Palestina: Política de Asentamientos y Crímenes de Guerra

El próximo 19 de marzo, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos – ACNUDH – presentará un informe ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, donde se consigna como “crímenes de guerra” la política de expansión de los asentamientos con colonos judíos en los territorios palestinos, tanto en la ribera occidental, como en Al Quds Este y el territorio sirio de los Altos del Golan.

El próximo 19 de marzo, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos – ACNUDH – presentará un informe ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, donde se consigna como “crímenes de guerra” la política de expansión de los asentamientos con colonos judíos en los territorios palestinos, tanto en la ribera occidental, como en Al Quds Este y el territorio sirio de los Altos del Golan.

El reporte de la ACNUDH, publicado hace unos días, comprende seis documentos,  en cinco de los cuales se acusa al régimen sionista de violar los derechos humanos de la población palestina en el West Bank, como también en la ocupada Al Quds Este y un sexto documento que da cuenta de una serie de actividades contrarias al derecho internacional llevadas a cabo por Israel en los Altos del Golan, territorio sirio ocupado por Israel tras la Guerra de Junio del año 1967.

Sionismo Como Sinónimo de Crimen

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad al-Husein,  explicitó esta imputación señalando que “la expansión de los asentamientos en los territorios palestinos ocupados por Israel. Unido a la política de transferencia  de personas del país ocupante a un territorio ocupado – es decir de Israel a Palestina – viola el Artículo N° 147 del Convenio de Ginebra y con ello claramente se comete un crimen de guerra”. Claro y preciso, Israel quebranta las leyes internacionales y pisotea los derechos del pueblo palestino.

La contravención del mencionado artículo  es una de las infracciones consideradas graves por el Convenio de Ginebra. Equiparable al homicidio intencional, la tortura o los tratos inhumanos, incluidos los experimentos biológicos. Causar deliberadamente grandes sufrimientos, la deportación o el traslado ilegal, la detención ilegal, la toma de rehenes, la destrucción y la apropiación de bienes no justificados por necesidades militares y realizadas a gran escala de modo ilícito y arbitrario.

Zeid Raad al Hussein llamó a  Israel a frenar el proceso de colonización y construcción de asentamientos judíos calificándolo de “una conducta ilegal y discriminatoria de expansión, llevada a cabo mediante la demolición de viviendas palestina,  para instalar en ellos colonos judíos”. Nueva constatación de la conducta violatoria y criminal del sionismo contra el pueblo palestino. Sin embargo, a pesar de la calidad de la investigación y la veracidad de los hechos consignados, Israel, como ha sido su práctica constante, desde su nacimiento el año 1948, viola sistemáticamente el derecho internacional.

Esto es: resoluciones, decretos, documentos y exigencias que la obligan a detener la expansión de los asentamientos, demoler lo construido, retirar las fuerzas ocupantes, derribar el muro de la vergüenza y permitir el retorno de los refugiados palestinos entre otras medidas. La última resolución, la N° 2334 del Consejo de seguridad, aprobada el 23 de diciembre del año 2017, llamó a detener este crimen de guerra, señalando expresamente que los asentamientos de Israel en Cisjordania, Al Quds Este y los Altos del Golán son “una flagrante violación de la ley internacional”.

La política de asentamientos, además de ser parte constitutiva de un régimen colonial, ha dejado claro que los Acuerdos de Oslo, firmados el año 1993, han muerto definitivamente. No hay posibilidad alguna de pensar, en ese marco de convenio, en concretar  un Estado palestino con plena autodeterminación. Oslo estableció la división del West Bank con sus 5.860 kilómetros cuadrados en tres áreas: Área A, Área B y Área C. La mencionada Área A quedaría bajo control de la creada Autoridad Nacional Palestina – ANP y comprendía el 18% del territorio – El área B con un 23% del total de tierras estaba en manos de Israel en su control militar y por parte del control de la ANP en asuntos civiles. El área C con un 59% quedaba bajo control total israelí hasta que al cabo de cinco años – el año 1998 – pasaría a manos de un teórico Estado palestino, cuestión que ha sido una vil falacia.

