Variables socioeconómicas, geográficas, educacionales y de género podrían influir en enfermedades de salud mental, según lo indicó el módulo de salud mental y apoyo social del Estudio Longitudinal Social de Chile realizado por el Centro de Estudios del Conflicto y la Cohesión Social. El documento hizo hincapié en que, según la herramienta ejecutada, uno de cada cinco chilenos reporta síntomas de depresión.
El documento que consideró a tres mil personas de las principales ciudades del país arrojó que el 18,3 por ciento reportó síntomas de depresión. De estos, un 11,1 por ciento la manifestó en forma moderada. Respecto de los estándares, el 13,3 por ciento de la población estudiada pertenece al decil de menores ingresos. El informe destacó que las mujeres son más propensas a la depresión con un 9,3 por ciento. Para los expertos, el estudio puede elevar una alerta de como el país ha enfrentado la salud mental.
En ese sentido, el Ministerio de Salud anunció que dentro de los próximos días entregará los estudios de 2016 y 2017 sobre la salud mental en nuestro país. Los antecedentes recopilados hasta hoy señalan que en los años noventa en nuestro país figuraba una prevalencia de enfermedades mentales del 22 por ciento de la población, siendo más alto que el promedio mundial.
El jefe del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud, Mauricio Gómez, explicó que se debe tomar el problema en serio y no esperar a que los números experimenten un alza. Para ello, propone aumentar los servicios, triplicar los recursos y cubrir tratamientos desde los organismos públicos. El funcionario fue enfático en que se debe trabajar una red que incluya distintos sectores, pues sostuvo que “el problema no es exclusivo del Ministerio de Salud, el proteger la salud mental a la población es una responsabilidad colectiva, entonces si nuestro desarrollo económico no protege la salud mental, si generamos inequidades gigantescas como las que tenemos en Chile, eso daña”. A eso, agregó que “si no tenemos ambientes escolares saludables, si no protegemos a los alumnos del bullying, a los niños de la violencia en la infancia, del abuso sexual o a las mujeres de la violencia de género; si no tenemos una conducta global como sociedad, no podemos pedir a un ministerio que las personas estén sanas”.
Por su parte, el profesor asistente de la escuela de psicología de la Pontificia Universidad Católica e investigador del Instituto Milenio para la Investigación y Personalidad, Álvaro Verges, manifestó que se han hecho intervenciones de parte del Ministerio de Salud y aseguró que pese a ellas, para enfrentar este tema, “hay un ámbito que compete a otros actores más allá del Minsal y por eso es importante que haya un trabajo intersectorial y que involucre a actores más allá del Estado, al mundo académico, empresarial, etcétera”.
A su vez, la Directora Ejecutiva de Rostros Nuevos del Hogar de Cristo, María Isabel Robles, aseguró que el perfil socioeconómico efectivamente influye. Advierte que pese a los avances conseguidos a lo largo de los años, hoy en Chile “hay un desafío de articulación muy relevante y diría que hay desafíos respecto al modelo que nosotros estamos planteándonos. La tensión que hoy vivimos de qué es más importante, tiene que ver con un modelo de sociedad que está tensionado, que hemos construido y que ha llegado a un punto de tomar decisiones que son relevantes para mejorar la calidad de vida de las personas”.
Por ello, se espera que el Ejecutivo defina entre las prioridades normativas la ley de salud mental, la que ya mostró avances en este Gobierno, pese a la falta de espacio político y legislativo. Según explicó el Jefe del Departamento de Salud Mental, teniendo todo eso en cuenta, de todas formas se logró posicionar el tema.