Señor Director:
Cuando en los años 2016-17 las injusticias, abusos y corruptelas del modelo neoliberal que nos impusieron se hicieron evidentes para la mayoría de los chilenos, el sistema construyó una respuesta para superar la crisis política que se avecinaba. La medida de todas las cosas serían las elecciones presidenciales.
El hecho político esencial en disputa era si se mantenía el modelo neoliberal o se desmantelaba. Ahí estaba el listado: Afp, educación, nacionalización del cobre Litio y aguas, sistema bancario etcétera.
La respuesta del sistema para las presidenciales fue desempolvar un connotado hombre del “partido del orden”. Ese partido que más allá de los colores, definiciones ideológicas e inscripciones en el Servel se ocupa que el orden político se mantenga fiel al modelo neoliberal en nuestro país.
La designación recayó sobre don Ricardo Lagos, un “socialista” muy especial, que cuando el PS se desangraba bajo las balas y garrotazos de la dictadura, recibió una invitación de los norteamericanos para ser profesor en una apacible universidad del país del norte de la cual salió luego de algunos años para ser funcionario de la Cepal bajo patrocinio de sus poderosos amigos.
Don Ricardo reunía todas las condiciones para continuar este “pepito paga doble” que ha sido la política de estos años. Podía invocar su socialismo y de paso recoger el amor de los empresarios tantas veces ofrendado públicamente. El conde de Lampedusa no habría pedido más: que todo cambie para que nada cambie.
Pero la molestia ciudadana se había consolidado y crecía. La relación de Ricardo Lagos con el PS era monárquica, de linaje real. Es el único que podía ser doble militante (PPD y PS al mismo tiempo), no asiste a sus eventos (a lo sumo manda un corto video como en el 70 aniversario en el Estadio Chile), no paga cuota, nunca participa en elecciones internas. Sin embargo, los medios de comunicación, la clase política y la dirección del PS lo reconocían como el “líder natural del socialismo”. Bueno, hasta ahora. Cambia todo cambia.
Hace algún tiempo asumió una nueva dirección del PS, que reemplazó al duopolio eterno del socialismo en la transición: Escalona/Núñez. Ambos del partido del orden con cuerpo y alma. Núñez fue a pedir disculpas a nombre del socialismo a la Escuela Militar
Hace poco tiempo y con amplio respaldo de la militancia asumió una la troika Alvaro Elizalde/ Andrés Santander/Miguel Angel Aguilera. Los nombres, especialmente los últimos, son poco conocidos en el gran escenario político nacional, pero muy convocantes en la interna socialista y en sus lugares de acción cotidiana. Aguilera fue reelegido alcalde de San Ramón con un 70 por ciento de los votos. A esta dirección la ningunearon públicamente olvidando sus méritos políticos y profesionales. Un abogado, un administrador público y un auditor universitario.
Ricardo Lagos, el candidato del partido del orden, dio por hecho que tenía al PS a su disposición. Pero las cosas han cambiado. La nueva dirección del PS, con gran olfato político, percibió el peligro de la candidatura de Lagos, a estas alturas esto ya no sería simplemente un tributo a la prudencia, a la política de los acuerdos, esto era saltar la reja con petas y petacas. Peor aún, los electores no los seguirían, don Ricardo perdía en primera vuelta, podía surgir un candidato a la izquierda de la Nueva Mayoría, todo se hacía incierto, pero todo llevaba a la estación terminal de la derrota. La ninguneada dirección socialista hizo lo que había que hacer, no llevó a Lagos y proclamó a Guillier. Reprimido, traicionado y ninguneado por años el socialismo chileno no era el llavero de nadie, no estaba muerto. Pudo haber andado de parranda, pero no estaba muerto.
Esto fue muy comentado. Se escribió sobre el mito de la imagen del hijo que mata al padre. Se endilgaron descalificaciones duras y personales contra la nueva troika socialista. Parlamentarios fueron llamados rudamente al orden y debieron acatar. No flaqueó la dirección socialista.
El cuadro político cambió. Lagos y sus mandantes fueron derrotados. Pero el resentimiento, la frustración y la venganza emitieron una factura, que de momento quedó flotando.
El candidato Guillier, se planteó como candidato ciudadano, con los partidos pero no desde los partidos. Había que juntar firmas, miles, en todo el país.
Elizalde y Santander partieron a sus postulaciones parlamentarias. Aguilera asumió el enorme desafío de juntar las firmas, tarea que pudo fracasar, de eso se sabe poco.
Sorpresivamente se difundió anticipadamente por las redes, seguramente con operadores de internet, la emisión de un programa de Televisión Nacional de Chile, cuya máxima autoridad es Ricardo Solari, socialista y muy allegado a Ricardo Lagos. Se anunciaba la denuncia de los vínculos del alcalde Aguilera y el Municipio con el narcotráfico. San Ramón pasaba a ser la comuna del narcotráfico.