En la zona A y B vive la gran mayoría de los más de 2.8 millones de palestinos que habitan la Ribera Occidental – En la Franja de Gaza radican otros 2 millones de Palestinos sometidos a un bloqueo criminal, que se extiende ya por 12 años –  Es en la Zona A y la B donde se desarrolla gran parte de la actividad administrativa, política, económica y social de la ANP, constituyéndose Ramallah como su ente administrativo principal. El territorio controlado por Israel, la zona C, abarca el 59 por ciento del West Bank que incluye la zona desértica al este de Cisjordania, el Valle del Nehar HaYarden con la milenaria ciudad de Ariha – Jericó y el Mar Muerto  “El control total de Israel sobre esta zona priva a la economía palestina de ingresos y puestos de trabajo, mientras obtiene grandes beneficios para los ocupantes”

Un cuarto de siglo después de Oslo, el Muro que atraviesa Cisjordania – y que en un 80 por ciento se adentra en territorio palestino sin seguir la denominada Línea verde –  ha convertido a Palestina en un Queso Suizo, surcado de  check point, asentamientos, cuarteles militares, generando bantustanes entre las distintas áreas. La política sionista ha implementado la construcción de asentamientos con el objetivo manifiesto de impedir la creación de un Estado palestino pues la política de los hechos consumados hace imposible negociar  la retirada de 650 mil colonos en Cisjordania – 300 mil de ellos rodeando Al Quds Este.

En  Cisjordania – incluyendo a Al Quds Este, existen 150 asentamientos construidos por los gobiernos israelíes. A ello hay que unir 119 asentamientos denominados outpost o asentamientos salvajes – como el de Amona al noroeste de Ramallah –  que han contado con la ayuda financiera del lobby sionista, principalmente de Estados Unidos. Asentamientos enclavados como un puñal en el corazón de Palestina, entre los que encontramos los más poblados como  Modi´in Ilit con 65 mil colonos. Beitar Illit con 50 mil invasores  – construida sobre la usurpación de tierras de las aldeas palestinas de Nahaleen, Hussan, y Wadi Fukin -, Ramot con 45 mil y Pisgat Ze´ev con 40 mil extranjeros. Día a día se judaiza Cisjordania con el  objetivo de robarle no sólo su territorio, sino también su historia, cultura y derechos.

Israel y sus cotidianas violaciones

Unido al mencionado informe del ACNUDH,  que será presentado en breves días, existen otros, que desde el año 2011 a la fecha, la denominada Oficina de Coordinación Para Asuntos Humanitarios – OCHA –  elabora con el propósito de otorgar “Una Visión General Humanitaria Sobre los Territorios Ocupados” con el objetivo de proporcionar “un análisis de tendencias de algunos de los indicadores claves que subyacen a las vulnerabilidades humanitarias en este territorio durante un año específico”. En buen romance: dar cuenta de los crímenes y violaciones de los derechos humanos cometidos por el sionismo contra el pueblo palestino, tanto en Cisjordania – incluyendo Al Quds Este – como en la Franja de Gaza.

Para la OCHA, el contexto humanitario en los territorios ocupados “es único entre las crisis humanitarias que existen actualmente en el mundo y sigue directamente relacionado con el impacto de la ocupación israelí, que les niega a los palestinos la posibilidad de controlar aspectos básicos de la vida cotidiana…su capacidad para moverse sin obstáculos dentro de su propio país, salir y regresar, lograra desarrollar grandes partes de su territorio, construir sobre su propia tierra, acceder a los recursos naturales o desarrollar su economía. Todo está determinado por las fuerzas ocupantes”

Las instituciones mencionadas señalan continuamente,  que la ocupación prolongada genera en la población palestina  un sentimiento de desesperanza y frustración. Afectando a los 4.8 millones de Palestinos sujetos a la ocupación, en que dos millones de ellos requieren asistencia humanitaria y protección. Una población expuesta a la arbitrariedad del ocupante, la violencia, el desplazamiento, el acceso restringido a medios de subsistencia y servicios esenciales como agua, luz, asistencia sanitaria, alojamiento y educación. A pesar de las exigencias internacionales, la entidad sionista se niega a aceptar las exigencias internacionales: salir de los territorios ocupados, desmantelar los asentamientos de colonos judíos que han desplazado  a sus habitantes originales, demoliendo viviendas, destruyendo cultivos, levantando muros  y estableciendo una política de apartheid.

