Con avisos y consejos para los estudiantes, se dio el vamos al proceso de Prueba de Selección Universitaria que se lleva a cabo este lunes y martes. Está claro que la medición y sobre todo la entrada a una nueva etapa es percibida por las familias chilenas como un hecho de suma importancia. Para los hijos podría ser considerada como la primera decisión importante, donde comienzan los primeros pasos de autonomía; para los padres o responsables podría tratarse como un gran logro para la labor parental, independientemente de si se hacen o no cargo del financiamiento.
Uno de los que estuvo presente en la ceremonia de apertura fue el rector de la Universidad de Santiago, Juan Manuel Zolezzi, quien se mostró complacido por la organización de estos dos días y explicó, para qué sirve la prueba de selección universitaria, también conocida por su sigla, PSU.
“Más que dar un certificado de cuánto ha aprendido el alumno, –porque es algo que está sujeto a las condiciones socioeconómicas– esta es una prueba que permite saber cuánto el estudiante va a poder rendir potencialmente. Idealmente eso como la potencialidad del estudiante en su trabajo universitario, tanto o más que lo que verdaderamente ha tenido oportunidad de aprender”, dijo.
Sin embargo, y pese a las virtudes que normalmente se le destaca a la medición, la PSU tiene muchas carencias y así lo han hecho ver expertos de distintas organizaciones.
Consagrar la diferencia
De esta forma lo indicó en conversación con este medio, Renato Gazmuri, académico de la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales. El experto señaló que la posibilidad que la prueba de selección universitaria pueda predecir el desempeño académico de los futuros estudiantes, es un supuesto.
“Se sabe hace mucho tiempo –acorde a sus palabras– que el puntaje de la PSU tiene una correlación perfecta la economía de los estudiantes. Reflejaría, de ese modo, el contexto de origen de las personas que la dan, y afectaría, a la pasada, el tipo de educación que se desarrolla en la enseñanza media”. “No es solo un mal predictor del rendimiento de los estudiantes en la universidad; no solo reproduce las características educativas de origen; sino que tiene sobre la enseñanza media un efecto bien perverso. Porque en la medida que los colegios y los estudiantes se preparan para la PSU, lo que entrenan es su memoria, en desmedro de su capacidad de desarrollar habilidades de orden superior”, indicó.
El académico UDP explicó asimismo que la PSU no solo debe ser revisada por estos fenómenos, sino que los establecimientos educacionales deberían tener sus propios mecanismos de medición.
La responsabilidad individual
Por su parte, Víctor Orellana, investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, declaró que la prueba es una herencia de la Prueba de Aptitud Académica, o sea, muy perteneciente al pasado, cuando alrededor de un cinco por ciento de los estudiantes entraba a esa otra etapa formativa.
Las universidades se expandieron, pero tal masificación no incluyó a las instituciones tradicionales, como sí sucede en otras partes del mundo, donde no hay una planificación por una orden del mercado, según enfatiza el académico. De este modo, se va produciendo un sistema en el que no está asegurada la calidad de la educación y, por ende, se producen desniveles. “Es una máquina de responsabilidad individual de la segregación, y eso es complicado porque va produciendo baja autoestima, que es clave para construir profesionales. Yo necesito que los profesionales crean en sus capacidades, no que duden de ellas”, dijo el investigador de CIAE.
Y agregó: “el problema de Chile es que tú tendrías que haber hecho una expansión de las universidades tradicionales. PSU termina funcionando como un dispositivo que responsabiliza al estudiante de su lugar en la sociedad, así como que vale 500 puntos. El problema es que si eres de capa alta, y vales 500, igual vas a ser jefe, médico o abogado; pero si estás en la parte media o baja de la sociedad, y sacas 500, tú piensas que eres poco valioso”.
Víctor Orellana terminó sentenciando que los estudiantes, a través de este mecanismo, sienten que esto es un déficit propio el hecho que no puedan estar en planteles como la Universidad de Chile o la de Santiago.