimos mucho humor en la conversación, para que la gente se riera. De hecho, nosotros nos reímos mucho haciéndolo”, cuenta el cantautor.
Los pasajes más significativos, sin embargo, son aquellos donde Salinas y Manns hablan y especulan acerca de lo que mejor saben hacer: canciones. Para el director de Inti Illimani Histórico, se trata de un oficio al que no todos los músicos o escritores se pueden aproximar. Tiene sus propias reglas: “En el mundo hay letristas de excelentes canciones que nunca han escrito un poema y ni siquiera una carta. Saben y les nace esto de contar en el breve espacio de tres minutos una historia que luego está vestida de melodías, de historias, de palabras. Es un arte que luego engancha con la gente y eso es lo notable. De repente, una bonita imagen en una canción basta para que enganche. Es algo bastante complicado. En el Inti Illimani, hacer un texto de una canción era una cosa terrible, porque queríamos contar la historia del mundo en tres minutos y era imposible. Pero para eso teníamos a Patricio”, explica.
En el libro, Salinas le pregunta a Manns si vale más el texto o la música, recordando que alguna vez los compositores recibieron más dinero por derecho de autor que los encargados de las letras. Manns le responde tajante: “Primero, debes abandonar toda esperanza de cobrar más caro que yo. Segundo: tratándose de una canción, texto y música tienen un mismo valor. Sin el texto, la música no significa mucho. Son las palabras unidas a la música lo que hace una canción. Y una canción se compone de dos elementos indisolubes: texto y música”.