Democratizar el movimiento de derechos humanos

  • 04-01-2018

El Movimiento por los Derechos Humanos ha recorrido muchos años en la historia de Chile. Puso en el muro de todos los vientos como la criminalidad uniformada, cómo el ejército se lanzó a la caza del hombre. Miles son los crímenes que superan el asombro y hacen que el horror haya llegado para quedarse y dejar constancia que en Chile, sencillamente por haber ejercido el derecho a voto, y hacerlo por un proyecto político de muchos años en la escena pública nacional, llevó a que quedaran marcados para siempre los muros de los cementerios, y por las calles haya corrido sangre generosa, sencilla, humilde y comprometida.

Contar las historias desde los tiempos en Comité Pro Paz, Puchuncaví, Ritoque, cuando Londres 38 trabajaba como máquina de tortura, Villa Grimaldi, Venda Sexi, y toda la patria estaba aterrada, y la Caravana de la Muerte iba matando uno tras otro, sacándolos de las cárceles. Quedan sus nombres y sus oficios, obreros, empleados, profesores y periodistas, mineros, el Chile de siempre.

Se debe destacar los logros alcanzados para hacer justicia, ese ha sido el trabajo de los familiares, AFDD/AFEP. Allí está el Informe Verdad y Reconciliación, que las Fuerzas Armadas se niegan a reconocer. Está el Informe Valech, sobre tortura y prisión política, miles de nombres dan consistencia a verdad que se dijo tantas veces y en tantos lugares de Chile y el mundo.

No se puede olvidar eso de que “Habrá justicia en la medida de lo posible”.

El tiempo no pasa en vano, dejó huellas extremadamente dolorosas. Tantos familiares que murieron esperando una respuesta, saber dónde están los restos de sus seres queridos. Insistir significó apaleos, el desprecio, la cárcel, pagar costos personales. Duras son las páginas de la historia para con los familiares de nuestros compañeros detenidos desaparecidos y ejecutados sin juicio.

Hemos constatado cómo los diferentes gobiernos desde 1990 hasta ahora, no han ejercido con decisión el exigir para que los militares entreguen la información que sabemos se guarda en sus cuarteles. Años esperando encontrar la Bitácora de La Esmeralda para conocer donde mataron al cura Woodward, quienes lo ejecutaron y quienes ordenaron hacerlo. Hay evidencia concreta de la poca voluntad desde el Poder Ejecutivo para que sean entregadas respuestas a los requerimientos que la historia de Chile necesita conocer.

Mucha memoria se ha levantado en lugares emblemáticos para dejar constancia de lo allí sucedió. Eso es trabajo y esfuerzo de familiares, sus organizaciones y el compromiso de quienes los recuerdan. Chile es un eterno memorial.

Existen muchas tareas inconclusas y proyectos a impulsar que están más allá que la propia memoria. Hacer que la Memoria llegue a los colegios de toda la patria. Que las Fuerzas Armadas sean democratizadas y formadas al amparo de los nuevos tiempos La miserable victoria que las Fuerzas Armadas se arrogan y también desde la derecha política debe volver a tomar impulso. Volver al proceso de integrar y sumar a los familiares de la siguiente generación a la tarea que nadie olvide nada de lo sucedido.

Sería importante juntar a todos, los hijos, los nietos y los más abajo también, de los detenidos desaparecidos, de los ejecutados, para hacer renacer las batallas ganadas y las que están para darse y ganarlas.

El país, así como han ido naciendo y creciendo organizaciones desde la calle, también es la hora de hacer más amplio, más democrático, menos excluyente a tantos familiares que están esperando volver a integrarse y que quieren aportar con su esfuerzo, y el recuerdo de sus cercanos a la tarea de hacer justicia, no en la medida de lo posible, sino para escribirla en la historia, como así debe ser.

Los nuevos tiempos que no son los mejores así lo ameritan. También es cierto que casi todos los diversos periodos desde 1990 hasta los actuales, tampoco han sido lo alentadores que se esperaban, existe burocracia, lentitud, casi abandono y una intencionada impunidad, posiblemente resabios de oscuras negociaciones entre la clase política y los uniformados, pensando en la mal entendida, paz social.

En resumen, se necesita que surja ahora un MOVIMIENTO POR LOS DERECHOS HUMANOS, amplio y democrático, participativo y donde los representantes y dirigentes sean elegidos por todos los familiares, padres, hermanos(as), hijos, nietos, un familiar un voto. Que se recoja el esfuerzo de años en la calle y tantas huelgas de hambre, de los incontables afiches pegados en las murallas de la patria. Se debe también reconocer la solidaridad internacional, siempre presente y activa.

Es la hora de volver a impulsar con voluntad unitaria, sin excluir a nadie, construir y compartir nuevas instancias democráticas, de un  proyecto que no es inventado, pero que se necesita para fortalecer la presencia en la Memoria de Chile. Los chilenos conocen la verdad, públicos los responsables y criminales, pero también existe los que justifican cada detalle sucedido.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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