Por más de 50 años, las cartas de las integrantes del Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCH) permanecieron guardadas en una maleta perteneciente a Elena Caffarena, histórica dirigente feminista que falleció en 2003. Luego de su muerte, los escritos pasaron a manos de una de sus nietas: Ximena Jiles Moreno, quien comenzó a trabajar junto a Claudia Rojas Mira en una investigación sobre el contenido de estos documentos escritos entre 1935 y 1949.
Finalmente, esta labor se tradujo en un libro que fue publicado por el Archivo Nacional a finales de diciembre de 2017: el Epistolario Emancipador del MEMCH. Catálogo histórico comentado.
El texto reúne 888 cartas que son organizada en cuatro capítulos: Primer periodo (1935-1937), que relata la fundación, organización y desarrollo del MEMCH; Segundo periodo (1938-1939), que aborda el auge y la consolidación del movimiento; Tercer periodo (1949-1946), que habla sobre las tensiones y divergencias de la organización; y Cuarto periodo (1947-1949), sobre la conquista del sufragio pleno para las mujeres y el declive del referente.
En las epístolas los temas son diversos. Hay información sobre incorporaciones y renuncias, apoyos políticos e incluso, alusiones a situaciones internacionales: “El MEMCH solicita a una camarada – Srta. Delfina Gutiérrez- afiches para adornar su local que den cuenta de sus reivindicaciones de lucha. La gráfica solicitada es la representación de una mujer con un niño en brazos”, dice, por ejemplo, una carta emitida el 12 de mayo de 1936.
Mientras, en otra, fechada el 17 de agosto de 1938, es posible leer: “En la presente Elena Caffarena acusa recibo de 375 cajetillas de cigarrillos, reunidas por el Comité Local del MEMCH de La Serena, de cara a la campaña solidaria con España, en Guerra Civil, impulsada por el diario El frente popular. Acerca de otra campaña solidaria en desarrollo, la de recolección de tarros de leche condensada, para la infancia española, Caffarena recomienda el ulterior envío del dinero recolectado para este fin, en lugar del envío de los tarros de leche, propiamente tales, para evitar costos de traslado”.
Según Ximena Jiles, en este catálogo “nos encontramos con una gran diversidad de aspectos planteados por el Movimiento pro Emancipación de las Mujeres de Chile ya en 1935, muchos de los cuáles están vigentes hasta el presente”.
“Entre ellos, cabe destacar todo lo relacionado con la emancipación política, cultural, jurídica y biológica de la mujer chilena. Es decir, no sólo se buscaba conseguir el tan anhelado derecho a voto pleno, en elecciones parlamentarias y presidenciales, como así también el derecho a ser elegidas en cargos de representación popular, sino que, al mismo tiempo, se abogaba por el derecho al divorcio, el derecho a la anticoncepción y al aborto en determinados casos justificados, la maternidad voluntaria y consciente, el igual salario para igual trabajo, la educación y cultura de las mujeres”, sostiene la historiadora.
“No obstante, hay ciertos temas que hasta donde hemos podido ahondar, el MEMCH no trató en la época, al menos con la denominación y el tenor de nuestros días, como por ejemplo el maltrato físico y psicológico hacia las mujeres y los femicidios, aún cuando si se abordaron materias colaterales intervinientes tales como el alcoholismo que hacía estragos entre los maridos de muchas mujeres de la época, pudiendo provocar entre otras consecuencias: violencia”, añade.
El movimiento
El Movimiento Pro Emancipador de las Mujeres de Chile fue fundado el 11 de mayo de 1935. A partir de entonces, la organización logró expandirse en distintos sectores del país como Antofagasta, Tocopilla, Valparaíso, San Antonio, Concepción, Temuco y Valdivia, entre otros sectores.
Y es que según Ximena Jiles y Claudia Rojas, una de las particularidades del MEMCH fue que las integrantes del movimiento “se propusieron crear una organización amplia y pluralista que uniera a mujeres de todas las clases sociales, sin barreras tales como credos religiosos e ideologías políticas y que tuviera como norte la emancipación de las congéneres en un sentido integral”.
Para las investigadoras esta tarea fue difícil ya que no contaron con recursos económicos más allá de las contribuciones que hacían las mismas militantes. “No había ni una Iglesia ni un partido político que las cobijara o las financiara y todo el andamiaje de su organización la consiguieron precisamente en base a las cartas que iban y venían veloces a través de nuestra accidentada geografía comunicando a los diversos comités locales que fueron fundando, no sin dificultad, desde el extremo norte hasta el sur del país”, dicen.
Por ello, el movimiento debió apoyarse en el Servicio de Correos y Telégrafos de Chile y Ferrocarriles de Chile. “Estos importantes medios de comunicación hicieron posible la articulación de un movimiento a través de nuestra particular geografía. Junto con ello tuvieron un potente órgano de prensa, denominado La Mujer Nueva y dirigido por la periodista Marta Vergara, que en sus 8 planas aparecía periódicamente”, señalan las historiadoras.
Una historia necesaria
Las investigadoras coinciden en que el epistolario del MEMCH aporta “luces” sobre un tema “escasamente conocido en el país en un sentido general, pero también desconocido en las aulas universitarias y en los colegios: la lucha de las propias mujeres chilenas organizadas por conseguir no sólo su derecho a votar, sino su emancipación integral”.
Ante ello, las académicas concluyen: “Como objetivo político diríamos que – el epistolario- aporta en emancipar las memorias del movimiento feminista en Chile de los años treinta”.
Revisa aquí el libro en su versión digital.