Israel viola el derecho internacional, sin que ello signifique sanción alguna. Bajo el manto protector de Washington y aliados fieles como Francia y Gran Bretaña, Israel se burla de la comunidad internacional. La decisión de proseguir con las políticas de asentamientos implica que Israel no cesará su política de “limpieza étnica” contra los palestinos, constituyéndose en crímenes de  lesa humanidad según el criterio de la Corte Internacional de Justicia “cuando se cometen actos inhumanos graves bajo dos requisitos: la comisión como parte de una ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque”

Para mayor abundamiento recordemos, que en enero del año 2013, expertos en derecho internacional elaboraron, para el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, un informe sobre la construcción de asentamientos y la instalación de colonos judíos en territorio palestino. Dicho documento consignó, que la política de construcción o ampliación de los asentamientos judíos viola continuamente los derechos humanos de los palestinos. “La acción de transferir directa o indirectamente población judía, para el establecimiento de las colonias en los territorios palestinos ocupados entra en la categoría de crímenes de guerra. Crímenes que  corresponden de lleno a las provisiones legales del artículo 8 del estatuto de la CPI” explicó la jurista francesa Christiane Chanet, presidenta de la comisión internacional.

El grupo, completado por los juristas Asma Jahangir (Pakistán) y Unity Dow (Botsuana), documentó seis meses de trabajo, a pesar de todas las trabas impuestas por el gobierno sionista para constatar estos crímenes de guerra. Según este informe, la población de colonos crece a un ritmo anual mucho más alto (5,3 por ciento) que la población en Israel (1,8 por ciento). Christiane Chanet recalcó que los asentamientos “han sido establecidos y desarrollados en beneficio exclusivo de los judíos israelíes y su existencia reposa en un sistema de total segregación entre los colonos y la población palestina local”.

Ante la violación permanente de los derechos humanos de la población palestina, crímenes de guerra y el rehusar las resoluciones internacionales surgen las interrogantes ¿Hasta cuándo se acepta que el sionismo se burle de  la comunidad internacional? ¿Hasta cuando se impone la doble moral en los organismos internacionales, tan prestos a castigar a algunos cuando los poderosos los señalan como culpables y enmudecer, no oír y menos ver cuando sus socios cometen crímenes contra la humanidad? ¿Hasta cuando Israel seguirá siendo un régimen criminal sin que reaccionemos con fuerza y decisión?

El Informe de la ANNUDH, la resolución N° 2334, así como el mencionado Informe del grupo de juristas del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, mencionado en este artículo, y sobre todo la diaria y cotidiana realidad que vive el pueblo palestino  en la Franja de Gaza, Cisjordania, Al Quds, sometido al bloqueo criminal, la ocupación colonial, racista y el apartheid a manos del sionismo nos obliga a convocar a la sociedad internacional para que la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones – BDS –  contra el sionismo sea una realidad.

Nos obliga también a concretar políticas, en que la campaña del BDS, vaya acompañada de acciones de resistencia frente a un ejército y colonos extremistas habituados a asesinar niños y gente desarmada. Ofrecer una resistencia armada, con apoyo de las fuerzas del Eje de la Resistencia y de todos aquellos que no aceptan la injusticia y el crimen del sionismo,  que día a día se acerca más a la definición de un régimen nacionalsionista. La sociedad israelí necesita reaccionar también, hacerles ver que sus crímenes no pueden quedar impunes y que más temprano que tarde,  las balas serán devueltas.

El Vicesecretario General del Movimiento de la Resistencia Islámica de El Libano – Hezbolá – el sheij Naim Qasem consignó en una reunión con activistas judíos antisionistas en Beiruth aquello que se expresa cada día con más fuerza “La resistencia armada es la única opción para recuperar los territorios de Palestina ocupados por el régimen israelí ya que, las soluciones políticas terminarán en pro de Israel. Las propuestas promovidas por ciertos países occidentales para sentarse a negociar con el régimen de ocupación israelí, favorecerán a este agresor”

Esta resistencia política, cultural, económica pero también armada está fundamentada y avalada, en el marco del derecho a la resistencia frente a fuerzas militares y colonos armados que ocupan, usurpan, roban y asesinan impunemente a los habitantes de la tierra palestina. No basta el diagnóstico, menos cuando la corrupta dirigencia israelí ha declarado por boca de Benjamín Netanyahu,  en innumerables oportunidades que la ocupación no cesará. Hoy,  es necesario exigir bajo las más diversas formas de lucha.

 





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