Señor Director:
Resulta tentador caer en la banalidad de ufanarnos de austeridad como eufemismo de frugalidad. ¿Cuánta más miseria deberemos soportar? Delicioso sabe el natre ante la amarga añoranza de aquellos tiempos dorados en que el mero arbitrio bastaba para endulzar el gusto por modestos sillones y recatados vehículos, meramente funcionales y de holgadas mantenciones. Nos alcanzó mayoritariamente para comprar piñas, por variedades. Todavía nos alcanza para regalar bife de chorizo, despertar al sabor de un mate, bailar un tango y deleitar la vista entre obeliscos y rosedades. ¡Aún hay patria! ¿Qué sería de nosotros si no hubiéramos emprendido exportando bananas?
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