El programa “denunció” escandalosos sueldos a honorarios de 400 mil pesos mensuales, un trabajador de un programa (no un funcionario del municipio) preso por narcotráfico, legalmente no se constataba nada tangible o reprochable penalmente o vinculado al narcotráfico. El programa fue hecho por una productora y vendido a TVN. ¿Simplemente lo compraron o lo mandaron a hacer por encargo? Ya se sabrá.
El programa se repitió en una suerte de cadena nacional en todos los canales. TVN, con su director socialista/laguista lo repitió íntegro hasta el cansancio. Candidatos presidenciales de escasa adhesión se subieron a la micro de las imputaciones. Sin antecedente concreto alguno, la tríada se había instalado: narcoalcalde, narco municipio y narcocomuna. La posverdad entiendo que le llaman.
Uno de los objetivos se hizo evidente y la derecha lo difundió con efusión: las firmas de adhesión de Guillier las habría puesto el narcotráfico. Ese era el objetivo mayor en lo inmediato. El misil era para Guillier, quien sin ser un capitán acostumbrado a navegar en las tormentas, pero con buen olfato como periodista, no se embarcó en el coro de acusaciones y descalificaciones contra Aguilera. Esto tenía tan poca consistencia que se diluyó solo, pero la acusación se difundió.
Antes de 24 horas Camilo Escalona, de hecho el escudero de Lagos en el socialismo, exigió que el PS presentara una querella por los supuestos delitos. Nunca exigió una querella del PS por el evidente asesinato de Salvador Allende y con la causa de Carlos Lorca ya sabemos lo que pasó. Ahora el afán inquisitorio superaba a Vichinsky, el fiscal de Stalin.
Presentaron la querella pero sin alusión alguna narcotráfico. Eso no lo supo la opinión pública.
La dirección del PS entró en pánico; una parte. Es obvio que otros operaban un encargo. La televisión transmitía en directo desde las puertas de la sede socialista. Se suspendió de la militancia al alcalde Aguilera, aún sin escucharlo. En la misma situación se expulsó a otros militantes. Eso era un linchamiento. No había ni la sombra de un debido proceso, ni la más mínima consideración por un compañero que no era objeto de resolución alguna que le afectara.
Amigos políticos que habían compartido con él hasta el día anterior, incluso algunos que habían recibido apoyo para postulaciones parlamentarias exitosas, señalaban no conocerlo. A lo sumo aceptaban algún recuerdo de su padre, un viejo y noble dirigente sindical socialista ya fallecido. Abandonado por sus camaradas de dirección, los encumbrados, los de base observaban estupefacto y Aguilera renunció al PS. Se le expulsó con posterioridad. Nunca se escuchó su versión.
Han pasado casi tres meses de la espectacular instalación mediática, cada día queda más claro que fue eso y no otra cosa, Aguilera dio una entrevista en Radio Universidad de Chile y denunció un montaje en su contra, señaló que no había investigación por narcotráfico respecto de él o de su municipio; ni resoluciones judiciales que lo afectaran. Con papeles en mano, señaló que el edificio de acusaciones que se había montado sobre la base de la contratación de una persona que trabajaba para un programa (actividad de plazo determinado) y que luego había sido detenido bajo imputación de tráfico, adolecía de un omisión relevante. Esa persona había sido contratada cuando el se encontraba internado en una clínica en la que fue sometido a una cirugía. La Municipalidad de San Ramón contrata a cerca de 2.300 personas, la inmensa mayoría – algo así como el 96 por ciento- vienen de administraciones anteriores. Señaló también que le parecían poco creíbles las declaraciones del Ricardo Solari en el sentido de no haber visto el programa con la “espectacular” denuncia.
Consultados por Radio U. de Chile respecto de la acusación de montaje, Escalona señaló que Aguilera era un ex militante y Solari, que era política del canal que él no viera esos programas (sic). No agregaron más.
Denostado maliciosamente ante el país, Miguel Angel Aguilera, sigue en su cargo de Alcalde. Sus abogados no tienen grandes desvelos, pues ni siquiera lo han citado a declarar y los ciudadanos le mantuvieron la confianza eligiendo a su hermana. Monica Aguilera, como consejera regional con una alta votación.
¿Es un montaje?. Cuando un animalito tiene las patitas anchas, plumitas amarillas, su boquita puntuda y dice cuac, yo tiendo a pensar que es un patito.
Es lamentable que en nuestro país se estén utilizando procesos de agresión política por la vía de la utilización mañosa de los medios de comunicación, que luego predisponen a los tribunales en contra del acusado.
Este es un método profundamente inmoral que por estos dias utiliza el presidente Macri en Argentina para reprimir opositores, y que tiene en prisión a dirigente sociales intachables como Luis de E’lía y Milagros Salas. Lo bueno es que en Chile tenemos tribunales, que sin ser perfectos, no son serviciales al poder político de turno.
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